POESIA ESPAÑOLA
Coordinación de AURORA CUEVAS CERVERÓ
Universidad Complutense de Madrid
FERNANDO VALVERDE RODRÍGUEZ
Poeta, nasceu em Granada, em 1980.
Livros de poesia: Los ojos del pelícano, La insistencia del daño.
Indicações: Grammy Latino: Melhor Álbum de Música Flamenca.
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
EL DAÑO
Lo supimos después,
sin tiempo para nada.
Porque tal vez la vida nos dio todo al principio
y seguimos buscando
un camino que lleve a ese lugar,
un puñado de polvo
que guarde el equilibrio suficiente
para no convertirse
en aire o en montaña.
Porque tal vez la vida no nos perteneció
y se fue consumiendo
como todas las cosas que hemos creído nuestras
y son parte del daño
que dibuja las líneas de la historia
derribando ciudades con sus muros.
Y de haberlo sabido
habríamos juntado nuestras manos
o mirado a otra parte.
Y de haberlo sabido,
habríamos mordido nuestros labios
sangrando en el amor
para dejar visibles las heridas,
o habríamos rezado,
o renunciado a todo para quedarnos quietos
y no cruzar los días que agonizan.
Es todo tan inmenso que no cabe en el llanto
y el dolor nos observa desde fuera.
Lo supimos después,
no hay nostalgia más grande que aquella del futuro.
LA CAIDA
a mi madre
¿Recuerdas cómo mueren los pelícanos?
Bajo el sol de la tarde
que golpea la costa del Pacífico
el agua los engulle como al plomo.
Nada puede salvarlos.
Hay tanta dignidad en el vacío,
tanto amor en sus vuelos,
que en el último instante escogen el silencio.
Sólo queda
el golpe de sus cuerpos contra el agua
como un rumor de viento imperceptible.
Desde esta habitación no puede verse el mar,
no existen altas rocas y no queda horizonte
que no hayan destruido.
No importa,
intuyes un rumor en esta noche negra,
puedes tocar su brazo.
Recordarás entonces, al percibir el frío,
que en otoño ese mar que tanto amas
se vuelve gris y deja
los nombres del pasado escritos en la arena.
Te has sentado a mirarlos.
Frente a ti,
torciendo el horizonte,
un niño se sumerge entre las olas.
El levante, tan cálido y perfecto,
lo traiciona y lo empuja.
Has venido a salvarme.
Tus brazos,
tan frágiles ahora,
cubren el cuerpo de mis nueve años
hasta tocar la orilla.
Es cierto,
desde esta habitación no puede verse el mar
pero tiemblan mis manos igual que aquella tarde.
Ahora cojo las tuyas,
siente cómo te amo,
cómo salvas mi miedo con tus gestos,
cómo tienes la vida sujeta entre los dedos.
Deja a un lado la carne,
has golpeado tanto tu rostro contra el agua
que la luz se ha quebrado.
No hay estrellas debajo del océano.
Abre los ojos,
es tan ciega la muerte que el temor te confunde,
Abre los ojos,
búscame ahora en medio de este océano,
voy a agarrarte fuerte con mis brazos,
siente cómo te aprieto,
busquemos nuestra orilla,
el mar no ha dibujado nuestros nombres,
es hoy, no somos el pasado,
es salado el sudor,
es la espuma del mar contra las rocas
este miedo en tus labios.
Nos espera la vida.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
O DANO
Soubemos depois,
sem tempo para nada.
Talvez porque a vida nos deu tudo no início
e seguimos buscando
um caminho que levasse a esse lugar,
um punhado de pó
que guarde o equilíbrio suficiente
para não transformar-se
em ar ou em montanha.
Talvez porque a vida não nos pertencia
e foi-se consumindo
como todas as coisas que pensávamos ser nossas
e são parte do dano
que desenha as linha da história
derrubando cidade com seus muros.
E se soubéssemos
haveríamos unido nossas mãos
ou olhado para outra parte.
E se soubéssemos
haveríamos mordido nossos lábios
sangrando no amor
para deixar visíveis as feridas,
ou teríamos rezado,
ou renunciado a tudo para ficarmos quietos
e não cruzarmos os dias que agonizam.
É tudo tão imenso que não cabe no pranto
e a dor nos observar de fora.
Soubemos depois,
não existe nostalgia maior que aquela do futuro.
A QUEDA
Para minha mãe
Lembras como morrem os pelicanos?
No sol da tarde
que golpeia a costa do Pacífico
a água os engole como o chumbo.
Nada pode salvá-los.
Há uma dignidade no vazio,
tanto amor em seus voos,
que no último instante preferem o silêncio.
Resta apenas
o golpe de seus corpos contra a água
como um rumor de vento imperceptível.
Desde este quarto não podemos ver o mar,
não existem altos rochedos e não resta horizonte
que não tenham destruído.
Não importa,
percebes o rumor nesta noite escura,
pode tocar seu braço.
Recordarás então, ao sentir o frio,
que em outono esse mar que tanto amas
torna-se cinza e deixa
os nomes do passado escritos na areia.
Sentaste para observá-los.
Diante de ti,
torcendo o horizonte,
um menino afunda nas ondas.
O levante, tão cálido e perfeito,
o trai e o empurra.
Vieste para salvar-me.
Teus braços,
tão frágeis agora,
cobrem o corpo de meus nove anos
até chegar à margem.
É certo,
desde este quarto não podemos ver o mar
mas tremem as mãos como naquela tarde.
Agora agarro as tuas,
sente como te amo,
como salvas meu medo com teus gestos,
como tens a vida sujeita entre os dedos.
Deixa de um lado a carne,
golpeaste tanto teu rosto contra a água
que a luz rompeu-se.
Não existem estrelas dentro do oceano.
Abra os olhos,
é tão cega a morte que o temor te confunde.
Abra os olhos,
busca-me agora no meio do oceano,
vou agarrar-te com força em meus braços,
sinta como te aperto,
busquemos a outra margem,
o mar não desenhou nossos nomes,
é hoje, não somos o passado,
é salgado o suor,
é a espuma do mar contra as rochas
este medo em teus lábios.
A vida nos espera.
Página publicada em outubro de 2017
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