CATULO DA PAIXÃO CEARENSE
(1863-1946)
Nasceu em São Luis do Maranhão e mudou-se para o Rio de Janeiro, com os pais, em 1888, ainda adolescente, onde trabalhou como joelheiro.
Relacionou-se com músicos (“chorões”) da época, participando da vida boêmia da cidade. De suas composições, o “Luar de Sertão” (1908), com letra de sua autoria, é até hoje peça popular, considerada um verdadeiro hino do sertanejo. Atribuem ao poeta a popularização do violão em salões da sociedade de seu tempo e também a reforma da “modinha”. Publicava seus poemas em formato de cordel.
TEXTOS EM PORTUGUÊS / TEXTOS EN ESPAÑOL
LUAR DO SERTÃO
(Letra de música)
Não há, oh gente
oh não, Luar
Como esse do sertão
Oh que saudade
Do luar da minha terra
Lá na serra branquejando
folhas secas pelo chão
Este luar cá da cidade
Tão escuro
Não tem aquela saudade
Do luar lá do sertão
Não há, oh gente...
Se a lua nasce
Por detrás da verde mata
Mais parece um sol de prata
Prateando a solidão
E a gente pega
Na viola que ponteia
E a canção
É a lua cheia
A nos nascer do coração
Não há, oh gente...
Coisa mais bela
Neste mundo não existe
Do que ouvir-se um galo triste
No sertão, se faz luar
Parece até que a alma da lua
É que descanta
Escondida na garganta
Desse galo a soluçar
Não há, oh gente...
Ah, quem me dera
Que eu morresse lá na serra
Abraçado à minha terra
E dormindo de uma vez
Ser enterrado
Numa grota pequenina
Onde à tarde a sururina
Chora a sua viuvez
Não há, oh gente... |
TERRA CAIDA
Ao insígne Mário-José de Almeida
(1ª. Parte)
FAZ hoje sete janêro,
que eu dêxei o Ciará,
e rumei lá pró Amazona,
a terra dos siringá.
N’aquelas mata bravia,
lá, nos centro arritirado,
as arve tem munto leite,
mas nós já tâmo cansado!
O inverno, n’aquele inferno,
é uma grande infernação!
No inverno não se trabaia,
que é o tempo da alagação.
Isperei. Veio o verão.
É mais mió não falá!...
Tu qué sabe, meu amigo,
o que é os siringá?!
É trabaiá... Trabaiá!
É um hôme se individá!
É vive n’uma barraca,
n’um miserave casebre
e sé ferrado da febre,
que anda danada prú lá!
É trabaiá, trabaiá,
dendê que rompe a minhã,
prá de dia sé chupado
pulo piúm, que é marvado,
e de noite sé sangrado
pulo tá carapanã!!
É um hôme dá todo o sangue
pró mardito do piúm,
e vortá mais disgraçado,
cumo eu — o Chico Mindélo,
duente, feio e amarelo,
cumo a frô do girimúm.
Ansim, lá dos siringá,
no fim de três, de três ano,
sem um vintém ajuntá,
ia vortá prá Manáu,
tândo fixe na tenção
de Manáu vim pró sertão
do meu quirido Ciará.
Apois!... siguindo os consêio
que me dava o coração,
arrêzôrvi não vortá!
Observação: os textos completos de Catulo da Paixão Cearense estão disponíveis no sítio http://www.ebooksbrasil.org/eLibris/catulo3.html#12 acompanhados de valiosos glossários. Recomenda
RAMOS, Clovis. Minha terra tem palmeiras... (Trovadores maranhenses) Estudo e antologia. Rio de Janeiro: Editora Pongetti, 1970. 71 p. Ex. bibl. Antonio Miranda
Quando foges do meu lado,
minh´alma ansiosa te espera,
como a roseira, sem rosas,
a volta da Primavera.
Se vejo as tuas roseiras
por essas manhã cheirosas,
tenho a ilusão de estar vendo
um grande incêndio de rosas.
Do teu anel primoroso
a pedra viva, encarnada,
é um grande pingo de sangue
numa flor amorenada.
Perdi! Chamei por tu nome!
Tu te fizeste de mouca!
Dei-te um beijo, e então ficou-me
um mel de fogo na boca.
No teu jardim toda a noite
choro estas trovas fagueiras!
Rezo nele, como Cristo
no jardim das Oliveiras.
“Quais são as cores do beijo?”
ela a mim me perguntou!
— Os teus— lhe disse — são verdes!
Maduros — os que te dou.
Estes teus olhos formosos
de um azul límpido se leve,
são dois beija-flores
num ninho feito de neve.
Quando passas pelas rosas,
soluçando os teus odores,
eu faço os jardins rezando
um Padre-Nosso de flores.
Saías ontem da igreja,
depois da missa acabar,
e eu gritei: olha uma Santa
fugida de seu altar.
Tens tanta flor na janela,
que mais um jardim parece;
no entanto, só quando chegas,
é que a janela floresce.
==============================================================
TEXTOS EN ESPAÑOL
CATULO CEARENSE
Catullo da Paixão Cearense, n. en Marañón, en 1863. "Este poeta - dice Afranio Peixoto - cuyos versos anduvieron en boca de los cantadores antes de ser impresos, como a Homero precedieron los rapsodas, éste si es un poeta que tiene poesía y poesía brasilera, en esos versos que escribió después de sentirlos y cantarlos." Gran poeta lo llama Peixoto, y como a tal todos lo aclaman, y el pueblo que no sabe de títulos, lo canta y lo siente. Escribiendo C. C. en la forma popular del portugués del norte del Brasil, sus poemas son intraducibles. Es imposible conservar toda esa frescura candorosa y viva de lenguaje y de descripción, que él pone en ellos. En El Leñador, uno de los menos característicos de sus poemas, se podrá ver, sin embargo, algo de su profunda poesía.
Obra poética: Meu Sertão, 1918. - Sertão en flor, 1920. - Poemas Bravios, 1921.
El leñador
Un leñador derribaba
árboles sin precisión;
díjole siempre la abuela:
"Mi hijo, ten piedad por ellos;
tiene el árbol corazón.'
Oyéndola, como un salvaje,
el leñador se reía:
"Abuelita esos consejos
no pasan de bobería."
Madrugador, el malvado,
tempranito despertaba
y con el hacha filuda
el día entero pasaba
derribando la arboleda.
La abuela, rogando en vano,
siempre, siempre le decía:
"mi hijo, ten piedad del árbol,
todos tienen corazón."
Una mañana, el maldito,
aun más bruto que los brutos,
sin hacer caso del grito
de la abuela que tenía
su septuagésimo enero,
derribara un ingacero,
todo cargado de frutos.
Otro dia el renegado,
hizo aún cosas peores,
al naranio desgajó,
donde la pobre abuelita
hallara un dia las flores
que adornaron su vestido
cuando virgen se casó,
con el viejo tan amado,
con aquel que falleció.
La abuela, rogando en vano,
siempre, siempre le decía:
"mi hijo, ten piedad del árbol,
todos tienen corazón."
Al lado de la maleza,
donde pastaba el ganado,
alto se alzaba el ipé
por el abuelo plantado.
Debajo de aquella sombra,
después del campo labrar,
allí, en horas de sol fuerte,
iba el viejo a descansar.
Si era la noche de luna,
allí en su banco de piedra,
con su vihuela charlando,
el viejo, ya caducando,
abría el pecho a cantar.
Después, mi blanco, el tíñoso,
el bruto, el ruin, el malvado,
el hombre sín corazón,
derribará al suelo un dia
aquel follaje sagrado
que más de un siglo tenía,
y, entonces, cuando el maldito
desgajaba el viejo ipé,
vió borbotones de sangre
salir del tronco y correr.
Y arrojando al suelo el hacha,
hizo a sus piernas valer ...
Y fue corriendo... corriendo!
Cada tronco que iba viendo,
de los árboles que hachó,
era un brazo levantado,
de un hombre medio enterrado
que gritaba: "Huye, malvado,
i asesino!...iMatador!”
Y fue corriendo... corriendo!
iCada vez corria más!
Y, cuando ya a la distancia, •
volviera la vista atrás,
viendo alzar al viejo ipé,
como un hombre ensangrentado,
los brazos, todo él hachado ...
cada vez corria más.
[Del barranco, en el carnino,
abandonada una choza,
entre la selva miró!
iCuando sueña que descansa,
la choza, como venganza,
encima de él se tumbô!
iY fue corriendo y gritando!
iEn cada árbol que iba hallando,
alcanzaba sólo a ver
que cual si fuera arrancada
su raiz toda del suelo,
en una gran disparada,
atrás de él iba a correr!
Abriendo ia encrucijada
miró una gruta cerrada
en el verde capuangal,
y el hombre metióse al mato,
que luego que vió al ingrato,
de verde follaje fresco,
fue trocado en espinal.
Y siguió otra vez corriendo,
cansado, por los caminos! ...
Toda planta que encontraba,
y la yerba que pisaba
estaban lienos de espinos.
y corría ... y no paraba!
Iba corriendo sin tino,
como el malvado asesino
que a un inocente mató!
Mas, ¿qué fue lo que a su frente,
él mirara derrepente,
que al instante lo paró?
Era un rio que pasaba,
allí, por ese lugar.
y el rio tenta un puente
que el hombre fue a atravesar.
Puso el pie ... y ai ir pasando,
el puente se fue quebrando ...
y el bicho cayó a nadar!
El bruto se estaba ahogando,
y síempre, siempre gritando:
“ i Socorro, mí Dios, socorro!
iSocorro voy a morir!
yo juro a dios, suplicando,
que nunca más contra un árbol,
mi hacha se habrá de esgrimir."
Entonces, verde ingacero
que surgia sobre el agua,
estiró su brazo verde,
dando al hombre salvación.
El hombre coje la rama
y con los dientes se aferra,
y va subiendo ... subiendo ...
y cuando afirmóse en tierra,
lloró toda su aflicciõn.
Besaba el árbol, llorando
decfa su gratitud:
"iQué Dios te haga, bendecido,
todo el año haber verdor!
será el machete quebrado,
quiero olvidar el pasado,
nunca más ser leñador!
.......................
Y, después de esa hora santa,
para haber de toda planta
ia gracía, el perdón entero
de su crimen de hombre ruin,
tornándose jardinero,
nunca más hizo otra cosa,
sino cuidar del jardín.
La abuela que ya pasaba
dei septuagésimo enero,
decía que en este mundo
nunca viera un jardinero
que así cuidara un jardín.
Dormía todas las noches
con la ventana entreabierta
atendíendo a los rumores,
y a veces, hasta altas horas,
quedaba, allí, en la ventana,
oyendo el sueño a las flores.
De mañana, tempranito,
iba a saber de la rosa,
el clavel, la siempreviva
y la magnolia olorosa,
si habían dormido bíen.
Y cuidaba más las rosas
que abuelitas cariñosas
de los nietos el dormir.
Decía a una flor: "buen día!
¿Cómo está hoy la berrneja ?
Y a ia otra: "Pobrecita,
perdió su miei... fue robada!
Ya sé quíen fue: ifue la abeja!"
Y, con pena de las rosas,
que parece que lloraba,
suave, sus tallos mecía,
y a los rosales limpiaba
de ias gotas de rocío.
E iba tomando del suelo,
a flor que al suelo caía.
Después, golpeaba la mano,
sacudiéndola del agua
venida del corazón,
y daba golpes de pecho,
cual si hiciera confesión.
Cuando la esquila en la iglesia
tocaba el Ave-María,
en el huerto, arrodillado,
rogaba a Dios por las almas
de flores que hubo ese día
en el jardín enterrado!
y, ahora, cuando pasaba,
junto a los troncos, cantando,
y, lleno de agua, cargando
a su viejo regador,
todos los árboles, juntos,
al leñador perdonaban
y al jardinero arrojaban,
de sus ramajes, la flor.
TROVAS 2. TROVAS. [Seleção de Edson Guedes de Morais]: Bastos Tigre, Batista Capellos, Belmiro Braga, Benedita de Melo, Carlos Guimaraens, Carolina Azevedo, Catulo Cearense, Cícero Acaiaba, Cleoniice Rainho, Djalma Andrade, Durval Mendonça, Edgar Barcelos, Edmar Japiassu Maia, Edna Valente, Elmo Elton S.
Zamprogno, Elton Carvalho, Emiliano Pernete. Jaboatão dos Guararapes, PE: Editora Guararapes EGM, 2013. 17x12 cm.
edição artesanal, capa plástica e espiralada.
Ex. bibl. Antonio Miranda
Ampliada em outubro de 2019
|