DIEGO DE SILVA Y MENDOZA,
CONDE DE SALINAS
(1565-1630)
Don Diego de Silva y Mendoza, Conde de Salinas, nace en Madrid en 1565 y muere a los sesenta y cinco años, en 1630, conociendo, por consiguiente, los reinados de Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Hijo de Ruy Gómez de Eboli, a lo largo de su vida desempeña altos cargos en la monarquía hispana, culminando su carrera administrativa con el nombramiento de Virrey y Capitán General de Portugal, en 1616.
Muy celebrado en su época y siempre citado de manera insuperable, considerado uno de los más grandes poetas del primer barroco castellano.
TEXTO EN ESPAÑOL / TEXTO EM PORTUGUÊS
NI EL CORAZÓN, NI EL ALMA, NI LA VIDA
Ni el corazón, ni el alma, ni la vida
os entregué, señora, enteramente,
lo que de esto padece y lo que siente
quiso dejar conmigo la partida.
Parte es del fuego a vos restituída
lo tímido, lo hermoso y lo luciente;
lo claro, vivo, puro y más ardiente,
¡no hay partir que del alma lo divida!
Los asombros, congojas y cuidados,
ardientes ansias y encogidos hielos
con que continuamente me persigo,
esto no va con vos, em mí ha quedado;
lágrimas tristes que penetran cielos,
éstas corren tras vos, de mí y conmigo.
UNA, DOS, TRES ESTRELLAS, VEINTE, CIENTO
Una, dos, tres estrellas, veinte, ciento,
mil, un millón, millares de millares,
¡válgame Dios, que tienen mis pesares
su retrato en el alto firmamento!
Tú, Norte, siempre firme en un asiento,
a mi fe sera bien que te compares;
tú, Bocina, con vueltas circulares,
y todas a un nivel, con mi tormento.
Las estrellas errantes son mis dichas,
las siempre fijas son los males míos,
los luceros los ojos que yo adoro,
las nubes, en su efecto, mis desdichas,
que lloviendo, crecer hacen los ríos,
como yo con las lágrimas que lloro.
TEXTO EM PORTUGUÊS
NEM CORAÇÃO, NEM ALMA, NEM A VIDA
Trad. de José Jeronymo Rivera
Nem coração, nem alma, nem a vida
vos entreguei, senhora, inteiramente;
o que disto padece e o que sente
em minhas mãos deixar quis a partida.
Parte é do fogo a vós restituída
o tímido, o formoso e o reluzente;
o claro, vivo, puro e mais ardente,
partir não há que da alma isso divida!
Os assombros, angústias e cuidados,
ardentes ânsias, tristes gelos meus,
com que continuamente me persigo,
estes não vão convosco, são meu fado;
lágrimas tristes que penetram céus,
estas correm a vós, de mim e comigo.
UMA, DUAS ESTRELAS, VINTE, UM CENTO
Trad. de José Jeronymo Rivera
Uma, duas estrelas, vinte, um cento,
mil, um milhão, milhares de milhares,
valha-me Deus, que têm os meus pesares
seu retrato no azul do firmamento!
Tu, Norte, sempre firme em teu assento,
a minha fé é bom que te compares;
tu, Buzina, com voltas circulares,
e todas vós, a par com meu tormento.
As estrelas errantes são-me as ditas;
as sempre fixas são fanais doentios;
os luzeiros, os olhos que eu adoro;
as nuvens, no que causam, são desditas
que, chovendo, crescer fazem os rios,
como eu, com tanta lágrima que choro!
Extraídos de POETAS DO SÉCULO DE OURO ESPANHOL: POETAS DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL / Seleção e tradução de Anderson Braga Horta; Fernando Mendes Vianna e José Jeronymo Rivera; estudo introdutório de Manuel Morillo Caballero. Brasília: Thesaurus; Consejería de Educación y Ciência de la Embajada de España, 2000. 343 p. (Coleção Orellana – Colección Orellana; 12) ISBN 85-7062-250-7
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