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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



uente: http://sololiteratura.com/sab/sabobras.htm

 

JAIME SABINES

(1926-1999)

 

Poeta y ensayista mexicano nacido en Tuxtla Gutiérrez. Estudió Filosofía y Letras.

 

Libros de poesía: Horal (1950), La señal (1951), Adán y Eva (1952); Tarumba (1956), Diario Semanario y poemas en prosa (1961), Poemas Sueltos (1951-1961), Yuria (1967), Maltiempo (1972), Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (1973), Otros Poemas Sueltos (1973-1994).

 

Página más completa sobre el autor: http://sololiteratura.com/sab/sabsemblanza.htm

 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  /  TEXTOS EM PORTUGUÊS 

 

LENTO, AMARGO ANIMAL...

 

Lento, amargo animal

que soy, que he sido,

amargo desde el nudo de polvo y agua y viento

que en la primera generación del hombre pedía Dios.

 

Amargo como esos minerales amargos

que em las noches de exacta soledad

—maldita y arruinada soledad

sin uno mismo —

trepan a la garganta

y, costras de silencio,

asfixian, matan, resucitan.

 

Amargo como esa voz amarga

prenatal, presubstancial, que dijo

nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,

que murió nuestra muerte,

y que en todo momento descubrimos.

 

Amargo desde dentro,

desde lo que no soy,

— mi piel como mi lengua —

desde el primer viviente,

anuncio y profecía.

 

Lento desde hace siglos,

Remoto — nada hay detrás —,

Lejano, lejos, desconocido.

 

Lento, amargo animal

que soy, que he sido.

CODICIADA, PROHIBIDA....

 

Codiciada, prohibida,

cercana estás, a un paso, hechicera.

Te ofreces con los ojos al que pasa,

al que te mira, madura, derramante,

al que pide tu cuerpo como una tumba.

Joven maligna, virgen,

encendida, cerrada,

te estoy viendo y amando,

tu sangre alborotada,

tu cabeza girando y ascendiendo,

tu cuerpo horizontal sobre las uvas y el humo.

Eres perfecta, deseada.

Te amo a ti y a tu madre cuando estáis juntas.

Ella es hermosa todavía y tiene

lo que tú no sabes.

No sé a quién prefiero

cuando te arregla el vestido

y  te suelta para que busques el amor.

 

 

DESPUÉS DE TODO

 

Después de todo -pero después de todo-

sólo se trata de acostarse juntos,

se trata de la carne,

de los cuerpos desnudos,

lámpara de la muerte en el mundo.

 

Gloria degollada, sobreviviente

del tiempo sordomudo,

mezquina paga de los que mueren juntos.

 

A la miseria del placer, eternidad,

condenaste la búsqueda, al injusto

fracaso encadenaste sed,

clavaste el corazón a un muro.

 

Se trata de mi cuerpo al que bendigo,

contra el que lucho,

el que ha de darme todo

en un silencio robusto

y el que se muere y mata a menudo.

 

Soledad, márcame con tu pie desnudo,

aprieta mi corazón como las uvas

y lléname la boca con su licor maduro.

 

 

ME TIENES EN TUS MANOS

 

Me tienes en tus manos

y me lees lo mismo que un libro.

Sabes lo que yo ignoro

y me dices las cosas que no me digo.

Me aprendo en ti más que en mi mismo.

Eres como un milagro de todas horas,

como un dolor sin sitio.

Si no fueras mujer fueras mi amigo.

A veces quiero hablarte de mujeres

que a un lado tuyo persigo.

Eres como el perdón

y yo soy como tu hijo.

¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?

¡Qué distante te haces y qué ausente

cuando a la soledad te sacrifico!

Dulce como tu nombre, como un higo,

me esperas en tu amor hasta que arribo.

Tú eres como mi casa,

eres como mi muerte, amor mío.

 


TEXTOS EM PORTUGUÊS

Versão de Antonio Miranda

 

LENTO, AMARGO ANIMAL

 

Lento, amargo animal

que sou, que já fui,

amargo desde o nó do pó e água e vento

que a primeira geração do homem pedia Deus.

 

Amargo como esses animais amargos

que nas noites de exata solidão

— maldita e arruinada solidão

sem a gente –

sobem à garganta

e, crostas de silêncio,

asfixiam, matam, ressuscitam.

 

Amargo como essa voz amarga

pré-natal, pré-substancial, que disse

nossa palavras, que andou nosso caminho,

que morreu nossa morte,

e que em todo instante descobrimos.

 

Amargo desde dentro,

desde o que não sou,

— nem pele como minha língua —

onde o primeiro vivente,

anúncio e profecia.

 

Lento faz já séculos,

remoto — não há atrás —,

distante, longe, desconhecido.

 

Lento, amargo animal

que sou, que já fui.

COBIÇADA, PROIBIDA…

 

Cobiçada, prohibida,

próxima estás, a um passo, feiticeira.

Te ofereces com os olhos ao que passa,

ao que te olha, madura, ofertante,

ao que pede teu corpo como uma tumba.

Jovem maligna, virgem,

Incendiada, fechada,

estou te vendo, amando,

teu sangue efervescente,

tua cabeça girando e subindo,

teu corpo horizontal sobre as uvas e o fumo.

És perfeita, cobiçada.

Amo a ti e a tua mãe quando estão juntas.

Ela é bela ainda e tem

o que tu não sabes.

Não sei a quem prefiro

quando te arruma o vestido

e te libera para que busques o amor.

 

 

DEPOIS DE TUDO

 

Depois de tudo —mas depois de tudo—

só se trata de deitarmos juntos,

se trata da carne,

dos corpos despidos,

lâmpada da morte no mundo.

 

Glória degolada, sobrevivente

do tempo surdo-mudo,

pagamento mesquinho dos que morrem juntos.

 

À miséria do prazer, eternidade,

condenaste a busca, o injusto

fracasso, encadeaste a sede,

cravaste o coração a um muro.

 

Se trata de meu corpo ao qual bendigo,

contra o qual luto,

o que há de dar-me tudo

no silêncio encorpado

e o que morre e às vezes mata.

 

Solidão, marca-me com teu pé desnudo,

aperta meu coração com as uvas

e enche-me a boca com seu licor maduro.

 

 

ME TENS EM TUAS MÃOS

 

Me tens em tuas mãos

e me lês tal como um livro.

Sabes o que ignoro

e me dizes coisas que não me digo.

Aprendo em ti mais que em mim mesmo.

És como um milagre de todas as horas,

como uma dor sem lugar.

Se não fosses mulher serias meu amigo. 

Às vezes quero falar-te de mulheres

que a um lado teu persigo.

És como o perdão

e eu sou como teu filho.

Que bons olhos tens quando estás comigo?

Que distante te colocas e que ausente

quando à solidão te sacrifico!

Doce como teu nome, como um figo,

me esperas em teu amor até que arrimo.

És como minha casa,

és como minha morte, meu amor.



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