POESÍA ESPAÑOLA
Coordinación de AURORA CUEVAS CERVERÓ
Universidad Complutense de Madrid
ANTONIO LUCAS
Antonio Lucas (Madrid, 28 de diciembre de 1975) es un poeta y periodista español. Licenciado en Ciencias de la Información. Desde 1996 trabaja en el diario El Mundo de Madrid, donde actualmente es redactor de la sección de Cultura y columnista de Opinión. Como poeta ha sido ganador del Premio Loewe (2014).
Libros publicados: Vidas de santos. Círculo de tiza, 2015; Los desengaños (Premio Loewe 2014). Visor, 2014. ISBN 9788498958638; Los mundos contrarios (XXX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla). Visor, 2009. ISBN 9788498957242; Las máscaras. DVD Ediciones, 2004; Lucernario (Premio El Ojo Crítico 2000). DVD Ediciones, 1999. ISBN 9788495007179; Antes del mundo (Accésit del Premio Adonáis de Poesía 1995). Rialp, 1996. ISBN 9788432131141.
LUCAS, Antonio. Fuera de sitio (Poesía, 1995-2015). Prólogo de Felipe Benítez Reyes. Madrid: Visor Libros, 2016. 367 p. (Colección Visor de Poesía) 12,5x19,5 cm. Isbn 978-84-9895-958-1
“Un poeta que domina con maestria los recursos que lo caracterizan desde sus inicios, pero que a la vez no se conforma con ese dominio y assume, como un deber estético, no sólo la búsqueda, sino también la osadía. Em cualquier poema suyo hay um rasgo de gran audácia, una resolución estilística que desconcierta y deslumbra. Su imaginación verbal le pide un vuelto alto y continuo, y él se lo concede.
Sus poemas Suelen organizarse mediante una acumulación de ondas concêntricas, em busca de um núcleo complejos de significaciones que nunca son del todo literales: más allá de la enunciación se abre el labirinto de la sugerencia. Más allá del linguaje hay planos diversos de visión. Más allá de esa visión ramificada se adivinha uma emocionalidad que juega a definirse desde su indefinición tajante.” FELIPE BENÍTEZ REYES
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
FUERA DE SITIO
Para Arturo Pérez Reverte
Imagina que el tiempo sólo es lo que amas:
unas pocas palavras, unos seres exactos,
unas horas muy lisas, uma playa (quizá)
donde el daño no acecha.
Imagina la vida como no lo es ahora,
no quiero decir como algo perfecto,
sino un resplandor, cierto abril de muy lejos,
un tributo al azar sin otro destino
que el confin fugitivo de un eco sin rostro.
Y después cualquier cosa.
Com qué precisión va la edad hilvanando el espino.
Y qué esté estraña la urgencia de ir a pie hasta la ola,
celebrar lentamente que aniquile mi huella,
mi escritura de hombre, mi certeza de surco,
ser la alta misión de lo que nunca concluye
como no cierra el mar su recado en la orilla.
PRESENCIA DEL DELIRANTE
I
Si pudiera pronunciar tu nombre como ánfora quebrada,
como muerte de molinos plateados,
como almendro conquistando las vocales;
si pudiera pronunciar tu nombre como estatua derribada,
pronunciar tu voz como cúpula de agosto,
como copa diminuta
como estrellas y columnas inventando las tormentas…
Si pudiera con las manos impacientes
pronunciar la tarde a solas
desnudarte con mi boca desgastada de cadáver
con la forma del ciprés
proyectada en mi garganta
como un cuerpo imposible,
como un antepasado de fíbulas lloradas,
de ojos como hachas y oceanos en punta.
Si pudiera hacer contigo una urna interminable
hacer de ti una tarde
con ventanas en el pecho
y un río desgastado por el llanto
y un cuerpo de hojarasca
ferozmente encendido;
hacer de ti un idioma de corales enredados,
un templo submarino con mis dedos delirantes,
para mis dedos como versos
respirando un aire triste,
mis dedos derramados por un silencio a oscuras
y que ahora son olvido
y olas de metal
y musgo decifrado.
II
Hoy te he visto acabada en ti misma,
te he visto huir sin dirección hacia las cosas,
y mientras he leído entre tus cejas
que el mar es un jardin que escapa de la tarde,
y un monte con perfume en la mirada,
con álamos pequenos
soñando partituras,
soñando niños locos con pólvora en las manos,
soñando la poesia
sobre una piedra verde.
Te he visto llorar pájaros dormidos,
pájaros inmensos poblados,
pájaros color de opio y color de bosques de papel.
Te he visto llorar un aire
delicadamente antiguo.
¡Cómo ardían en tu frente los paisajes de mi sangre!
Qué preámbulo de antorchas
y de sauces coronados,
qué tristeza de archipélagos me acecha esta mañana,
qué sustancia más oscura ordena
las palabras,
qué concierto,
qué concierto de seres naufragando,
mientras te piensan mis manos lentamente
y dejan en tu espalda un origen de astrolábios.
III
Mira, mira el claustro tatuado del mar en mis tobillos,
mira mi melena con sus bóvedas estrechas,
con sus bóvedas de nervios
y sus muros espantados.
Pero mira,
mira el joven muerto con flores en la boca,
y la noche susurrando una luz definitiva
y la música repleta de licores que se abrazan,
la música temblando
como un parque profanado.
Así será el silencio,
así la sangre atardecida,
así el invierno inexistente
como cinco heridas blancas.
He aquí mi angustia de un metal desconocido,
el pájaro hecho esquina del bosque sospechoso,
el lírio obsesionado.
He aquí mis ojos en láminas precisas,
mis ombros con sus torres y su espliego,
mis manos estalando sobre el mundo,
sobre todo lo que sueña y se levanta,
porque eres tú el silencio,
el mapa conmovido,
la herencia de los búhos derrotados,
porque eres una fiesta de ánforas quebradas,
eso es, de ánforas.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
FORA DE LUGAR
Para Arturo Pérez Reverte
Imagina que o tempo apenas é o que amas:
uma poucas palavras, uns seres exatos,
uma horas bem lisas, uma praia (talvez)
onde o dano nos espreita.
Imagina a vida como não é agora,
não quero dizer como algo perfeito,
senão um esplendor, certo abril de bem longe,
um tributo ao acaso sem outro destino
que o confim fugitivo de um eco sem rosto.
E depois, qualquer coisa.
Com que precisão vai a idade enlaçando o espinho?
E que estranha a urgência de ir a pé até a onda,
celebrar lentamente que aniquile meu rastro,
minha escritura de homem, minha certeza de sulco,
ser a alta missão do que nunca termina
como não estanca o mar seu recado na margem.
Mas não é estar quieto a razão nem a meta,
senão um querer menor, uma conquista mais clara:
ver a vida chegar de sua noite á tua noite
em um corpo alheio,
pronunciar seu silêncio,
abraçar seu alambrado,
desejar seu vazio,
delirar sem caminho, sem tempo
do país que não construiremos.
(Tradução: Antonio Miranda)
PRESENÇA DO DELIRANTE
I
Se pudesse pronunciar teu nome como ânfora quebrada,
como morte de moinhos prateados,
como amendoeiro conquistando as vogais;
se pudesse pronunciar teu nome como estátua derrubada,
pronunciar tua voz como cúpula de agosto,
como copa diminuta
como estrelas e colunas inventando as tormentas…
Se pudesse com as mãos impacientes
pronunciar a tarde sozinho
desnudar-te com minha boca desgastada de cadáver
com a forma do cipreste
projetada na minha garganta
como um corpo impossível,
com um ancestral de tíbias choradas,
de olhos como machados e oceanos em riste.
Se pudesse transformar-te numa urna interminável
fazer de ti uma tarde
com janelas no peito
e um rio desgastado pelo pranto
e um corpo em vendaval de folhas
ferozmente incendiado;
transformar-te em idioma de corais emaranhados,
um templo submarino em meus dedos delirantes,
para meus dedos como versos
respirando um ar triste,
meus dedos derramados por um silêncio obscuro
e que agora no esquecimento
e ondas de meta
e musgo decifrado.
II
Hoje eu te vi acabada em ti mesma,
te vi fugir sem direção às coisas,
e também li entre tuas sobrancelhas
que o mar é um jardim que evade da tarde,
e um monte com perfume no olhar,
com álamos pequenos
sonhando partituras,
sonhando meninos loucos com pólvora nas mãos,
sonhando a poesia
sobre uma pedra verde.
Eu te vi chorar pássaros adormecidos,
pássaros imensos povoados,
pássaros cor de ópio e cor de bosques de papel.
Eu te vi chorar um ar
delicadamente antigo.
Como ardiam em tua fronte as paisagens do meu sangue!
Que preâmbulo de tochas
e de salgueiros coroados,
que tristeza de arquipélagos me acossa esta manhã,
que substância mais obscura desordena
as palavras,
que ordem,
que ordem de seres naufragando,
enquanto te imaginam minhas mãos lentamente
e deixam em tua espalda uma origem de astrolábios?
III
Olha, olha o claustro tatuados em meus tornozelos,
olha meu cabelo com seu crânio estreito.
com se crânio de nervos
e seus muros assustados.
Mas olha,
olha o jovem morto com flores na boca,
e a noite sussurrando uma luz definitiva
e a música repleta de licores que se abrasam,
a música oscilando
como um parque profanado.
Assim será o silêncio,
assim o sangue entardecido,
assim o inverno inexistente
como cinco feridas brancas.
Eis minha angústia de um metal desconhecido,
o pássaro feito esquina do bosque suspeito,
o lírio obsediado.
Eis meus olhas em lâminas precisas,
meus ombros com suas torres e seu ramo de alfazema,
minhas mãos,
minhas mãos estalando sobre o mundo,
sobre tudo o que sonha e se levanta,
porque és tu o silêncio,
o mapa comovido,
a herança das corujas derrotadas,
porque és uma festa de ânforas rotas,
ou seja, de ânforas.
(Tradução de Zenilton Gayoso)
Página publicada em dezembro de 2016
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