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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CARLOTA CAULFIELD

 

 

Carlota Caulfíeld es una poeta americana de origen irlandés y ca-talán, nacida en La Habana, Cuba.

Entre sus intereses de investigación se encuentran las vanguardias y las relaciones interdiscipli¬narias entre la poesía y el arte. Sus poemas han sido publicados en numerosas revistas literarias de Europa, Latinoamérica y EE.UU. De 1998 al 2002 fue la editora de Foto de David LaFevor Córner (www.cornermag.net), revista electrónica dedicada a la vanguardia. Caulfield reside en Berkeley, California.

Entre sus libros de poesía destacan El Libro de Giulio Camillo (maqueta para un teatro de la memoria) / The Book of Giulio Camillo (a model fora theater ofmemory) /11 Libro di Giulio Camillo (modello per un teatro della memoria) (2003), Quincunce/Quincunx (2004), A Ma-pmaker's Diary. Selected Poems (2007) y JJ/CC (2014). También es autora de Ticket to Pide. Essays and Poems (2005) y Fashionable. Una poeta adicta a ¡a moda (2013).

Página personal: www.carlotacaulfield.org

 

 

ABCDario... Ariel Gangi, Martín Gubbins, J. M. Calleja, Carlota Caulfield. 
         Prólogo de Bartolomé Ferrando.  Valencia, España: Ediciones canibal, 2015. 
         127 p.  ilus. col. 15x18,5 cm. Diseño y edición Ximo Rochera.
         ISBN 978-84-608-3174-7  

 

 

Agua en el agua. La divinidad nace en A. Letra de oído aguzado. Juego de alternancias silábicas. Abluciones. Alabanzas. El verbo Amar se bifurca en los dedos. Presencia de presencias. Trabalenguas de nombres. La lengua es un trampolín ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! Actuar. Salen volando el Ave Fénix y el Ave del Paraíso hasta posarse momentáneamente en un árbol de un archipiélago americano. ¿Arcángeles? Las voces humanas se confunden en pasajes tal canto melismático. Palabras árabes de varios movimientos: al­coba y almohada. Ambarino el chivo es más Aries que aire, pero a veces se cree Acuario. El almanaque es anillo del año y arete del anarquista. Caen en la alfombra los pétalos anaranjados de una anémona. Mientras, la anciana gata antófaga juega con una abeja. Se anuncia un haiku. Afuera anochece. Un aroma de anís del mono abre el ánima, la vuelve azumbar majestuosa cual fruto estrella de seis puntas. Asombro de Apolo y Afrodita: apoteosis del arquero artista. Entre las primeras palabras de aprendizaje aparecen en la lista deliciosas rarezas de alquimista: alambique, anaquel, almizcle y azogue. Autobiográficas son apendicitis, autómata y anarquista. Después Artseh.Verbos inscritos en la piel: acariciar y alumbrar. Adjetivo plural fragmentado: ausentes. Cinco notas: Ada, Alvin, Antonio, Ausías, Amach y Anne Bonnie. Libros apilados de Apollinaire, Akmatova, Apuleyo, Are-tino, Aristófanes, Arrabal, Alien y Avellaneda. Ciudades mencionadas en diarios de juventud: Arequipa, Atenas, Austin, Aviñón. Inscrita en la me­moria: Atlántida.  

Letra de zafarrancho. Con ella nos zafamos de los vocablos que tanto nos zarandean a veces. Ahora lo mejor es ponerse a zanganear: no pensar demasiado, comerse una zanahoria cruda, quitarse los zapatos, ponerse las zapatillas y tranquilamente sentirse como la peculiar gata Zapaquilda, tan celebrada por Lope de Vega en su Gatomaquia. Así en reposo, con el corazón calmo, libres de toda preocupación, olvidarse de los seres zafios y zambullirse en la pura especulación del Zukunñ. Se propone la perspicacia del zahori. ¿Quién tiene la fortuna de saber lo que otros piensan o sienten? Si nos cansamos de estar en el zaguán de nuestro destino, no viene mal practicar el equilibrio en una sola pierna a la usanza de las zaidas, esas aves zancudas del noroeste de África, cuyo arte es legendario. Cualquier zanca¬dilla puede hacernos caer en la zanja de lo inesperado. Por el contrario, que lluevan las zalamerías y desterremos las zozobras: ¡zis, zas! El verbo más cruel es zaherir, por zafio y zanquilargo. De pronto, escuchamos un zureo de palomas y Zeus, disfrazado de zurupeto, se mete en lo que estamos escribiendo y arma un enorme zipizape. Nos exige un vaso de zarzaparrilla bien fresca y un zapote maduro como ofrendas. Para impresionarnos se transforma en zorro. No del todo satisfecho, quiere ser langosta, pero le fallan sus poderes. Y al final, la única forma de escaparse de este zoológico de zopilotes, es montarse en un zepelín zizagueante con destino a Zürich, pero desviado a Zaragoza. No se ganó Zamora en una hora.

 

 

Página publicada em maio de 2018


 

 

 
 
 
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