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ELEAZAR LEÓN
Licenciado en Letras de la Universidad Central de Venezuela, donde se desempeña como profesor en los talleres de poesía. Ha publicado Estación durable (1976), Cruce de caminos (1977), Palabras del actor en el café de la noche (1982), A la orilla de los días (1982) —ensayos— y Reverencial (1991), este
último título por Monte Ávila.
Poemas extraídos de DESCAMPADO (Caracas: Monte Ávila Editores, 1998)
TEXTOS EN ESPAÑOL / TEXTOS EM PORTUGUÊS
Cénit
Una chicharra teje a mediodía
el único deseo de su tonada. Es
un violín de una sola cuerda:
árbol y canto. Por
lo extremado de su número fijo
debe de ser un gran deseo. No
se sabe qué dice ni qué procura:
vibra nada más
en delirio monótono de lluvia.
No demasiado, no se le pida
mucho al canto sonámbulo
ni al deseo de la chicharra:
repite en el cénit
la sola claridad que conoce su sueño
sin variaciones ni riquezas, fija
y hermosamente fatal.
A la vuelta de un día será hojarasca
pero habrá conocido bajo la cúpula
de un cielo de inclemencias
ebriedad, consagración, fiesta, destino.
Camino de agua
Siguen cayendo en la memoria
lluvias que no cesaron. Llenan
el día y más allá, cubren el mundo
y es el agua primera del primer río
que nunca deja de ser un reino/ de ser un sueño
y es el agua primera de la sed sucesiva
y el agua última de los últimos labios
bebiéndola para siempre.
Nada como un desierto para soñar el agua.
Cara roja del viento/ nada como la arena
para desear hasta la inclemencia
que se cambien sus granos en gotas de sosiego
y las gotas se cambien en secreta simiente
y así el desierto sería mar
y la mar una tierra fértil.
La fiesta del universo es un camino de agua
Las estrellas navegan, las piedras, los destinos
y el barro que se junta en los rincones de anochecer.
También la polvareda de los vientos del mundo
volando y deshaciéndose.
LEÓN, Eleazar. Descampado. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamérica, 1998. 67 p. Col. Altazor. ISBN 980.01-1038-0 Ex. bibl. Antonio Miranda
HORA MANANTIAL
Dame tu desnudez para ver la pureza
de cuerpo enterro, como ver agua
en la cascada, tocar la espuma
en el oleaje, seguir la luz
sobre la piela de los recientes nacimientos.
De pie y desnuda danzas
al apenas andar por la habitación,
qué jardines mojados tus cabelos de lluvia,
tus brazos cargan flores, puedes tenderte
y germinar y amenazar, sobre tus párpados
se posa el sol, sabes a fruta
tocada por el verano, ven y confíame
tu ondulación, tu sed, toda la boca
se me llena de nubes, destilas miel
de intimidad madura, noches perdidas
en que fuiste promesa y no te tocaron
y ahora el rocío empapa tus muslos
y tu vientre abrasa.
En dos vueltas de luna nacen tus senos.
Eres la fiesta de la tierra.
Tan suaves animales pertenecemos a la muerte
pero esta hora es manantial.
Sé virtuosa y desnúdate, el amor
es la pureza que va quedando.
DANZA DE HORAS
Remolinos de hojas entregan su caíoda
al azar de la tierra.
Si llamamos destino
a la danza de hojas en el pensamento del viento
el destino no sabe nada
o si lo sabe yerra para confundir los ojos del hombre
que se mueven en dirección de la perdida.
Conocer no es tener y tener no es vivir.
Por eso los caminos del mundo
son un desfile e los ojos viandantes
que en nada están y en todo se recuerdan.
Restan las hojas
al arribar el remolino al punto más alto
y empezar a caer sobre una cara que nada espera.
Poco importa su rumbo, nada más
el impulso de vuelo las justifica.
A fin de cuentas su designio
es levantarse y caer
en amistad con sol y lluvia, también viajeros.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
Zênite
Um cigarra tece ao meio-dia
o único desejo de sua toada. É
um violino de uma corda só:
árvore e cano. Pelo
exagerado de seu número fixo
deve ser um grande desejo. Não
se sabe o que diz nem o que procura:
vibra nada mais
em delírio monótono de chuva.
Não demais, não se lhe peça
tanto ao canto sonâmbulo
nem ao desejo da cigarra:
repete no zênite
a única claridade que seu sonho conhece
sem variações nem riquezas, fixa
e belamente fatal.
De regresso de um dia será folhagem
mas terá conhecido sob a cúpula
de um céu de inclemências
embriaguez, consagração, festa, destino.
Caminho de água
Seguem caindo na memória
chuvas que não cessaram . Preenchem
o dia e mais além, cobrem o mundo
e é a água primeira do primeiro rio
que nunca deixa de ser um reino, de ser um sonho,
e é a água primeira da sede sucessiva
e a água última dos últimos lábios
bebendo-a para sempre.
Nada como um deserto para sonhar a água.
Cara vermelha do vento, nada como a areia
para desejar até a inclemência
que se permutem seus grãos em gotas de sossego
e as gotas se transformem em secreta semente
e assim o deserto seria mar
e o mar a terra fértil.
A festa do universo é um caminho de água.
As estrelas navegam, as pedras, os destinos
e o barro que se junta nos rincões do anoitecer.
Também a poeira dos ventos do mundo
voando e desfazendo-se.
HORA MANANCIAL
Dê-me tua desnudez para ver a pureza
do corpo inteiro, como ver a água
na cascata, tocar a espuma
na oleagem, seguir a luz
sobre a pele dos recentes nascimentos.
De pé e desnuda danças
apenas andando pelo quarto,
que jardins molhados teus cabelos de chuva,
teus braços carregam flores, podes estender-te
e germinar e ameaçar, sobre tuas pálpebras
repousa o sol, tens o sabor da fruta
tocada pelo verão, vem e confia-me
tua ondulação, tua sede, toda a boca
me enche de nuvens, destilas mel
de intimidade madura, noites perdidas
em que eras promessa e não te tocaram
e agora a névoa embebe teus músculos
e teu ventre abrasa.
Em duas voltas de lua nascem teus seios.
És a festa da terra.
Tão suaves animais pertencemos à morte
mas esta hora é manancial.
Sei que és virtuosa e desnuda-te, o amor
é a pureza que vai ficando.
DANZA DAS HORAS
Redemoinhos de folhas entregam sua queda
à sorte da terra.
Se chamamos o destino
à dança de horas no pensamento do vento
o destino não sabe nada
ou se sabe erra para confundir os olhos do homem
que se movem em direção da perda.
Conhecer não é ter e ter não é viver.
Mas os caminhos do mundo
são um desfile aos olhos viajantes
que em nada estão e em tudo se recordam.
Restam as folhas
ao chegar o redemoinho ao pondo mais elevado
e começar a cair sobre um rosto que nada espera.
Pouco importa o seu rumo, nada mais
o impulso de voo as justifica.
Afinal de contas seu desígnio
é levantar-se e cair
em amizade com sol e chuva, também viajantes.
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http://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/venezuela/venezuela.htm
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Página publicada em julho de 2009.
Página ampliada em janeiro de 2021.
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