RAMÓN PALOMARES
(1935 -2016)
Ramón Palomares nació en Escuque, Venezuela, el 7 de mayo de 1935. Uno de las grandes poetas actuales en lengua castellana. Maestro y especialista en lenguas clásicas. Personaje central del grupo Sardio y de El techo de la ballena, expresión de la vanguardia poética en su país. Libros de poemas: El reino, 1958; Paisano, 1964; Honras fúnebres, 1965; Santiago de León de Caracas, 1967; El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas, 1969; Adiós Escuque (Poemas 1968-1974); Elegía 1830, 1980; El viento y la piedra, 1984; Mérida, elogio de sus ríos, 1985; Poesía (Antología), 1985; Alegres provincias, 1988; Lobos y halcones, 1997.
Más recientemente Casa de las Américas editó su antología En el reino de Escuque, 2006. Ha obtenido diversos reconocimientos, entre ellos, el Premio Nacional de Literatura, en 1974 y el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora, 2006. Como se afirma en la contrarátula de En el reino de Escuque: “…Existe en la obra de Ramón Palomares algo más que un intento por recuperar la relación mágica con el entorno, y que una recreación de la provincia y de los personajes de la infancia con un sentido mítico, pues, aunque su poesía está definida en estas claves fundamentales, traslada las angustias, desafíos e interrogantes a un plano universal, alimentando y rompiendo a la vez su aparente localismo…” Y nos dice Ramón Palomares: “Estar atento siempre, pendiente de ciertas zonas sensoriales, del sueño, de todo (…). Tú asumes el pájaro y lo encuentras con un espíritu de bosque (…). Tú tienes que salirte del poema como lenguaje y entrar en el poema como la vida, como visión, como sensación, como aire, como piedra, como roce…”
Fuente de la biografia: http://www.festivaldepoesiademedellin.org
TEXTOS EN ESPAÑOL / TEXTOS EM PORTUGUÊS
De
Ramón Palomares
Antología poética
Caracas: Monte Ávila Editores, 2004.
263 p. ISBN 980-01-1227-8
ENTRE EL RIO
A Edmundo Aray
Voy a entrar en un río
me quito la ropa y entro y le abro la puerta
y miro adentro de su casa
y voy a estar sentado en las sillas negras
y en los espejos;
cuando hable escucho que dice y qué quiere
y como manda a todos y dice que se vá a remolinear
y veré cuando sus patas empiecen a despedazar la ladera.
Tomaré agua de su corazón y me beberé su cuello
y haré gárgaras y escupiré adentro
y en los ojos le pondré piedras y le quitaré los diamantes
[y los pedazos de oro
y de ojos le pondré unos gatos
y veré qué vestidos se pone y como hace para correr
y si está durmiendo le escarbaré a ver qué sueña.
Yo vi que come el río y vi su mesa
y tenía platos como guayabas podridas y ganado muerto
[y casas
y todas las siembras que se llevó
y un hilo verde, muy verde, como un ángel.
Me estuve sentado viendo un gran campo que estaba
[debajo
y allí cantan todos y se ponían morados
hasta que se oyó una voz durísimo
y salieron iglesias y calles de las nubes
y todos corrieron
y comenzó el río a decir que se iba a morir.
ACTO DE MATAR
Que no le den com esse trueno
Que no estrellen su frente
Ay
— ¡Ya más no lo maten!
Cómo quedó el cuerpo sin seña
El alma sin rostro
Lo suben
Que se pudran antes de medianoche las manos que suben
[su cadáver
las bocas que hablan empujando a este muerto!
Que llegue pronto el día
para que el sol fije su luz
y aparte de esse cuerpo la noche.
BRINDIS EN ULLOA
Brindemos por esta población incipiente y por el clima
que si bien estos días se nos muestra enojoso
muy pronto cambiará por espléndidos soles
y clarísimos y azules y entibiados cielos
y vientos saludables.
Y brindemos por el pasado reciente
y cuya sombra aún no se ha perdido
!Y por los versos! — dijo Ulloa
Abrieron las ventanas para que la primera noche
la lluvia y el fuego
crecieran.
De
Ramón Palomares
ALEGRES PROViNCIAS
Un homenaje a Humboldt
Caracas: Alcaldía; Fundarte, 2003. 55 p.
Cantaré húmedo de flores llenándome de tierra nueva y lavando mi alma en pueblos mestizos.
Me negaba a aceptar que el mundo tuviera tales árboles, que el cielo detuviera todo el tiempo esa luz de permanente mediodía.
Y me empeñaba en convencerme de que todo no era más que una fábula, otra fe que me seguía para decirme:
—Alégrate, hás nacido de nuevo...
Y parecia entender que en adelante dondequiera llegase, desde mí, alrededor de mí, alguien, algo diría:
—Bienvenido a casa, estás en casa, hás llegado a casa.
* * *
Abriéndose desde el fulgor marino, aparecía el concierto de una extraña familia: la madre estaba sentada con sus hijos sobre ramas de coral; el padre, en esa raza que conserva la juventud hasta muy largos años, se confundia con sus hijos más altos, y todos comían de viandas vegetales raramente pausados y envueltos en una ténue claridad.
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Unión LIBRE
Editorial La Draga y el Dragón
Colección El Pulpo de la distancia
Curandero y fotografias
Enrique Hernández-D’Jesús
No. 39
19 de noviembre de 2011
Ramón
PALOMARES
de PAISANO (1964)
Juegos de infancia
CULEBRA
Echando candela, metiéndose en los oídos, bebiendo sangre
allá está, calladita
dejándose arrastrar
y como vino entre el viento, allá está
en el cuarto donde se come los pájaros
-les comió las plumas y las alas y después las patas
pero la cabeza se le va a atorar
y va a comenzar a cantar a medianoche
y se va a mover por los espejos
y a agarrarse de la cabeza del diablo que está en los rincones
y a decir ay
porque esa culebra tiene muchos diablos
y el sol le cayó encima
y por eso anda por todas partes, mordiendo, mordiendo,
hasta que se lo lleva a uno al infierno.
UN GAVILAN
Se paró el gavilán y se quedó pegado en las nubes
y ya no pudo dar más vueltas
y le dijeron:
Ya no podés hacer más hilo, ya no vas a poder tejer el cielo,
entonces todas las flores que estaban se pusieron tristes
y comenzaron a secarse
y entraron caminando en una cueva
y se veía una fila de gladiolas que iban rezando
y cuatro coronas de orquídeas y rosas
y así se estaba quieto el gavilán allá arriba
viendo que las montañas se habían puesto negras
y que los ríos parecían urnas;
cuando llegó un gran viento y dijo a resoplar
y estremecía los árboles como si fueran ropa colgada
y bajaron todas las estrellas y se pusieron a hablar
y salieron volando las nubes y dando vueltas
brincando por las colinas
y las praderas estaban muy contentas y les brillaban
{los dientes de risa.
Entonces se desató el gavilán y se sentó en una silla a beber
y se emborrachó y dijo a cantar
y nombró a todos los que habían venido para ayudarlo
y le parecían las alas como lunas
y los ojos que tenía era el sol que se le había metido en la
{cabeza
y a él se le llamaba el gran tejedor
porque anudó todo lo que había y puso en el cielo un barco
que va nadando, nadando
enseñando todos los sueños.
EL SOL
A Elisa Lerner
Andaba el sol muy alto como un gallo
brillando, brillando
y caminado sobre nosotros.
Echaba sus plumas a un lado, mordía con sus espuelas al cielo.
Corrí y estuve con él
allá donde están las cabras, donde está la gran casa.
Yo estaba muy alto entre unas telas rojas
con el sol que hablaba conmigo
y nos estuvimos sobre un río
y con el sol tomé agua mientras andábamos
y veíamos campos y montañas y tierras sembradas
y flores
cantando y riéndonos.
Allí andaba el sol
entre aquellas casas, entre aquellos naranjos,
como una enorme gallina azul, como un gran patio de rosas;
caminado, caminando, saludaba a uno y a otro lado;
hasta que me dijo:
Mi amigo que has venido de tan abajo
vamos a beber
y cayó dulce del cielo, cayó leche hasta la boca del sol.
PATAS ARRIBA EN EL TECHO
A Adriano González León
Yo sé dónde se encuentra
dónde está cantando ahora y comiéndose las hormigas
el pájaro que vuela arriba de las nubes
el que sabe andar por los sueños.
Estaba acostado patas arriba en el techo
murmurando que tenía ganas de matar
y espantando los perros que se le venían del cielo
y escupiendo los tigres
y diciendo:
Yo sí que voy a pegarle a los perros que se me vengan
yo sí que no les tengo nadita de miedo.
Y con las enormes alas azules les daba y les enterraba cuchillos
y me llamaba a mí y me decía:
Ayúdame, ayúdame.
Entonces terminó
y se puso a meterse entre todas las nubes
allá, muy lejos, cerca de una laguna.
ENTRE EL RIO
A Edmundo Aray
Voy a entrar en un río
me quito la ropa y entro y le abro la puerta
y miro adentro de su casa
y voy a estar sentado en las sillas negras
y en los espejos;
cuando hable escucho qué dice y qué quiere
y cómo manda a todos y dice que se va a remolinear
y veré cuando sus patas empiecen a despedazar la ladera.
Tomaré agua de su corazón y me beberé su cuello
y haré gárgaras y escupiré adentro
y en los ojos le pondré piedras y le quitaré los diamantes
{y los pedazos de oro
y de ojos le pondré unos gatos
y veré qué vestidos se pone y cómo hace para correr
y si está durmiendo le escarbaré a ver qué sueña.
Yo vi qué come el río y vi su mesa
y tenía platos como guayabas podridas y ganado muerto
{y casas
y todas las siembras que se llevó
y un hilo verde, muy verde, como un ángel.
Me estuve sentado viendo un gran campo que estaba debajo
y allí cantan todos y se ponían morados
hasta que se oyó una voz durísimo
y salieron iglesias y calles de las nubes
y todos corrieron
y comenzó el río a decir que se iba a morir.
EN EL PATIO
Pues me estuve entre las flores del patio
con las cayenas
gozando con las hojas y los rayos del cielo.
Aquí pongo mi cama y me acuesto
y me doy un baño de flores.
Y después saldré a decirles a las culebras y a las gallinas
y a todos los árboles.
Me estuve sobre las betulias y sobre las tejas de rosas
conversando, cenando, escuchando al viento.
Yo me voy a encontrar un caballo y seremos amigos.
Mañana le digo al sauco que me voy
hasta muy lejos, hasta allá donde están cantando los hombres,
donde corren los muertos y se entierran.
Yo caminaba por unos árboles, por unas hojas doradas
y me comía las estrellas, y me senté
y escuché la hierba alta y vi los ojos de una mujer
que brillaban como un diente
entonces arrojé una gran rama de naranjo
y todo quedó oscuro.
Tierra de nubes
EL NOCHE
A Oscar Sambrano Urdaneta
Aquí llega el noche
el que tiene las estrellas en las uñas,
con caminar furioso y perros entre las piernas
alzando los brazos como relámpago
abriendo los cedros
echando las ramas sobre sí,
muy lejos.
Entra como si fuera un hombre a caballo
y pasa por el zaguán
sacudiéndose la tormenta.
Y se desmonta y comienza a averiguar
y hace memoria y extiende los ojos.
Mira los pueblos que están
unos en laderas y otros agachados en los barrancos
y entra en las casas
viendo cómo están las mujeres
y repasa las iglesias por las sacristías y los campanarios
espantando cuando pisa en las escaleras.
Y se sienta sobre las piedras
averiguando sin paz.
Publicado en noviembre de 2011, enviado por Enrique Hernández-D’Jesús
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TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
Antonio Miranda y Ramón Palomares em la Feria Internacional
del Libro de Caracas, marzo 2011
ENTRE O RIO
Para Eduardo Aray
Vou entrar em um rio
tiro a roupa e entre e abro a sua porta
e olho dentro de sua casa
e vou-me sentar nas cadeiras negras
e nos espelhos;
quando fale escuto o que diz e o que quer
e como manda em todos e diz que vai redemoinhar
e verei quando suas patas comecem a despedaçar a ladeira
Tomarei água de seu coração e beberei seu pescoço
e farei gargarejos e cuspirei dentro
e nos olhos colocarei pedras e retirarei os diamantes
e os pedaços de outro
e nos olhos porei uns gatos
e verei que vestido usa e como faz para correr
e se está dormindo escarvarei a ver que sonha.
Eu vi o que come o rio e vi sua mesa
e tinha pratos como goiabas podres e gado morto e casas
todas as semeaduras que levou
e um fio verde, bem verde, como um anjo.
Estive sentado a ver um grande campo que estava embaixo
e ali cantam todos e punham-se arroxeados
até que se ouviu uma voz fortíssima
e saíram igrejas e ruas das nuvens
e todos correram
e começou o rio a dizer que ia morrer.
ATO DE MATAR
Que não lhe dêem com esse trovão
Que não colidem com sua fronte
Ai,
— Jamais o matem!
Como ficou o corpo sem senha
A alma sem rosto
Elevam-no
Que apodreçam antes da meia-noite
as mãos que sobre o cadáver
as bocas que falam empurrando este morto!
Que chegue logo o dia
para que o sol fixe sua luz
e aparte deste corpo a noite.
BRINDE EM ULLOA
Brindemos por este povoado incipiente e pelo clima
que se nestes dias se apresenta aborrecido
bem pronto cambiará por esplêndidos sóis
e claríssimos e azuis e temperados céus
e ventos saudáveis.
E brindemos por seu passado recente
em cuja sombra ainda não se perdeu
!E pelos versos! — disse Ulloa
Abriram as janelas para que na primeira noite
a chuva e o fogo
crescessem.
De Alegres províncias... (2003):
Cantarei úmido de flores enchendo-me de terra nova e lavando minha alma em povoados mestiços.
Negava-me a aceitar que o mundo tivesse tais árvores, que o céu detivesse todo o tempo esta luz de permanente meio-dia.
E me empenhava em convencer-me de que tudo não passava de uma fábula, outra fé que me seguia para dizer-me:
— Regozija-te, nasceste outra vez..
E parecia entender que a partir dali onde quer que chegasse, dede mim, arredor de mim, alguém, algo diria:
— Bem-vindo a casa, estás em casa, chegaste em casa.
***
Abrindo-se desde o fulgor marinho, aparecia o concerto de uma estranha família: a mãe sentada com seus filhos sobre ramos de coral; o pai, numa raça que conserva a juventude até a idade avançada, se confundia com seus filhos mais crescidos, e todos comiam de viandas vegetais raramente pausados e revestidos por uma tênue claridade.
Página republicada em abril de 2011
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