POESÍA ESPAÑOLA / POESIA ESPANHOLA
Coordinación/coordenacão de AURORA CUEVAS CERVERÓ
VICENTE VALERO
Ibiza, España, 1963. Licenciado en Filología Hispánica, ahora es periodista.
Obra poética: Jardín de la noche (1986); Herencia y fábula (1989);Teoría solar (1992); Vigilia en Cabo Sur (1999) y Libro de los trazados (2005).
“La posibilidad de ver es la principal razón del poeta. Versátil y simbólica, la palabra poética reescribe la realidad, abriendo espacios nuevos y ampliando nuestra conciencia”. Rafael Morales Barba*
Lea más sobre el poeta: El nombre exacto de las cosas, por Ángel Luis Luján, en
http://www.arteshoy.com/lit20050705-5.html
TEXTOS EN ESPAÑOL / TEXTOS EN PORTUGUÊS
UNA INICIACIÓN
I
( camino )
Dije que sí, que iría. Una vez más. A solas.
Siga el camino hundido por el centro. Ya puede
uno salir, gritar, hacerse el loco (etcétera.)
Huele a rocío. Algunos perros ladran. No sé ...
— La luz no es cosa nuestra ni de nadie. Lo dije.
Dije que sí. A oscuras todavía. El mar,
la luz, la piedra: ¿qué sabemos, qué podemos
saber nosotros de la luz, el mar (y sólo
son ejemplos), la piedra, esta mañana, aquí?
Hace frío. Se nota que ha empezado el invierno
verdadero. No sé ... Dije que sí, que iría.
Para mirar. ¿De quién son estos pocos signos
que quedan? Todavía, en el puerto, los últimos
profetas de la noche: cantan desesperados
y maldicen. (La luz contra la piedra. El mar
contra la luz. Ah, máquina implacable.) No sé ...
Dije que iría, sí. Una vez más. A solas.
Siga el camino hundido por el centro. Ya puede
uno salir, cantar, encaramarse (etcétera.)
¿A quién espero o quién espera algo de mí?
EL ÁRBOL
Entro en un árbol por su sombra abierta,
alegre y sin llamar, tranquilamente;
voy hacia el centro, subo o bajo, no lo sé,
y allí están todas las raíces, todos
los frutos esperándome, visibles y perfectos,
y el crecimiento de las ramas
es sólo una cuestión de pálpito y de luz,
que yo ahora puedo ver y oír... Hay nidos
abandonados, sucios, malolientes,
y extrañas criaturas de la noche. La luna
también está en el árbol y no es blanca.
Y hasta el viento circula muy oscuro,
se le puede tocar y no hace daño. Subo
o bajo, no lo sé: sé que camino.
Que pertenezco al árbol, lentamente. Me pierdo
en él, muy dentro, y soy el árbol, fértil
y fuerte, el que quería para mí. Y ahora crezco
sin descansar, en la quietud ardiente
del mediodía, cuando los pájaros me buscan,
entran en mí, reposan en su árbol.
Poemas extraídos de la extraordinaria antología ÚLTIMA POESÍA ESPAÑOLA (1990-2005). Edición y selección de Rafael Morales Barba. Madrid: Mare Nostrum Comunicación, 2006. 318 p. (Colección Clásicos Marenostrum, dirigida por Santos Sanz Villanueva. ISBN 84-96391-58-2
(Pedidos: comercial@marenostrumco.es)
N.T. La obra incluye además una introducción sobre la poesía española desde los años 60 del siglo pasado hasta 2005 con los fundamentos de la selección de los poemas, de forma didáctica y analítica. ¡Imperdible!
POESIA SEMPRE – Revista Semestral de Poesia. ANO 4 – NÚMERO 7 – JULHO 1996. Rio de Janeiro: Fundação Biblioteca Nacional, Ministério da Cultura, Departamento Nacional do Livro, 1996. Ex. bibl. Antonio Miranda
(compañeros de viaje)
Justas hay muchas, sí, pero ninguna nuestra.
Flotan remos, zapatos, medusas. (Ni siquiera
el mar tuvo su día, ni donde caerse muerto
aquella noche.) Ah, los ojos del ahogado.
Detrás del muro blanco de Troya, qué esperabas.
Flotan ruedas, ceniza. Y en la isla de Circe,
dormías cuando fuimos transformados en cerdos.
Sin piedad en los versos brillantes del poeta...
Después de lo que hicimos por ti, enaltecidos,
encaramados, sucios, de un lado para otro.
Y encima nos pedías rigores imposibles:
abstenernos de carne de vaca (qué locura.)
Islas hay muchas, sí, pero ninguna nuestra.
(Estás y no te vemos. Te vemos y no estás.)
¿Qué destino era el tuyo éste en el que tuvimos
nosotros que sufrir escarnio, miedo y muerte?]
La prueba
Hasta mirar significa aquí partirse en dos,
desmoronarse. No puede ser nuestro este paisaje que
se entrega, al sol, como un cadáver más. ¿Cómo ha
llegado el fuego a tomar forma de nopal o de
adelfa? Luego de haver reconocido el hontanar de
nuestros antepasados, con su laurel lleno de insectos
y sus cántaros rotos, tuvimos que buscar una manera
de salir de aquí. Mediodía de agosto. Las sombras
queman, se hunden cada vez más. Y el sol — este sol
hipnótico, oracular, que crece entre nosotros — nos
hace confundir el tiempo que nos queda con el olor
de las raíces arrancadas. Un perro ladra en el
torrente seco desde entonces. Mediodía cerrado a cal
y canto. Esta sed sí que es nuestra.
Himno
Queda, después de lo que vemos, el mapa manuscrito
de la noche, húmedo y arrugado, con sus atajos
medanosos y sus aldeas aún por descubrir. Bajo el
árbol de agosto reaparecen las heridas del sol, el
perro exhausto, las bicicletas oxidadas. Quedan los
días de regreso, con sus amplios cardizales y la
promesa de toda perfección. El mar apalabrado, con
sus peces nocturnos, nunca dichos. Quedan, silencio
adentro, la constancia y la herrumbre, la máxima
intención de las cosas. Siempre después de lo que
vemos, cuando entramos defintivamente en lo que
estuvo aquí, junto a nosotros, en lo que nunca ha sido
nuestro de verdad. Quedan los ríos velocísimos, los
hoteles cerrados, los pájaros del Norte. Un haz
de leyendas a flor de agua, como un menhir lunar.
Toda una muerte aún por recorrer.
TEXTOS EN PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
UMA INICIAÇÃO
I
( caminho )
Disse que sim, que iria. Uma vez mais. Sozinho.
Siga o caminho rebaixado pelo centro. Já se pode
sair, gritar, fazer-se de louco (etcétera.)
Cheira a orvalho. Alguns cães ladram. Não sei…
— A luz não é coisa nossa nem de ninguém. Eu disse.
Disse que sim, Ainda às escuras. O mar,
a luz, a pedra: que sabemos, que podemos
nós saber da luz, o mar ( e são apenas
exemplos), a pedra, esta manhã, aqui
Faz frio. Percebe-se que começou o inverno
de verdade. Não sei... Disse que sim, que iria.
Para ver. De quem são estes poucos signos
que restam? Todavia, no porto, os últimos
profetas da noite: cantam desesperados
e maldizem. (A luz contra a pedra. O mar
contra a luz. Ah, máquina implacável.) Não sei…
Disse que iria, sim. Uma vez mais. Sozinho.
Siga o caminho rebaixado pelo centro. Já se pode
sair, cantar, encarapitar-se (etcétera.)
A quem espero ou quem espera algo de mim?
A ÁRVORE
Entro numa árvore pela sombra aberta,
alegre e sem chamar, tranquilamente;
vou até o centro, subo ou desço, não sei,
e ali estão todas as raízes, todos
os frutos esperando-me, visíveis e perfeitos,
e o crescimento dos ramos
é só uma questão de palpite e de luz,
que eu agora posso ver e ouvir... Há ninhos
abandonados, sujos, malcheirosos,
e estranhas criaturas da noite. A lua
também está na árvore e não é branca.
E até o vento circula muito escuro,
se pode tocar e não faz mal. Subo
ou desço, não sei: sei que caminho.
Que pertenço à árvore, lentamente. Me perco
nela, muito adentro, e sou a árvore, fértil
e forte, o que queria para mim. E agora cresço
sem descansar, na quietude ardente
do meio-dia, quando os pássaros buscam,
entram em mim, repousam em sua árvore.
(companheiros de viagem)
Ilhas existem muitas, sim, mas nenhuma é nossa.
Flutuam remos, sapatos, medusas. (Nem mesmo
o mar teve o seu dia, nem onde cair-se morto
naquela noite.) Ah, os olhos do afogado.
Detrás do muro branco de Troia, que esperavas.
Flutuam rodas, cinzas. E na ilha de Circe,
ademais quando fomo transformados em porcos.
Sem piedade nos versos brilhantes do poeta...
Depois do que fizemos por ti, enaltecidos,
empoleirados, sujos, de um lado para outro.
E em cima nos pedias rigores impossíveis:
abstermo-nos de carne de vaca (que loucura.)
Ilhas existem muitas, sim, mas nenhuma é nossa.
(Estás e não te vemos. Te vemos e não estás.)
Que destino era o teu este em que tivemos
nós que sofrer escarnio, medo e morte?
A prova
Basta mirar significa aqui partir-se em dois,
desmoronar-se. Não pode ser nossa essa paisagem que
se entrega, ao sol, como um cadáver mais. Como chegou
o fogo a formar-se de nopal ou de
adelfa? Depois de ter reconhecido o manancial de
nossos antepassados, com seu laurel cheio de insetos
e seus cântaros rotos, tivemos que encontrar uma maneira
de sair daqui. Meio dia de agosto. As sombras
queimam, fundem-se cada vez mais. E o sol — este sol
hipnótico, oracular, que cresce entre nós — faz-nos
confundir o tempo que nos resta com o odor
das raízes arrancadas. Um cão ladra No
torrente seco desde então. Meio dia fechado a cal
e canto. Esta sede sim que é nossa.
Hino
Fica, depois do que vemos, o mapa manuscrito
da noite, úmido e enrugado, com seus atalhos
encharcados e seus povoados ainda por descobrir. Sob a
árvore de agosto reaparecem as feridas do sol, o
cão exausto, as bicicletas enferrujadas. Restam os
dias de regresso, com seu amplos espaços de cardos e a
promessa de toda perfeição. O mar apalavrado, com
seus peixes noturno, jamais ditos. Restam, silêncio
adentro, a constância e a ferrugem, a máxima
intenção das coisas. Sempre depois do que
vemos, quando entramos definitivamente no que
esteve aqui, junto a nós, no que nunca foi
nosso de verdade. Restam os rios velozes, os
hotéis fechados, os pássaros do Norte. Um punhado de
lendas à flor da água, como um menhir lunar. Toda
esse morte ainda por recorrer.
*Grande pedra, fixada verticalmente no solo, em tempos remotíssimos, e cuja aplicação ou significação é ainda desconhecida.
Página publicada em junho 2007. Página ampliada e republicada em abril de 2019.
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