LUIZ BRAVO
Luis Bravo (Montevideo, 5 de julio de 1957) es un poeta, crítico literario, performer y profesor uruguayo, integrante de la «generación del 80».
Nació en Montevideo en 1957 donde cursó sus estudios y egresó del Instituto de Profesores Artigas como profesor de literatura. A principios de los años 1980, formó junto a otros jóvenes poetas, «Grupo Uno», conjunto que alineaba lo más vanguardista de la poesía local, a través de performances influenciadas por la contracultura de los años 70 y el concretismo brasileño.
Hacia 1985, al final de la dictadura cívico-militar en Uruguay, organizó el Festival de Poesía, donde se expusieron las manifestaciones más juveniles del país. En esa oportunidad realizó su primera performance pública en el Teatro del Anglo.
En 1990 obtuvo una beca para estudiar en España, donde residió por varios meses. Para ese entonces ya había publicado varios poemarios. En la década del 2000 comenzó a trabajar en el Instituto de Profesores Artigas y en la Universidad de Montevideo, como docente de Literatura Universal e Iberoamericana.
Fue invitado a festivales internacionales de poesía y participó en programas de radio y en la prensa escrita. Ganó varias becas sobre trabajos de investigación que recorren a diversos autores, épocas y estilos.
En 1993 y 2006 cogestionó el Festival Internacional de Poesía en Uruguay.
Ejerce la crítica literaria desde 1980 en diversos medios nacionales: Brecha — fue coeditor de los libros de ese semanario entre 1995-98—, Cuadernos de Marcha, Graffiti, El País Cultural, La República, Hermes Criollo, entre otros.
Fuente de la biografia: wikipedia
TEXTO EN ESPAÑOL - TEXTO EM PORTUGUÊS
Extraído de
POESIA SEMPRE – Revista Semestral de Poesia – Ano 2 Número 4 – Rio de Janeiro - Agosto 1994 - Fundação Biblioteca Nacional. ISSN 0104-0626 Ex. bibl. Antonio Miranda
Círculo de sangre
Hay un tiempo en que uno llega al colmo de su finitud.
No es la muerte, sino el tránsito interrumpido.
(Pudiera ser la muerte un tránsito a otra carretera, en naves
diferentes, pero no es el tema).
En el colmo de la finitud uno no sabe,
o sabe, pero no sabe como hacerlo
como ser el otro que ya es.
Cualquier adolescente sabe, y años después lo olvida,
que parirse fue un festín de sangre.
Después viene un cierto remanso
pero la vida es un circuito de sangre
los hijos nacen envueltos en su roja gasa.
El tiempo va tiñiendose de líquidos diversos
lágrimas, leches, orina
jugos, lluvia, alcohol y
otra sangre empieza a circular sin aviso
imprevisible.
Se anuncia con pequeños charcos, vuelve el llanto,
inexplicable, como el llanto del bebé tantas noches.
Uno no sabe, no quiere saber, o no sabe saber
qué partes de lo que existe
— eso que uno era, y es, y ya no es —
vienen reclamando otras corrientes.
La sangre de la metamorfosis prosigue, implacable,
como una ley que la naturaleza sedentaria
concibe pasajera como la sed
pero la sed hace al desierto
y uno corre por la arena, descaman sus pies
el espejo se deshoja, y uno cree que sólo es espejismo
cree que con jugar un poco con la visión
con enamorarse de ella
con tirarse en la onda expansiva ésta desaparecerá.
Tiempo después se da cuenta
que está empapado en un circulo de sangre,
suya, pero irreconocible, suya pero otra,
ajena de tan real. Su otro líquido.
Es cuando uno no sabe, no quiere saber, o no sabe saberlo
que su sangre, la otra, se ha ido
para siempre
por el extraño, inexplicable, onírico, implacable
orificio del tiempo.
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
Círculo de sangue
Há um instante em que se chega ao cúmulo da finitude.
Não é a morte, mas o trânsito ininterrupto
(Poderia ser a morte um trânsito a outra estrada, em
naves diferentes,
mas não é o caso.
No cúmulo da finitude a gente não sabe,
ou sabe, mas não como fazer
Como ser o outro que já é.
Qualquer adolescente sabe, e anos depois esquece,
quer ser parido foi um festim de sangue.
Depois vem um certo remanso
mas a vida é um círculo de sangue
os filhos nascem envolvidos na gaze vermelha.
O tempo vai tingindo-se de líquidos diversos
lágrimas, leite, álcool e
outro sangue começa a circular sem aviso
imprevisível.
Anunciado com pequenas poças, volta o pranto,
inexplicável, como o pranto do bebê tantas noites.
Não se sabe, não quer saber, ou não sabe saber
que partes do que existe
— aquilo que a gente era, e é, e já não é —
vêm reclamando outras correntes.
O sangue da metamorfose prossegue, implacável,
como uma lei que a natureza sedentária
concebe passageira como a sede
mas a sede faz o deserto
e a gente corre pela areia, descamam seus pés
o espelho se desfolha, e a gente crê que é apenas espelhismo
crê que jogando um pouco com a visão
com enamorar-se dela
com jogar-se na onda expansiva ela desaparecerá.
Tempo depois percebe
que está empapado em um círculo de sangue,
sua, mas irreconhecível, sua mas outra,
alheia de tão real. Seu outro líquido.
É quando a gente não sabe, não quer saber, ou sabe sem saber
que seu sangue, o outro, se foi
para sempre
pelo estranho, inexplicável, onírico, implacável
orifício do tempo.
Página publicada em dezembro de 2017
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