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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS

JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS

Nació en la ciudad de México el 31 de octubre de 1965.

Fue becario del Centro Mexicano de Escritores 1988-1989); del Instituto Nacional de Bellas Artes (1991-1992) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (1992-1993). Pertenece al Sistema Nacional de Creadores desde 2001.

Premio Nacional de las Juventudes Alfonso Reyes 1989, convocado por el Instituto Tecnológico de Monterrey por su libro La música de las esferas. premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 1995. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2000, con el libro Los hábitos de la ceniza.

 

TEXTOS EN ESPAÑOL     /     TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

Soledad

 

Nadie va a salvarnos.

Ni el amor, ni la fe, ni la palabra.

Nadie va a saber que fuimos tantos

embarcados en el haz de la ternura,

angustiados y desnudos,

errantes y remotos.

 

Nadie hablara por nadie.

A cada quien se le rompe el alma

con sus propios días mal escritos

o se le seca la espiga del mundo

cuando apenas la roza con sus manos.

 

Nadie va a defendernos

de la querella del silencio

ni a amarrarnos el nudo de la vida

o de los zapatos. Nadie
va a lavarnos de noche el corazón

con las gotas apuradas del sueño o del carlño

para aliviarnos del rudo, misterioso animal

que ama y carga nuestro nombre por el mundo.

 

Nadie va a salvarnos

de morir siempre a destiempo

prematura o viejamente agradecidos de lo simple,

aguerridamenfe tristes, y juntos, en la muerte.

Nadie va a mirarnos rodar en la ceniza

(somos incompetentes para la eternidad).

Nadie buscará los sitios

donde trazamos el alma alguna noche

con el mudable entusiasmo del amor o del instante.

No quedará tal lugar.

No quedarán los aromas ni los días ni los ecos.

 

Nadie va a explicarnos

porque estar aquí es ver morir una estrella en la nieve,

prender una fogata en la noche,

quemarnos los parpados con lágrimas azules,

fumar un cigarro antes de que la lluvia termine.

 

No tenemos tiempo de saberlo todo ni de amarlo todo.

Nadie fabrica el pan de lo divino.

Hemos jurado tantos nombres en vano.

y hemos caído alguna noche de rodillas

cerrando los ojos

porque el silencio fue la única oración

que guardaron nuestros labios,

pero no basto para decirle a dios

que estamos solos.     

 

Solos frente a la primera lluvia

de una infancia de aguaceros,

frente a los trenes negros de una interminable madrugada,

bajo la sombra del oyamel

que perfumó las manos de mi abuela

en una helada montaña donde aprendieron mis pies a caminar.

 

Solos junto al grito de dolor de los que se aman,

solos en el instante desnudo de la gracia o la verdad

solos junto al fruto

de ese cuerpo que amanece en nuestros brazos.

 

Solos en la espesura ancestral de nuestros muertos

y en los barcos donde zarpa la dicha o la amargura

y junto a ese desconocido que todos los días

se quita lentamente la máscara, el abrigo y las palabras

frente a la noche del mundo.

 

Nadie va a salvarnos.

Nadie va a saber que lo sabemos.

 

 

 

 

FERNÁNDEZ GRANADOS, JorgePrincipio de incertidumbre.  México, DF: Ediciones Era, 2007.  100 p.  14x21 cm.  Coedición: Universida de las Américas, Gobierno del Estado de San Luis Potosí, Secretaría de Cultura. 

 

Credo

 

nunca

nunca tiene sentido

nunca tiene sentido esa descarga

nunca tiene sentido esa descarga de fuerza

nunca tiene sentido esa descarga desigual de fuerza
nunca tiene sentido esa descarga desesperada de fuerza
nunca tiene sentido esa fuerza desigual y desesperada
nunca tiene sentido esa desigualdad de la fuerza

nunca tiene sentido esa desigualdad

nunca la fuerza sin sentido

nunca la fuerza

nunca

 

 

 

     Credo

 

 

         nunca faz sentido
         nunca faz sentido essa descarga
         nunca faz sentido essa descarga de força
         nunca faz sentido essa descarga desigual de força
         nunca faz sentido essa descarga desesperada de força
         nunca faz sentido essa força desigual e desesperada
         nunca faz sentido essa desigualdade de força
         nunca faz sentido essa desigualdade
         nunca a força sem sentido
         nunca a força
         nunca

 

 

 

BESTIARIO INMEDIATO – muestra de poesia mexicana contemporânea. Prólogo y compilación César Arístides.  Ciudad de México: Ediciones Coyoacán, 2000.  129 p. +7 hojas. 13x21 cm.  Ilustraciones: Juan Manuel Ramos López.  ISBN 970-633-171-9  Ex. bibl. Antonio Miranda

 

 

LAGARTO

 

 

Camina como un dragón caído que fue despojado del fue­go y de las alas. Sobreviviente de una raza de gigantes, hoy luce el agazapado apetito de la demora, el lento, hastiado zigzaguear de un pesimista. Es una piedra en el centro del desierto. Hay otro tiempo detrás de sus ojos (ágata). Sólo parece esperar la noche de un interminable crepúsculo. Su sangre necesita al sol para recordar que vive. No conoce la tibieza ni la piedad. El mundo que aún habita derrocó su dinastía y él aborrece a este enfriado planeta como se abo­rrecen dos viejos y sabios enemigos. Aseguran que su carne, a pesar de todo, es curativa. En el mediodía del mundo, sus rascacielos huesos fueron la formidable forma de la fuerza. Hoy son pequeños y casi están extintos. Ya no lanzan fue­go: de su hocico asoma sólo una tensa lengua roja que tie­ne menos del dragón que de la salamandra; pero sus pupilas aún conservan el brillo prehistórico del ámbar, y parecen mirarnos desde el fin del mundo.

 

 

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TEXTOS EM PORTUGUÊS
 Tradução de Antonio Miranda

 Ninguém vai nos salvar.
Nem o amor, nem a fé, nem a palavra.
Ninguém vai saber que fomos tantos
embarcados na face da ternura,
angustiados e despidos,
errantes e remotos.

Ninguém falará por ninguém.
A cada quem se rompe a alma
com seus próprios dias mal escritos
ou lhe seca a espiga do mundo
quando apenas roça com suas mãos.

Ninguém vai defender-nos
da  querela do silêncio
nem amarrar-nos o nó da vida
ou dos sapatos. Ninguém
vai levar-nos pela noite o coração
com as gotas apressadas do sonho ou do carinho
para aliviar-nos do rude, misterioso animal
que ama e leva nosso nome pelo mundo.

Ninguém vai salvar-nos
de morrer sempre a destempo
prematura ou tardiamente agradecidos do simples,
aguerridamente tristes, e juntos, na morte.
Ninguém vai ver-nos rodar na cinza
(somos incompetentes para a eternidade).
Ninguém buscará os lugares
onde traçamos a alma alguma noite
com o mutável entusiasmo do amor ou do instante.
Não restará tal lugar.
Não restarão os aromas nem os dias nem os ecos.
Ninguém vai explicar-nos
porquê estar aqui  e ver morrer uma estrela na neve,
acender uma fogueira na noite,
queimar-nos as pálpebras com lágrimas azuis,
fumar um cigarro antes que a chuva cesse.

Não temos tempo para saber tudo nem amar tudo.
Ninguém faz o pão do divino.
Juramos tantos nomes em vão
e caímos alguma noite de joelhos
fechando os olhos
porque o silêncio foi a única oração
que nossos lábios  guardaram,
mas não bastou para dizer-lhe um a deus
que estamos sós.

Sós diante da primeira chauva
de uma infância de aguaceiros,
diante de trens negros de uma interminável madrugada,
na sombra do oyamel*
que perfumou as mãos de minha avó
numa gelada montanha onde meus pés aprenderam a caminhar.

Sozinhos junto ao grito de dor dos que se amam,
sozinhos no instante descarnado da graça ou da verdade
sozinhos junto ao fruto
desse corpo que amanhece em nossos braços.

Sozinhos na espessura ancestral de nossos mortos
e nos barcos onde zarpa a felicidade ou a amargura
e junto desse desconhecido que todos os dias
arranca lentamente a máscara, o abrigo e as palavras
diante da noite do mundo.

Ninguém vai salvar-nos.
Ninguém vai saber o que sabemos.

 

* m. Árvore da família da abietáceas, da América Central, cuja madeira  é aproveitada principalmenta na fabricação do papel.

 

LAGARTO

 

Caminha como um dragão caído que foi despojado do fogo e de suas asas. Sobrevivente de uma raça de gigantes, hoje ostenta o agachado apetite da demora, o lento, lento zigzaguear de um pessimista. É uma pedra em pleno deserto. Um outro tempo por detrás de seus olhos (ágata). Apenas parece esperar a noite de um interminável crepúsculo. Seu sangue necessita do sol para lembrar que vive. Não conhece a tepidez nem a piedade. O mundo que ainda habita derrotou sua dinastía e ele fica aborrecido  neste planeta resfriado como ficam aborrecidos os velhose sábios inimigos. Garantem que sua carane, apesar de tudo, é curativa. No meio-dia do mundo, seu arranha-céu de ossos foi a formidável forma da força. Agora são pequenos e quase estão extintos. Já não lançam fogo: de seu focino surge apenas uma tensa língua vermelha que menos de dragão que de salamandra; mas suas pupilas ainda conservam o brilho pré-histórico do ámbar, e parecer mirar-nos desde o fim do mundo.

 

 

CALDERÓN,  Ali, dirección.  La luz que va dando nombre.  Veinte años de poesía en México 1965-1985. Selección de José Antonio Escobar, Jorge Mendonza y Alvaro Solís.  Prólogo de Jorge Mendonza y Ali Calderón.  Puebnla, México: Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, 2007.  208 p.  13 x 21 cm  ISBN 978-968-5122-90-0   Ex. bibl. Antonio Miranda

 

 

                               EL LIENZO

 

             No puedo saber
cuánto hilo le faltará a mis manos
para terminar la tela.
Creo que ha sido la blancura
su tenue vocación y su misterio.
La trama no es más profunda
que el inocente azar de su dibujo
y la solitaria fe que cifra el ritmo
de mis manos a la urdimbre.
Quizás esta tele es toda para el viento,
vela para un largo viaje en la inmensura
de un lento mar que llama, lejos.

      

 

 

                A TELA

 

       Não consigo saber
quanto que vai faltar às minhas mãos
pra terminar este quadro.
Creio que foi a brancura
sua tênue vocação e seu mistério.
O enredo não é mais profundo
que o inocente acaso de seu desenho
e a solitária fé que cifra o ritmo
de minhas mãos ao enredo.
Talvez este quadro é todo para o vento,
vela para uma longa viagem na imensidão
de um lento mar que chama, de longe.

 

 

Página publicada em setembro de 2009; ampliada em setembro de 2015. Ampliada em julho de 2017. Ampliada em novembro de 2019.

 


 

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