Foto: Archivo CNL-INBA
DIONICIO MORALES
Cunduacan, Tabasco, México.
Premio de Poesía Carlos Pellicer para el mejor libro publicado en 2003.
texto en español - texto em português
LA OTRA –7 - REVISTA DE POESIA – ARTES VISUAIS – OTRAS LETRAS – ano 2 – abril – junio 2000. México – DF, 2000. ISSN 1305-5143 Ex. bibl. Antonio Miranda
EL ÁRBOL
Frente a la puerta de la casa donde vivo
hay un árbol muy viejo, alto, grande,
desmochado de aqui, de allá, a mansalva,
por algún hijueputa — así décimos en mi pueblo —
que en tiempos lejanos quiso derribarlo.
El árbol todavia tiene ganas de vivir.
Se afierra al único sostén: su altura.
La tierra negra, desgastada por el tráfego
y el ocioso cemento sque cubren sus raíces,
a veces se compacen de él.
Unas ramas medio verdes, amarillentas,
se alzan insolentes en el día, en la noche,
con lluvia o sol, entre una y outra
calamidade que um Dios ciego descarga
irreverente sobre su sabio tronco.
Cuando viaja el verano silencioso
llega el otoño, como ahora.
Su tallo lívido no resiente los câmbios.
En sus gajos ocres y secos crece la soledad
con un sigilo creador de eternidades.
En el invierno, la clorofila se contrae
por falta de luz. El horizonte
cobre toda orfandade desmemoriada.
Así el hombre. Como este viejo árbol sombrado
frente a la puerta de la casa donde vivo,
cumple su ciclo, reverdece con los años,
en otra tierra,
con nuevas gentes,
en cualquier lado.
texto em português
Tradução de Antonio Miranda
A ÁRVORE
A Veronica Volkow
Diante da porta da casa onde moro
tem uma árvore bem antiga, alta, enorme,
podada daqui, de lá, impunemente,
por algum filho da puta — assim dizem em minha terra—
que em tempos distante quis derrubá-la.
A árvore ainda tem vontade de viver.
Se agarra a um único sustento: sua altura.
A terá escura, desgastada pelo tráfego
às vezes se apiedam dela.
Uns ramos meio verdes, amarelentos,
se elevam insolentes de dia, de noite,
com chuva ou sol, entre uma e outra
calamidade que um Deus cego descarrega
irreverente sobre seu sábio tronco.
Quando o verão se vai, silencioso
chega o outono, como agora.
Seu talo não sente as mudanças.
Nos seus galhos ocres e secos cresce a solidão
com um sigilo gerador de eternidades.
No inverno, a clorofila se contrai
por falta de luz. O horizonte
cobre toda a orfandade desmemoriada.
Assim o homem. Como esta velha árvore semeada
em frente à porta da casa onde moro,
compre o seu ciclo, reverdece com os anos,
em outra terra,
com outra gente,
em qualquer lugar.
Página publicada em maio de 2019.
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