AÍDA CARTAGENA PORTALATIN
(1918-1994)
Aída Cartagena Portalatín, poeta, narradora y ensayista dominicana. Nació en Moca, el 18 de junio de 1918, y falleció en Santo Domingo, el 3 de junio de 1994.
Cursó sus estudios elementales y secundarios en su pueblo natal, Moca.1 Luego se trasladó a la capital dominicana e ingresó a la Universidad de Santo Domingo donde se doctoró en Humanidades. Realizó estudios de postgrado en museografía y Teoría de las Artes Plásticas en la Universidad de París.
Durante varios años fue profesora de Historia del Arte e Historia de la Civilización en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Dirigió los cuadernos literarios Brigadas Dominicanas y la revista de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Trabajó como consejera de la Unesco en París (1965) y formó parte del jurado del Premio de Casa de las Américas, en La Habana (1977). Sus constantes viajes a Europa, América Latina y África enriquecieron considerablemente su obra literaria y sus investigaciones en el campo de la historia del arte. Militó en la agrupación La Poesía Sorprendida que reunía a los poetas más elitistas del país de los años 40 y 50.
Fue una de las pocas escritoras dominicanas de la primera mitad del siglo XX que logró levantar e imponer enérgicamente su voz en un medio literario predominantemente masculino. Poemas suyos como "Estación en la tierra", "Una mujer está sola" y "La casa" confirman la soledad y la rebeldía que caracteriza la mayor parte de sus textos y fortalecen, al mismo tiempo, el sentido social de una producción literaria que en su conjunto aboga por situar a la mujer de su época en su justo espacio y dimensión. Su novela Escalera para Electra fue finalista del Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en 1969. Es la escritora dominicana más antologada y estudiada del siglo XX. Murió en Santo Domingo el 3 de junio de 1994.
Poesía: Víspera del sueño. Santo Domingo: Ediciones de la Poesía Sorprendida, 1944; Del sueño al mundo. Santo Domingo: Ediciones de la Poesía Sorprendida, 1945; Mi mundo el mar. Santo Domingo: Editora Stella, 1953; Una mujer está sola. Santo Domingo: Editora Stella, 1955; La voz desatada. Santo Domingo: Editora La Nación, 1962; La tierra escrita. Santo Domingo: Editora Arte y Cine, 1967; Yania tierra. Santo Domingo: Colección Montesinos, 1981; En la casa del tiempo. Santo Domingo: Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1984; Infancia en el recuerdo. Fuente: wikipedia.
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
DE LA AUSENCIA TUYA
Ausencia tuya nunca ha estado sola:
tu recuerdo es el pasaporte de mis viajes.
si tu ausencia fuera la ausencia de los otros,
y te presintiera como estrella lejana, vacilante,
entonces, no sería tu ausencia la ausencia,
sería el dolor de la muerte.
Tu palabra fue más que una palabra
y te hice ídolo en mi templo en llamas,
donde estaremos hasta siempre... ¡la muerte!
Si tu ausencia no se hubiera eternizado,
como una luz o una sombra,
yo no estaría ausente.
En un continuo viaje iría hacia ti,
persiguiendo tu presencia.
SED DEL DOLOR
El llanto de la tarde se apagó en la montaña
las palomas del sueño se han herido en las alas
la infinita ternura con que el olvido
acuna el dolor
para hacerlo olvidar
es una queja vaga rezagada en la arena
donde el dolor se abre
pero el agua no llega.
UNA MUJER ESTÁ SOLA
Una mujer está sola. Sola con su estatura.
Con los ojos abiertos. Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
con la figura acelerada ante los ojos del amor.
Una mujer está sola. Sujetando con sus sueños sus sueños,
los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas.
Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana,
móvil, a la deriva, perdido el sentido
de la palabra propia, de su palabra inútil.
Una mujer está sola. Piensa que ahora todo es nada
y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere en la muerte.
Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose.
Una mujer está sola. Siente, y su verdad se ahoga
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.
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Portal de Poesía Iberoamericana:
http://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/rep_dominicana/repub_dominicana.html
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
DE TUA AUSÊNCIA
Ausência tua nunca esteve sozinha:
tua lembrança é o passaporte de minhas viagens.
Se tua ausência fosse a ausência de outros,
e te pressentisse como estrela distante, vacilante,
seria a dor de morte.
Tua palavra foi mais que uma palavra
e te transformei em ídolo em meu templo em chamas,
onde estaremos para sempre... a morte!
Se tua ausência não fosse eternizada,
como uma luz ou uma sombra,
eu não estaria ausente.
Em uma viagem contínua iria até ti,
perseguindo tua presença.
SEDE DE DOR
O pranto da tarde dissolveu-se na montanha
as pombas do sonho feriram as asas
a infinita ternura com que o esquecimento
embala a dor
para fazê-la esquecer
é um queixa vaga atrasada na areia
onde a dor se abre
mas a água não chega.
UMA MULHER ESTÁ SOZINHA
Uma mulher está sozinha. Sozinha com sua estatura.
Com os olhos aberto. Com os braços abertos.
Com o coração aberto com um enorme silêncio.
Espera na desesperada e desesperante noite
sem perder a esperança.
Pensa que está no barco almirante
com a luz mais triste da criação.
Já içou velas e se deixou levar pelo vento norte
com a figura acelerada ante os olhos do amor.
Uma mulher está sozinha. Suportando com seus
sonhos seus sonhos,
os sonhos que lhe restam e todo o céu das Antilhas.
Séria e calada frente ao mundo que é uma pedra humana,
móvel, à deriva, perdido o sentido
da própria palavra, de sua palavra inútil.
Uma mulher está sozinha, Pensa que agora tudo é nada
e ninguém diz nada da festa ou o luto
do sangue que salta, do sangue que jorra,
do sangue que festa ou morre na morte.
Ninguém se adianta oferecendo-lhe uma roupa
para vestir uma voz que desnuda soluça soletrando.
Uma mulher está sozinha. Sente, e sua verdade se afoga
em pensamentos que traduzem a beleza da rosa,
da estrela, do amor, do homem e de Deus.
Página publicada em março de 2017