Participando da VIII Bienal Internacional do
Livro do Ceará, Fortaleza, Brasil, 2008
JOTAMARIO ARBELÁEZ
Jotamario Arbeláez nació en Cali, Colombia, en 1940. Destacado representante y cofundador del movimiento nadaísta colombiano. Desde su primer libro, El profeta en su casa (1966), Jotamario demostró la ironía y la mordacidad que había asimilado a través de sus lecturas de los creadores surrealistas. En 1980 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Oveja Negra y Golpe de Dados, con Mi reino por este mundo (1981). Otros libros publicados: El libro rojo de rojas (1970), en colaboración con Elmo Valencia; la antología Doce poetas nadaístas de los últimos días (1986) y El espíritu erótico (1990), antología poética y pictórica realizada junto con Fernando Guinard. En 1985 ganó el Premio Nacional de Poesía Colcultura con La casa de la memoria. Ganador del Premio Victor Varela, de Venezuela.
Vea también:
MI SANTORAL DE POETAS DE VENEZUELA – por Jotamario Arbeláez
TEXTOS EM ESPAÑOL / TEXTOS EM PORTUGUÊS
POEMA DE INVIERNO
Llovió toda mi infancia.
Las mujeres altas de la familia
aleteaban entre los alambres
descolgando la ropa. Y achicando
hacia el patio
el agua que oleaba a los cuartos.
Aparábamos las goteras del techo
colocando platones y bacinillas
que vaciábamos al cifón cuando desbordaban.
Andábamos descalzos remangados los pantalones,
los zapatos de todos amparados en la repisa.
Madre volaba con un plástico hacia la sala
para cubrir la enciclopedia.
Atravesaba los tejados la luz de los rayos.
A la sombra del palo de agua
colocaba mi abuela un cabo de vela
y sus rezos no dejaban que se apagara.
Se iba la luz toda la noche.
Tuve la dicha de un impermeable de hule
que me cosió mi padre
para poder ir a la escuela
sin mojar los cuadernos.
Acababa zapatos
con sólo ponérmelos.
Un día salió el sol.
Ya mi padre había muerto
LA LECTURA EN TINIEBLAS
Mi padre no me dejaba leer la Biblia
ni el Manifiesto Comunista
para que no gastara la poca luz
que podía pagar para la casa.
Me quitaba el bombillo y dormía con él bajo la almohada
remordiéndole la conciencia
pero al pie de la cama de mi cuarto también roncaba la nevera
e instalado a los pies de mi cama con la nevera abierta
leía de la media noche a los gallos
de la crucifixión de San Pedro cabeza abajo,
de la lapidación de Pablo en Listra
y de la pasada por la espada de Santiago en los Hechos de los Apóstoles,
de las tribulaciones de Panait Istrati,
las duras prisiones de Nazim Himet
y las torturas de Julius Fucik en su reportaje al pie del patíbulo,
hasta que se me helaban los huesos
PASTO DE LLAMAS
La primera vez que estuve a punto de morir fue en un incêndio.
De esto han pasado mil y una partes de mi vida, pero aún vivo entre llamas,
ensortijadas llamas em la ceguedad de esa noche
elegida por mis padres para asistir a la función vespertina de
“Lo que el viento se llevó”.
Había dejado madre uma vela sobre la repisa
alumbrando una vitela del pangel de la guarda atravesando un lago.
Mis inconscientes seis años o el el viento con el codo
o la mano de las tinieblas provocaron el derrumbamiento del cabo
y la vela encendió el ángle que puso fuego al dormitório,
fuego que hablaba lenguas entre mis ojos ardorosos,
fuego que no lograba dominar con mis lágrimas.
Yo gritaba llamando a mis padres a quienes el viento se llevaba muy lejos
y mi abuela había muerto en otra película
y no había Angel de la guarda a quien demandar auxilio.
El fuego pego en las cobijas de mi cama
y milagrosamente sólo senti unas nerviosas cosquillas
que inquietaban mis piernas y más arriba hasta el cielo
y que declararon invulnerable al peligro del elemento.
Com la tranquilidad de un santo de piedra me levante
y baile entre las llamaradas danzantes,
llamas exentas de pavura a estas alturas de mi desconcierto,
hata pronto alcanzar la puerta del cuarto
tras la cual encontre a mi abuela con el pelo suelto
peleando con un viento del demonio.
POMPAS FÚNEBRES
Enterró a su abuela como pudo, con amor, con modéstia,
con pocos recursos.
En ese tiempo ganaba poço dinero; no había querido terminar
sus estúdios.
Enterró a su padre con toda la pompa, estrenando vestido,
con misa cantada.
Lo habían ascendido en su empleo; le hicieron un préstamo.
Enterró a su madre com um funeral tan solemne
que el cortejo colmo varias cuadras
y las flores no cupieron en el cementerio.
Los tiempos habían cambiado; ahora manejaba el negocio.
Enterró a su amigo del alma en su suelo nativo; fletó dos
aviones
que llevaron al sitio cadáver y deudos.
Se había vuelto persona importante: tênia crédito en todos
los bancos.
Enterró a la mujer de su vida en un gran mausoleo
custodiada a los cuatro horizontes por un mármol de
arcángeles.
La Fortuna le había sonreído; marchaban las cosas.
Murió pobre, de golpe. Liquidada la empresa lo habían
despedido.
Los ahorros de toda su vida había dilapidado en entierros.
Hoy reposa en la tumba contigua
a la tumba que ocupa su abuela.
SAN NICOLÁS SCHOOL
O
EL HIJO DEL SEÑOR REINA
(Fragmento)
Para que pudiéramos hacer la primera comunión y salvar el alma
el Santo Padre desde Roma nos despachó a su Cardenal Mícara
Nos vistieron con un blanco impecable y una vela en la
mano y la cinta en el antebrazo
Para la ceremonia construyeron en un baldío el Templete
Eucarístico Bolivariano
y miles de lenguas de niños salieron a recibir de manos
del enviado la Eucaristía
A pesar de que nos dejaron con las ganas del desayuno
parecíamos palomos por las calles con el espíritu santificado
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
Foto exclusiva de Jotamario Arbelaez cedida por el poeta y
fotógrafo Enrique Hernández de Jesús.
POEMA DE INVERNO
Choveu em toda a minha infância.
As mulheres altas da família
moviam-se entre os arames
recolhendo a roupa. E reduzindo-se
na direção da pátio
a água que ondeava os quartos
Acolhíamos as goteiras do teto
colocando baldes e vasilhas
que esvaziávamos no sifão quando transbordavam
Andávamos descalços arregaçando as calças,
os sapatos de todos colocados na prateleira
Mamãe corria com um plástico para a sala
a cobrir a enciclopédia.
Atravessava os telhados a luz dos raios.
A sombra do aguaceiro
colocava minha avó um toco de vela
e suas rezas não deixavam que se apagasse.
Faltava luz a noite inteira.
Tive o privilégio de um impermeável de borracha
costurado por meu pai
para poder ir à escola
sem molhar os cadernos.
Gastava os sapatos tão logo os usava.
Um dia o sol saiu.
Já meu pai havia morto.
A LEITURA NAS TREVAS
Meu pai não deixava ler a Bíblia
nem o Manifesto Comunista
para não gastar energia
que podia pagar para a casa.
Tirava a lâmpada e dormia com ela debaixo do travesseiro
remoendo a consciência
mas ao pé da cama de meu quarto também
roncava a geladeira
e instalado aos pés de minha cama com a geladeira aberta
lia da meia-noite até o despertar dos galos
da crucifixão de São Pedro de cabeça para baixo,
da lapidação de Paulo em Listra
e da passada pela espada de Santiago nos Feitos dos Apóstolos,
das tribulações de Panait Istrati,
as duras prisões de Nazin Hikmet
e as torturas de Julius Fucik em sua narração ao pés do patíbulo,
até que os ossos gelassem.
PASTO DE CHAMAS
A primeira vez que estive a ponto de morrer foi num incêndio
Desde então se passaram mil e uma partes de minha vida,
mas ainda vivo entre chamas,
retorcidas chamas na cegueira daquela noite
eleita por meus pais para assistirmos a função vespertina
de “O que o vento levou”.
Mamãe havia deixado uma vela sobre a prateleira
iluminando uma vitela de anjo da guarda atravessando um lago.
Meus inconscientes seis anos ou o vento com o cotovelo
ou a mão das trevas provocaram a queda do cabo
e a vela incendiou o anjo que pôs fogo no dormitório,
fogo que falava línguas ante meus olhos ardorosos.
Eu gritava chamando por meus pais, os quais
o vento levava para longe
e minha avó havia morrido em outro filme
e não havia anjo da guarda a quem pedir ajuda.
Pegou fogo nos cobertores de minha cama
e milagrosamente só senti umas nervosas cócegas
que inquietavam minhas pernas e mais acima até o céu
que me declararam invulnerável ao perigo do elemento.
Com a tranquilidade de um vento de pedra me levantei e
dancei entre as labaredas dançantes,
chamas isentas de pavor a estas alturas de meu desconcerto,
até então alcançar a porta do quarto
depois do que encontrei minha avó com os cabelos soltos
brigando com um vento do demônio.
POMPAS FÚNEBRES
Enterrou a avó como pôde, com amor, com modéstia,
com poucos recursos.
Naquele tempo ganhava pouco dinheiro; não havia querido
terminar os estudos.
Enterrou o pai com toda a pompa, estreando roupa,
com missa cantada.
Havia merecido uma promoção; tomou dinheiro emprestado.
Enterrou a mãe com um funeral tão solene
que o cortejo encheu vários quarteirões
e as flores não couberam no cemitério.
Os tempos haviam mudado; agora dirigia o negócio.
Enterrou o amigo da alma em sua terra natal;
fretou dois aviões
que levaram ao local o cadáver e a parentela.
Tornara-se uma pessoa importante; tinha crédito nos bancos.
Enterrou a mulher de sua vida em um enorme mausoléu
custodiado até os quatro horizontes pelo mármore dos arcanjos.
A Fortuna havia sorrido para ele; as coisas prosperavam.
Morreu pobre, de repente. Falida a empresa, o despediram.
SAN NICOLÁS SCHOOL
OU
O FILHO DO SENHOR REINA
(Fragmento)
Para que pudéssemos fazer a primeira comunhão e salvar a alma
o Santo Papa desde Roma despachou seu Cardeal Mícara
Nos vestiram com um branco impecável e uma vela na mão
e a faixa no antebraço
Para a cerimônia construíram no terreno baldio o Templo
Eucarístico Bolivariano
e milhares de línguas de meninos foram receber a Eucaristia
da mão do enviado
Apesar de que nos deixaram com vontade do café da manhã
parecíamos pombos pelas ruas com o espírito santificado
Antonio Miranda e Jotamario Arbeláez numa das sessões do
VI Festival Mundial de Poesia da Venezuela, Caracas, julho 2009.
Página publicada em novembro de 2008; ampliada e republicada em julho de 2009.
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