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CARILDA OLIVER LABRA 

 

TEXTO EN ESPAÑOL – TEXTO EM PORTUGUÊS

 

Vea otros poemas de CARILDA OLIVER LABRA

 

 

ICONOGRAFIA DEL APÓSTOL JOSÉ MARTÍ, preparado por Arturo de Carricarte y publicado en La Habana por Imprenta del siglo XX, en el año de 1925. México, D.F.: Frente  de Afirmación Hispanista, A, C,m 2017.    35 p.  ilus.  16 x 23 cm.  Poema de Carilda Oliver Labra.    Ex. bibl. Antonio Miranda.

 

 

CANTO A MARTÍ

 

¡Qué muerto muerto más vivo!

¡Qué muerto, Dios, menos muerto!

¡Qué dormido tan despierto

el Martí definitivo!

¡Qué muerto muerto más vivo!

¡Qué bala mala más mala!

¡Qué bala mala la bala

que saliendo de la guerra

dejó en mitad de la tierra

al que volaba sin ala!

[1953]

 

El aire es de acero.

Viven los relámpagos. La caña palpita.

Veintiocho de Enero...

Una ceiba crece, se vuelve infinita.

Arde San Antonio. Despierta Maisí.

Vienen los sinsontes...

Martí...!

Martí es la palabra que llega de todos los montes,

de todas las cruces calladas arriba de todos los Muertos,

de todos los ríos,

de todos los páramos tristes, de todos los hombres abiertos,

de todos los rifles vacíos.

¡Martí!

Martí es la palabra precisa, la ola que acude del mar,

la verdad madura, la estrella de aquí,

el nombre a cantar,

el nombre que sale de la yerba pura

y va en las carretas

de músicas quietas

y va en el rocío de la noche entera, doblada y oscura.
Veintiocho de Enero: Fecha del laurel.
 

Veintiocho de Enero:
decirte es llenarse, las manos con miel.
Bendita la cuna de José Martí.
Bendita la calle de Paula.
Bendita su lengua inocente, su sueño rubí.
Bendito el pupitre que tuvo en el aula;
su primer caballo, su pluma de niño, su frente con frente,
la carta a su madre Leonor
y el soneto aquél cuando adolescente...
¡Bendito sea el beso que estrenó su amor!
Hace falta un trueno, un múltiple grito, una diana aparte,
una carta de héroes violentos y de frenesí;
hace falta el fuego para saludarte,
hermano Martí.

Hace falta un verso, un débil suspiro un silencio habido como de la muerte, el pétalo suelto de un pobre alhelí, para comprenderte, hermano Martí. Sangrante el tobillo,
estabas allí en las Canteras casi sin estar.
Miraba tu extraña mirada con brillo
un sueño más grande que el mar.
(La patria en cadenas,
la patria humillada por año español,
la patria con penas,
la patria sin sol...)
Y fue como un beso fragante en tu pierna
la marca del hierro,
un beso de Cuba caída;
un beso fue siempre la diáfana herida
allá en el destierro. 

Contigo la patria distante,

la patria pequeña como un diminuto paisaje de arroz, la patria incesante.
Crecía, crecía tu voz...

Tu voz transparente, en limpios clamores de fraternidad,
tu voz que mantuvo asombradas las calles,
tu voz más inmensa que la inmensidad,
que rompe montañas y mueve los valles,
tu voz que renace como la verdad
y es trompeta alegre, caricia sonora, tropel y centella
y flor sin edad.
Oídla en las noches de Cuba.
No hay otra más dulce que ella.
Le dice a la patria que suba,
nos manda señales de estrella.
Oídla en la palma.
¡Oídla vibrante, fogosa, enorme y eterna durando en el alma!
Agita las nubes dispersas,
reúne volcanes, reparte aguaceros furiosos,
agolpa crisálidas tersas,
metales gloriosos.
Entrando en los días
retumba imponente, sin mengua,
por las selvas nuestras largas y sombrías
aún vive en tu lengua! 

Su voz era un trueno, una campanada de azul repetido, un interminable martillo sereno, un río encendido.
Oídla: en la brisa de Cuba se mece.

¡Oídla: está aquí!
Del Lincoln o Sucre parece;
pero es de Martí...

Martí, el milagroso,
el puro, el rebelde, el audaz,
el hombre tremendo que hacía la guerra por hacer la paz. Valor sin reposo,
premura en la sangre; beatitud de pan
la de sus dos manos místicas y raras.

Martí, capitán
del sueño más sueño, de las claridades más leves y claras.

¿Qué fértil regalo, qué dolor rotundo

no estaba latiendo en su voz?

¿Quién quiso más dentro y profundo

que aquella palabra de espiga y de hoz?

¿Qué fue más ardiente, más tenue y sincero

que el alma saliendo a su pluma?

¿Qué fue más de espuma?

¿Qué fue más de acero?

¿Quién tuvo su huerto oloroso, su rubio temblor

sonando a frenéticas lilas?

¿Quién vio sin pupilas,

quién dio más amor?

Su sangre persiste.

Su sangre corriendo no acaba,

es una esperanza que existe,

es un remolino de pólvora y lava.

Vuelve desde todos los blancos confines,

como flor de caña;

melancólicamente podrían decirla violines con música extraña; y está, sin embargo,

más bien entre sordos suspiros de tierra,

de torrentes presos en un desgarrado jardín.

Lo dice la furia de un círculo hosco de hiél que se cierra;

lo dice un estruendo sin fin.

 

Toca una campana, hierve un centelleo, la bandera pasa como un huracán, y, Martí, te veo...

Los áureos soldados detrás de ti van con himnos, sudores, armas y mochilas, las ropas ya viejas, las carnes dolientes, altas las pupilas,

el humo por cejas;

los bravos soldados de la insurrección,

los innominados, los tercos, los fuertes, los inaccesibles,

los grandes, los bellos, los de corazón,

los incontenibles

hombres que alumbraron la Revolución. Aquí van sus botas, sus recias pisadas, sus rudas perennes marchan repetidas, por pueblos, bateyes y zarzas moradas; sus huellas unidas como una eclosión de alboradas. Se quedaban todos estáticos, mudos, oyéndote hablar.

Y luego inmortales, grandiosos, gallardos, heroicos, desnudos,

salían por Cuba a morir y a matar!

Martí de pelea y de fragua,

de estallido y roce, de estrella y de agua,

de mangas gastadas por los codos puros:

de grave madera, de planta llovida,

Martí de los ojos maduros,

Martí de la vida

constante, solemne, dura, consagrada;

Martí el de la escuela y el del campamento,

de estrofa y latido, de carne y de astro,

de antorcha en el viento,

de arenga con rastro.

Maestro de niños y libertadores:

la patria es la patria por ti.

Honor a la mano que firmó fulgores

allá en Montecristi. ¡Honor a tu mano, Martí!

 

Lo supo la alondra y el gallo lo supo. Lo dijo en sus vítores redondos la diana al ver las tres frentes del épico grupo de la Mejorana.
Te oyeron pasar los palmares,

las ciénagas vírgenes, la sed, los bohíos,

los mangos dorados, los verdes rocosos y los espinares,

con rumbo a Dos Ríos.

 

Ibas como un sueño en cabalgadura, tramando tu absurdo, perfecto delirio, con esa dulzura

del que está tocando la forma de un lirio.

Y        la noche oscura

sobre tu caballo, sobre tu martirio era una fantástica, fatal vestidura. Estabas tan pálido, tan grande, tan alto, tan hondo de fiebre, tan de primavera, soberbio, esperando en la espera el asalto.

 

Banderas, soldados, corceles, clarines, ayunos, victorias, proclamas, heridos y enfermos: trajines de hombres que mueren sin camas.

Y        arengas y tumbas y pólvora y ruido, y fuegos y cargas y toque al degüello, y tú, como un simple poeta perdido en medio de aquello...

 

Martí necesario, vidente, dueño de las alas, profeta buscando un sudario de balas.

Qué gota de sangre la gota primera, como una amapola naciendo, como un corazón de bandera tremendo...!

Dos Ríos,

el campo tocado por muerte inmortal, se quedó de pronto con nidos vacíos y flores de sal.

 

Tu palabra ausente será la más viva, despierta campana. Y las cañas leves, dulcísimas, lentas han de saludarte con su gracia hermana.

Dirán que regresas hermoso de lóbregas rutas,

que tienes el alma más verde

que todas las frutas,

que eres la luz tropical que no pierde

resplandecimiento viajando por grutas;

que estás... No te has ido: renaces del pan y del suelo.

Rezamos tu nombre, Martí.

Tu sombra es la sombra del cielo

y las rosas blancas ya huelen a ti.

Laureles y versos y sollozos míticos y sones ardientes

dirán que tu frente se ha vuelto un milagro infinito de frentes;

dirán que aún caminas, que aún te levantas

desde un insondable lugar solitario de semillas santas;

que vienes de nuevo hasta aquí;

que estallan cañones y bélicos gritos y chispas de guerra, y salta un clarín de la tierra

cuando alguna palma sacude en los aires tu nombre, Martí!

 

[1953]

 

 

 

TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda

 

 

 

CANTO A MARTÍ

 

Que morto morto mais vivo!

Que morto, meu Deus, menos morto!

Qué dormente tão desperto

o Martí definitivo!

Que morto morto mais vivo!

Que bala má mais má!

Que bala má a bala

que saindo da guerra

deixou na metade da terra

o que voava sem asa!

[1953]

 

O ar é de aço.

Vivem os relâmpagos. A cana-de-açúcar palpita.

Vinte e oito de Janeiro...

A ceiba crece, torna-se infinita.

Arde Santo Antonio. Desperta Maisí.1

Vêm os rouxinóis...

Martí...!

Martí é a palabra que chega de todos os arrebóis,

de todas as cruzes caladas acima de todos os Mortos,

de todos os rios,

de todos os páramos tristes, de todos homens despertos,

de todos os rifles vazios.

Martí!

Martí é a palavra precisa, a onda que vem do mar,

a verdade madura, a estrela daqui,

o nome a cantar,

o nome que sai da erva pura

e vai nas carretas

de músicas quietas

e vai no  orvalho da noite inteira, dobrada e escura.
Vinte e oito de Janeiro: Data do laurel.


Vinte e oito de Janeiro:
dizer-te é chamar-se, as mãos com mel.
Bendito o berço de José Martí.
Bendita a rua de Paula.
Bendita sua língua inocente, seu sonho rubi.
Bendito o assento que teve na escola;

seu primeiro cavalo, sua pluma de menino, sua frente com frente,
a carta à sua mãe Leonor

e o soneto aquele quando adolescente…

Bendito seja o beijo na estreia de seu amor!
Faz falta um trono, um grito múltiplo, um alvo além,

uma carta de heróis violentos e de frenesí;
faz falta o fogo para saudar-te,
irmão Martí
Faz falta um verso, um débil suspiro um silêncio habido
como o da norte, a pétala solta de um pobre goivo,
para entender-te, irmão Martí. Sangrante o tornozelo,
estavas ali nas Pedreiras quase sem estar.
 

Mirava tua estranha mirada com brilho
um sonho amor que o próprio mar.
(A patria em correntes,
a patria humilhada pelo ano espanhol,
a patria com condenações,
a patria sem sol…)
E foi como um beijo fragante em tua perna
a marca do ferro,
um beijo de Cuba caída;
um beijo foi sempre a diáfana ferida
até no desterrro.
 

a pátria humilhada pelo ano espanhol,
a pátria com penas,
a pátria sem sol...)
E foi como um beijo fragante em tua perna
         a marca de ferro,
um beijo de Cuba caída;
um beijo sempre foi a diáfana ferida
lá no desterro. 

Contigo a pátria distante,
a pátria pequena como uma diminuta paisagem de arroz, a patria
incessante.
Crescia, tua voz crescia...

Tua voz transparente, em limpos clamores de fraternidade,
tua voz que manteve assombradas ruas,
tua voz mais imensa que a imensidão,
que rompe montanhas e move os vales,
tua voz que renasce como a verdade

e é trompete alegre, carícia sonora, tropel e centelha
e flor sem idade.
Ouçaá nas noites de Cuba.
Não existe outra mais doce que ela.
Dsse à pátria que suba,
nos envia sinais de estrela.
Ouça-a na palmeira.
Ouça-a vibrante, fogosa, enorme e eterna durando na alma!
Agita as nuvens dispersas,
reune vulcãos, reparte aguaceiros furiosos,
golpeia crisálidas suaves,
metais gloriosos.
Entrando nos dias
retumba imponente, sem redução,
pelas selvas nossas longas e sombrias
ainda vive en tua língua!
 

Sua voz era um estrondo, una badalada de azul repetido, um interminavel martelo sereno, um rio aceso.
Ouça-a: na brisa de Cuba se move.

Ouça-a: está aqui!
De Lincoln ou Sucre parece;
mas é de Martí...

Martí, o milagroso,
o puro, o rebelde, o audaz,
o homem tremendo que fazia a guerra para fazer a paz. Valor sem repouso,

preocupação no sangue; beatitude de pão
a de suas duas mãos místicas e raras. Martí, capitão

do sonho mais sonho, das claridades mais leves e claras.

Qué fértil regalo, que dor rotundo

não estava pulsando em sua voz?

¿Quién quiso más dentro y profundo

que aquella palabra de espiga y de hoz?

Que era mais ardente, mais tênue e sincero

que a alma saindo a sua pluma?

Que era mais de espuma?

Que era mais de aço?

Quem teve seu pomar perfumado, seu louro tremor

Soando como frenético lilases?

Quién vem pupilas,

Quem deu mais amor?

Seu sangue persiste.

Seu sangue correndo não acaba,

é uma esperança que existe,

é um redemoinho de pólvora e de lava.

Regressa desde todos os brancos confins,

como flor de cana de açúcar;

melancolicamente podiam dizê-la violinos com música estranha;
mas está, no entanto,

melhor entre surdos suspiros de terra,

de torrentes presos em un desgarrado jardim.

Assim diz a fúria de um círculo tosco de mel que se fecha;

diz um estrondo sem fim.

  

Toca um sino, ferve uma faisca, a bandeira passa como um furação, e, Martí, eu te vejo...

Os áureos soldados atrás de ti vão com hinos, suores, armas e mochilas, as roupas já envelhecidas, as carnes doentes, elevadas

as pálpebras,
a fumaça pela sobrancelhas
;

os bravos soldados da insurreição,

os sem nomes, os teimosos, os fortes, os inacessíveis,

os grandes, os belos, os de coração,

os irreprimíveis

homens que iluminaram a Revolução. Aquo vão suas botas, suas fortes pisadas, suas rudes perenes marcham repetidas, pelos povoados, os imigrantes  as espinosas moradias; seus rastros
unidos como uma irrupção de alboradas. Ficavam todos estáticos, mudos, ouvindo-te falar.

E depois imortais, grandiosos, galhardos, heróicos, desnudos,

saíam por Cuba a morrer e a matar!

Martí de peleja e de frágua,

de estouro e roce, de estrela e de água,

de mangas gastadas pelos cotovelos puros:

de grave madeira, de planta chovida,

Martí dos olhos maduros,

Martí da vida

constante, solene, dura, consagrada;

Martí o da escola e o do acampamento,

de estrofe e ritmo, de carne e de astro,

de tocha no viento,

de arenga com rastro.

Maestro de crianças e de libertadores:

a pátria é a pátria por ti.

Honra à mão que assinou fulgores

lá en Montecristi. Honra à tua mão, Martí!

 

Sabia a cotovía e o galo sabia. Disse-o em seus aplausos redondos
o feito ao ver as três frentes do épico grupo da Mejorana.
Ouviram-te pasar os palmares,
os pântanos virgens, a sede, as choças,
as mangas douradas, os verdes rocosos e os espinhheiros,
na direação de Dos Ríos.

 

Ias como um sonho na cabalgadura, tramando teu absurdo, perfeito
delirio, com essa doçura
do que está tocando a forma de um lírio.

 

E a noite escura
sobre o teu cavalo, sobre o teu martírio era uma fantásticas, fatal
vestimenta.
Estavas tão pálido, tão grande, tão alto, tão fundo na febre, tão de
primavera, soberbo, esperando na espera o assalto.

 

Bandeira, soldados, corcéis, clarins, jejuns, vitórias, proclamações,
feridos e enfermos: andanças de homens que morrem sem cama.

 

E sermões e tumbas e polvora e ruído, e fogos e cargas e toque
à matança, e tu, como um simples poeta perdido naquilo…

 

Martí necessário, vidente, dono das asas, como uma amapola nascendo, como um coração de bandeira tremendo…!

Dos Ríos 1,
o campo tocado pela morte imortal, ficou de repente com ninhos
vazios e flores de sal.     

 

 

 

1 Localidade cubana na região de Guantánamo

 

 

Página publicada em agosto de 2019.

 


 

 

 
 
 
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