Antonio Miranda
SAN FERNANDO BEIRA-MAR
Traducción de Ricardo Ruiz
I
El ruido hiriente de mil celulares
como bocas cariadas blasfemando,
orejas aguzadas, sirenas sonando,
llamadas alucinadas en el centro
de la noche interrumpida, aquellas voces
todas, aquellos anuncios extravagantes,
imágenes tortuosas en las pantallas
electrónicas, coches pasando distraídos
con señores circunspectos, silenciosos,
campanas de Iglesias invisibles, quejosas,
tornillos obstinados, clavos, voces
indignadas anunciando el fin de los tiempos.
Niños con armas en la mano.
¡Abandonados por Dios! Despedazados,
pensamientos errantes, incredulidades.
Terroristas que traman secuestros
de celebridades, para el regocijo
del señor de los medios, en tanto
traficantes violan containers
y los médicos amputan sepultos,
los curas dan misas solemnes,
leen homilías dominicales,
salen baratijas chinas de las cajas,
crucifican a Jesús nuevamente, lo serruchan
al medio, exhibido en la televisión, para servir
de ejemplo y admiración.
Furias, arrepentimientos, maldiciones.
Asaltos, rezos, sobresaltos,
calles desiertas, cerrojos, rejas,
trancas, alarmas, circuitos
cerrados, escuchas telefónicas.
II
Aquella bala perdida tenía un sentido;
aquellos muertos calcinados se reían de nosotros;
policías encapuchados sitian manzanas
abandonadas, plantan cadáveres,
torturan, tiran en cualquier dirección.
Parecería ser un vídeoclip o un videogame,
algo por el estilo. Nadie sabe con certeza.
El ministro de justicia elabora un plan
para la policía federal -de ser posible-
alcanzar el nivel de las organizaciones
criminales y pide otras providencias:
armas tan poderosas como las
que ostentan los contrabandistas.
Plan extravagante pero verosímil.
Hiperrealismo alucinante: fantasía
sangrienta, fútil, absurda, violenta,
bella y terrible como en el cine.
Llega entonces el toque de queda.
Un bandido es muerto
otro es puesto en funciones.
Se cierra el comercio,
se ametralla un puesto policial
se abre un túnel pero
el preso sale por la puerta principal.
III
¡Oh náusea, oh asco!
Sangre más que sangre,
vómito más que vómito.
El señor comisario reclama su parte.
¡Heces más que heces!
El señor diputado rinde pleitesía.
Los hoyos revelan sus secretos
la basura desborda y las fosas abiertas
muestran a sus muertos putrefactos.
El señor vicario
el líder comunitario
el dirigente sindical.
Las nubes siguen indiferentes
las lluvias caen ácidas
las zanjas desbordan aguas estancadas
los pantanos contaminados pestilentes.
Ángeles rabiosos violan monjas
y eufóricos drag-queens conmemoran
el carnaval fuera de época.
Se reclaman tierras públicas
mientras diputados retóricos
aumentan los impuestos y
sus propios salarios.
Estandartes exhiben a San Fernando
de remera y bermuda
en la procesión de los desheredados.
Por eso es feriado, día santo.
IV
Hay luces, gritos y alboroto
en la celda de los condenados.
Llegan pizzas por delivery
marihuana a pedido
mujeres, mujeres, mujeres.
La escoria festiva celebra.
Existe la ley vigente
que no se aplica
existe la ley del más fuerte
que predomina
leyes que derogan leyes
leyes que se auto-eliminan.
San Fernando Beira-Mar
también dicta sus leyes
con fuerza de ley.
El bandido obedece
el policía obedece
parece que el ministro
quiere usar el modelo
como medida provisoria.
El ministro quiere saber
si la ley emana del pueblo
o de alguna divinidad.
V
Desciende del cielo, viene de la selva, sube al morro
una granizada de balas, fuegos artificiales
anuncian su llegada.
Buitres velando víctimas anónimas
cadáveres insepultos
pibes aprendices corren desenfrenados
soplones
chicas de pechos firmes
festejan deseos en el strip del baile funk
(caderas exultantes, febriles).
¡Qué coreografía!
¡Que bello es el pavor de los enemigos!
San Fernando aparece entre alegres secuaces
ráfagas de ametralladoras
barba de guerrillero, un icono vivo, poderoso
sin límites
desafiando la muerte, justiciero, vengador.
Viril.
Preso, es mayor aún su poder.
Celdas sin paredes,
celulares, abogados
más allá de de las rejas, de los muros, de las leyes.
Omnipotente.
Un cerebro público, expuesto, radiante
un genio más allá del bien y del mal.
Una sonrisa de triunfo, de desdén.
Fe inútil en la justicia
religiones obsecuentes
jueces de alquiler.
Preso, está en todas partes.
La Organización es el paradigma del nuevo
ministro.
San Fernando abre caminos a los tiros
secuestra, mata, venga mientras recauda
y distribuye riquezas.
Un héroe, un santo
un ídolo.
Los periodistas lo eligieron
los policías lo protegen
los políticos lo sirven.
Hay un San Fernando en cada iglesia.
Un Fernandito en cada callejón.
En la prisión más remota de máxima seguridad
hay un sosia, un clon.
El ministro lo tiene como asesor
especial
quiere equiparar la policía
a su organización
equiparar sus efectivos (?!)
a los de él.
Eso lo llamamos joint venture,
asociación.
VI
Es el gargajo ulcerante, la saliva viscosa,
es el esputo ácido, el catarro endurecido.
El ministro compra nuevos vehículos
y se sospecha de sobrefacturación.
Es el camino corrupto, la norma paralizante,
es la ley invocada para detener a la misma ley.
El ministro forma un grupo de trabajo
para discutir temas ya decididos.
Es el subterfugio, lo subrepticio, el simulacro,
es la dilación, el acto fallido, el escalofrío de la ley.
Comités de investigación, auditorías sordas
y mudas, grupos de trabajo, consultorías.
El ministro puede ser sustituido
su plazo de validez está vencido.
VII
El ministro tiene cola de pavo real
el santo un falo grandilocuente.
En la audiencia pública
el ministro manifestó indignación
lloró sobre los cuerpos de los policías muertos
besó a las viudas con cierto asco y enojo
y declaro medidas para
es decir, garantizó que
después de afirmar
de oírlos
de citar párrafos y apuntes de diccionario.
Garantizó una tregua con los bandidos
durante los días de carnaval.
La huelga del sistema judicial
no afecta a
mucho menos lo
a menos que.
Falta dinero pero hay voluntad política.
Espíritu de cuerpo
¿Espíritu de qué?
El ministro posó desnudo para el noticiero
y garantizó transparencia en las investigaciones
Nada más, apenas confabulaciones.
Él sigue siendo ministro
y hay estadísticas que prueban
que los secuestros disminuyeron
pero aumentaron su productividad.
El sistema bancario se fortaleció
incorporando aseguradoras
y sistemas de seguridad.
Fernando ha desaparecido del noticiero,
está en la mazmorra, o está en Miami
está dirigiendo sus negocios en la favela
en la selva colombiana, pagando propinas
recaudando contribuciones para las elecciones.
(Un juez escondió las cintas de aquella investigación
y amenaza a los personajes del gobierno.)
Fernando perdió la fe en la democracia.
Yo perdí el respeto por la poesía.
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