DESPERTAR DE LAS AGUAS
Poema de Antonio Miranda
Traducción de Trina Quiñones (Caracas, 2006)
I
Aguas estancadas desde tiempos inmemoriales,
aguas de lluvias empozadas, en las márgenes
del río, aguas diluvianas evaporándose
y retornando tibias, rehechas, minerales.
Apacibles. Aguas descompuestas, represadas,
como instintos domados, vagando
por las planicies, breñas, bañados.
Aguas turbias bajo un cielo de abismo,
gotas de agua marcando aguas lúcidas.
Naturaleza fértil, indiferente
a los clamores y valores humanos.
En corrientes repentinas, en líquidos
paisajes de estupor y espanto.
Éramos tan pequeños en aquellas aguas
todas, y ¡ los árboles tan grandes! Todo
tan lejos allí tan cerca e incierto.
Había peces resbaladizos, promiscuos
y pájaros resistiendo en las alturas.
Aguas hechas de sudores disolutos,
de aquellos pueblos sembrados en la tierra
sin remisión ni sosiego. Condenados.
Seres alegres, saltadores, locuaces, festivos
como domesticados animales de las riberas.
Esperanzados. Simples. Primitivos.
II
Lluvias en movimiento constante, caminantes,
errantes, intempestivas. Seguidas de soles
abrasantes, ardientes, inclementes. Lluvias
torrenciales y estíos intermitentes, insistentes
que secan la tierra, caminos distantes. Calores.
Éramos tan pequeños en aquellas aguas
todas, ¡y los árboles enormes!
Andábamos descalzos, desnudos, a la ventura,
inocentes de tantas maldades atávicas,
tan indefensos a pesar de rezos y misas..
Pisando pozos de agua estancada, matorrales
vecinos cerca de casa— ¡tan distantes!
corriendo y gritando, saltando troncos
caídos, bejucos y raíces aflorados.
Tropezando, levantando y entrando
en los espejos de nubes trémulas,
reflejando espacios andantes, inestables.
III
La sensación lívida y temerosa de las acciones
inconsecuentes, libres de vigilancia
y cuidados. Sueltos. En algazara.
¡Qué inocente sensualidad! Aguas transpirantes.
Inconscientes del placer compartido,
ausentes de cualquier responsabilidad.
Cuerpos imberbes rozando, arrepintiéndose,
como peces resbaladizos entre hierbas
fluctuantes, agarrándose, palpitantes,
enfrentándose con furia, extenuados.
Exuberantes como explosiones vegetales,
como animales libertos, triunfantes.
Hasta que uno inmoviliza al otro, vencido
por el cansancio, por la fatiga, por el peso
del cuerpo. Sobre la presa inerte, jadeante,
mordiéndola con ímpetu y sintiendo
un sabor vivo de saliva y espanto.
IV
Un temblor repentino, por todo el cuerpo
un placer asustado e intrigante.
Una ciega, opuesta
súbita excitación.
Demasiado pequeños para el entendimiento
de un destino sellado, de una identidad
aflorando
subyugante
en la perplejidad
de las aguas trémulas,
escalofrío
y vislumbre.
Volvimos silenciosos para la casa
con una culpa entrañable
tomados de vergüenza y encanto.
» Poema título de la obra DESPERTAR DAS ÁGUAS. Brasília: Thesaurus, 2006. |