POESÍA ESPAÑOLA / POESIA ESPANHOLA
Coordinación/coordenação de AURORA CUEVAS CERVERÓ
ANTONIO JIMÉNEZ MILLÁN
nació en Granada en 1954. Actualmente es profesor de la Universidad de Málaga. Una amplia selección de sus primeros libros de poemas se incluyó en la antología "La mirada infiel" (1975-1998) publicada en Granada en la colección Maillot Amarillo (2000). Con "Ventanas sobre el bosque" (Visor, Madrid, 1987) obtuvo el premio Rey Juan Carlos I. Su último libro de poemas publicado fue "Casa invadida" (Hiperión, Madrid, 1995). Es autor de los ensayos "Los poemas de Picasso" (1983 y 1990), "La poesía de Rafael Alberti" (1984), "Vanguardia e ideología" (1984), "Poesía catalana contemporánea" (1993) y "Entre dos siglos" (1994).
FÁBRICA ABANDONADA
I
Como una nube estraña
o un reguero de humo
se graba en la memoria su figura.
Muros disueltos,
engranajes y cables oxidados,
el viento entre ventanas al vacío:
ya es sombra sobre sombra,
lugar de mirada
inmóvil, sin reflejos.
Nadie pasa.
Así se impone el tiempo,
así el azar
nos devuelve una lámina olvidada
en un libro de historia natural,
y es la sorpresa de reconocer
ese lento desguace inadvertido
que siempre nos acecha, que nos deja
inermes, vagamente amenazados
por los años y el uso.
II
Vidrios sucios, enigmas.
Alguna vez
hubo un eco de voces en las naves,
horarios fijos,
usuras acordadas. Su imagen restituye
otra forma de ausencia:
no sólo el perfil de un paisaje dividido
sino el presente en fuga,
un hálito de ruina sobre objetos cercanos
y emblemas que desaparecen.
Les alcanzan
los signos exteriores de un invierno
que no respeta límites ni nombres,
que dura más allá de su extinción
aparente.
Hay en las galerías
un ruido imperceptible de hojas secas.
De Casa invadida, 1995
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
FÁBRICA ABANDONADA
I
Como nuvem estranha
ou um regueiro de vapor
gravamos na memória sua figura.
Muros dissolvidos,
engrenagens e cabos oxidados,
o vento entre ventanas no vazio:
já é sombra ,
lugar da mirada
imóvel, sem reflexos.
Ninguém passa.
Assim se impõe o tempo,
assim o azar
nos devolve uma lâmina esquecida
em um livro de história natural,
e é a surpresa de reconhecer
esse lento despedaçamento inadvertido
que sempre nos espreita, que nos deixa
inermes, vagamente ameaçados
pelos anos e o uso.
II
Vidros sujos, enigmas.
Alguma vez
houve um eco de vozes nas naves,
horários fixos,
usuras acordadas. Sua imagem restitui
outra forma de ausência:
não somente o perfil da paisagem dividida
também o presente em fuga,
um hálito de ruína sobre objetos próximos
e emblemas que desaparecem.
Alcançados
pelos signos exteriores de um inverno
que não respeita limites nem nomes,
que dura mais além de sua extinção
aparente.
Há nas galerias
um ruído imperceptível de folhas secas.
De Casa invadida, 1995 |