PALABRAS-IMÁGENES
(PICTOGRAMAS / LOGOGRAMAS / IDEOGRAMAS)
ALFREDO ESPINOSA
El lenguaje escrito comienza expresándose con imágenes. El dibujo es la primera palabra escrita, su metáfora fundacional.
En los albores de la historia, las imágenes escribieron sus palabras, y fueron realizadas sobre los muros rocosos de las cuevas de los primitivos pobladores del mundo. Estos dibujos figurativos, conocidos como pictogramas, resultaban al mismo tiempo, descripciones de contenidos mágicos y religiosos con Las que solían designar las cosas, los hechos, los trabajos, sus creencias, sus temores. Poco más tarde aparecerían las grafías abstractas, condensaciones simbólicas que comunicaban procesos más complejos.
Cada tribu privilegiaba algunas cuevas para dedicarlas a los ritos sagrados y ahí elaboraba sus propios glifos y signos para definir no solamente sus territorios sino también para declarar sus propias identidades históricas y culturales. Estos signos gráficos, cuyas interpretaciones se pierden en los tiempos, mantienen todavía una belleza visual inobjetable.
Siglos más tarde, en el Oriente, surgirían las primeras escrituras mixtas, sistemas basados en logogramas, grafías que poseían ya elementos fonológicos, junto con otros signos y caracteres que intentaban parecerse a las cosas que nombraban (en Occidente se les conoció, demasiado genéricamente, como ideogramas), acaso con más gracia y armonía que las cosas mismas. El logograma o ideograma conforma una estructura en la que ya se unen el sentido, el sonido y una peculiar arquitectura. Es una célula visual que se expresa con un dibujo que danza consigo mismo y con su propio significado y que al mismo tiempo, por sus resonancias auditivas y semánticas que provoca, pueden remitimos a campos de experiencia disímbolos. El logograma es en si mismo, una escritura, una metáfora inagotable y un símbolo.
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En la búsqueda de una escritura cada vez más funcional, cuyo propósito consistía en lograr de manera más económica la comunicación escrita, se descubrirían los jeroglíficos y los silabarios. Ambos avanzan en las indagatorias del lenguaje escrito. Con estos instrumentos del lenguaje escrito, dibujados sobre papiros, tablillas de barro, piedra, pieles de animales, o de otros materiales, ya podrían contarse las historias de los hombres y los dioses, contabilizarse las posesiones, describir los ciclos agropecuarios y manifestar sus temores frente a la naturaleza.
Los papiros egipcios expresan ya su compleja escritura con imágenes textuales, dibujos con una gran carga expresiva y simbólica. Algo similar ocurriría también en América con los códices prehispánicos cuya existencia se extiende todavía después de la conquista española. Las diferentes culturas mesoamericanas utilizaron los códices, largas tiras hechas de piel de venado o de corteza de árbol, dobladas o enrolladas, para registrar y acumular datos de carácter histórico, religioso, ritualístico, económico, etcétera. Los códices, manuscritos pictográficos, significaron una escritura de imágenes que representaban lo mismo palabras concretas que ideas abstractas.
Habrían de pasar varios siglos antes de que se perfeccionaran los verdaderos alfabetos: las palabras se construyen con letras que a su vez encarnan, ya no tanto a las formas de las cosas sino a los sonidos con los que se les designa. Cuando los alfabetos suponen que han logrado nombrar las cosas y los misterios
del mundo, se liberan de sus obligaciones comunicativas, y comienzan a danzar, a volar, y desarrollan su propia caligrafía.
La caligrafía, arte enamorado de si mismo, signo narcisista, logra en las escrituras chinas, árabes, persas, japonesas y otomanas, sus mejores ejemplos. La caligrafía convierte en arte a la escritura y los asuntos reales son comunicados en elegantes pergaminos, grabados con formas sensuales y esplendorosas. Muy pronto los dibujos caligráficos evolucionan y se plasman en tapices, alfombras, vitrales.
Siglos más tarde aparece la imprenta y con ella el arte tipográfico. La invención tipográfica es infinita: hay un estilo para cada propósito, para cada sensibilidad. Cada letra, cada palabra, se provee para si misma, un espacio visual, un sonido y
un significado.
El lenguaje escrito ha perseguido tenazmente el objetivo de comunicar; sin embargo Io ha alcanzado al mismo tiempo que se ejercita en las disciplinas y artes sonoras, visuales, semánticas, simbólicas. Paul Claudel escribió: "Las palabras tienen un alma, y en la palabra escrita encontramos una especie de álgebra convencional. Entre el signo gráfico y la cosa significada hay una relación íntima."
Desde que el lenguaje empezó a escribirse, y desde el principio lo hizo sin descuidar su dimensión estética, comenzó la poesía visual.
Texto extraido de la primera parte del prólogo de la obra POESÍA VISUAL: LAS SEDUCORS FORMAS DEL POEMA. México: Editorial Aldus, 2004.
ISBN 970-714-078-X
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