ALICIA GARCÍA BERGUA
Poeta, ensayista y traductora. Estudió Filosofía en la FFyL de la UNAM. Desde 1975 a 1987 trabajó en la revista Naturaleza, de la que fue jefa de redacción, y en el Centro de Comunicación de la Ciencia de la UNAM, donde se formó para hacer divulgación científica con Luis Estrada.
Editora en la primera etapa como revista del suplemento La Jornada Semanal, de 1988 a 1991. Fue coordinadora de publicaciones del INI, 1992-1993; guionista y asistente de la Coordinación de Información del Noticiero Cultural 9:30 de Canal 22, desde su comienzo en 1993 hasta 1996; editora de la revista Este País, de 1996 a 2001 y asistente editorial deScientific American - México de 2004 a 2006. En 2009 tradujo el manuscrito de 1842 y el ensayo de 1844 de Charles Darwin, previos al Origen de las especies, para una edición comentada y prologada por Carlos López Beltrán publicada por la UNAM y la editorial española Cascada. Durante 2009 y 2010, se desempeñó como tallerista en la SOGEM y en la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Actualmente es asesora y hace trabajos de asistente editorial para la revista ¿Cómo ves? y es una de las coordinadoras del taller en línea y presencial de escritura creativa en divulgación científica Cienciorama: www.cienciorama.unam.mx. Escribió, junto con Antonio Serrano, dos obras de teatro que fueron puestas en escena: A destiempo (1987) y Doble cara (1989), y el guión de la película En el aire, de Juan Carlos de Llaca. Becaria del Fonca 2001 a 2007 y de 2011 a 2013Miembro del SNCA, 2001. En 2010 fue escritora residente en el castillo de Civitella en la provincia de Perugia en Italia, como becaria de la Fundación Civitella Ranieri. Miembro del SNCA desde 2001.
Biografia: www.museodeartecarrillogil. www.museodeartecarrillogil.
POESIA SEMPRE - ANO 9 – NÚMERO 15 – NOVEMBRO 2001. Rio de Janeiro: Fundação Biblioteca Nacional, 2001. 243 p. ilus. col. Editor Geral: Marco Lucchesi. Ex.bibl. Antonio Miranda
Os deuses esquecidos
Parecemos com as árvores
quando nos evadimos da raiz obscura
pensando no verde.
A luz faz-se matéria,
o brilho dos dias.
O verde é também a nervura,
o delicado vestígio que o sol vai deixando;
por ele sobe o tronco seguro de si mesmo
ainda que pese a incerteza.
Admiro nas árvores
essa entrega absoluta à luz dos dias.
Antes das nuvens e das constelações,
elas eram deuses
anunciavam uma vida sem músculos
que não tinha o desejo
de voltar à sua origem,
ela estava sempre ali sem perturbar.
Foram as árvores que nos tornaram homens,
nos deram a confiança de caminhar eretos
e erguer os braços;
fizeram-nos penar em nossas vidas
como ramas e constelações
que depois se afastaram como deuses.
As árvores de então são deuses esquecidos
que ainda existem aqui,
seu verdor nos lembra que viver estes dias
é mais que suficiente.
Trad. Ana Therez Vieira
Página publicada em fevereiro de 2019
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