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WINSTON MORALES CHAVARRO
Poeta colombiano, de Huila, selecionado de CUADERNO CARMIN DE POESÍA, n. 13, 1999, revista dirigida pelo poeta Eduardo Dalter, Buenos Aires, Argentina.
TEXTO EN ESPAÑOL / TEXTO EM PORTUGUÊS
ANQUIRONA, XIV
Extranjera
he de cuestionarme
hasta qué punto la soledad y el olvido son benditos
hasta qué punto
ensimismarse en el naufragio
sea un acto de navegación hacia el cosmos.
El aquietamiento
es preciso
para dar con el fantasma de la otra orilla
y el silencio
es la enramada
que puebla de juncos y de ecos
este espejo del que pende
la imagen de los hombres.
¿Cuál de los cuartos del olvido
habito en este instante?
¿Estoy contigo forastera?
¿O acaso persiste mi ceguera
en las largas caminatas
por las alcobas donde reposa la bellísima muerte?
Publicado originalmente en Bogotá por Trilce Editores.
MORALES CHAVARRO, Winston. El vuelo de los pájaros azules. Antología. Edición Gustavo Ibáñez Carreño. Bogotá: Uniediciones, 2018. 120 p. 15x23 cm. (Colección comuneros del mundo) ISBN 978-958-5451-96-4 Ex. bibl. Ex. bibl. Antonio Miranda
XXVI
Yo soy
En la medida que existo
No importa que otros duden de eso;
Yo me sé
ocupo un lugar en el espacio,
Fuera del tiempo,
De cualquier curvatura que ponga en duda
Lo que fulgura en mi Zona de equilibrio.
Yo soy
En la medida que brillo;
Destilo siempre una luz sempiterna
Que me hace,
Me refleja en un espejo sin sombra,
Cuando la lux se evapora por las orillas del alba
Allí tendido,
Recostado sobre los alambiques de piedra.
En la medida de esa luz que se escapa
me hace uno con las estrellas
Yo soy;
La fugacidad nada tiene que ver con esto que huye del sueño.
XXVIII
Toda mi vida está en la hoja de un árbol
Por ella circula mi savia
Los ápices sanguíneos de lo que soy
Y de lo que pierdo cuando llega el otoño.
En esa hoja,
En la de un abeto cualquiera,
Está mi canto de pájaro herido,
Las cabriolas que dejé de ofrendar
A medida que iba creciendo.
Esa hoja es testigo de todo;
De los vientos a los cuales renuncié
A medida que echaba raíces.
XII
La fusión cósmica
Me dice que soy Pez,
Pájaro,
Zopilote.
Que vislumbro a las alturas
Como una estrella negra
O un trébol de siete puntas.
Miro mis manos
Que me son ajenas
Distantes
Desconocidas.
Miro mis pies,
Los pies de la noche,
Los dedos de las mandragoras;
—Cada vez hay más distancia,
Más abismos en mi cabeza—.
Lejos de ellas
La flor de Turitzio
Toma forma,
Se empina
Es flor de Loto,
Venado
Piquero de patas azules.
La música me convoca
Me vuelve uno con la armonía de los astros
Uno con el polvo equidistante de la noche.
Así
En esa tierra que me integra
Llego
Me quedo
Me trasplanto
Comienzo a ser tu sombra
Árbol de hojas aromáticas.
Tu ventana
Ese precipicio
Por donde me allego
Me calcina
Me quema
Me vuelve polvo.
Soy como el Ave Fénix:
Renazco en el crepúsculo de la muerte
Resucito en los maderos del relámpago.
TEXTO EM PORTUGUÊS
ANQUIRONA, XIV
Estrangeira
hei de questionar
até que ponto a solidão e o olvido são benditos
até que ponto
ensimesmar-se no naufrágio
seja um ato de navegação até o cosmo.
O apaziguamento
é preciso
para encontrar o fantasma da outra margem
e o silêncio
é a enramada
que povoa de juncos e de ecos
este espelho de que pende
a imagem dos homens.
Qual dos quartos do olvido
habito neste instante?
Estou contigo, forasteira?
Ou, acaso, persiste a cegueira
nas longas caminhadas
pelas alcovas onde repousa a belíssima morte?
XXVI
Eu sou
Na medida que existo
Não importa que outros duvidem;
Eu me sei
E ocupo um lugar no espaço,
Fora do tempo,
De qualquier curvatura que coloque em dúvida
O que fulgura em minha Zona de equilíbrio.
Eu sou
Na medida que brillo;
Destilo sempre uma luz sempiterna
Que me faz,
Me reflete em um espelho sem sombra,
Quando a lux se evapora pelas margens da alvorada
E eu fico,
Ali estendido,
Recostado sobre los alambiques de pedra.
Na medida dessa luz que escapa
E me unifica com as estrelas
Eu sou;
A fugacidade nada tem a ver com isto que foge do sonho.
XXVIII
Minha vida inteira está na folha de uma árvore
Por ela circula minha seiva
Os ápices sanguíneos do que sou
E do que perco quando chega o outono.
Nessa folha,
Em que um abeto qualquer,
Está meu canto de pássaro ferido,
As cabriolas que deixei de ofertar
Á medida que ia crescendo.
Essa folha é testemunha de tudo;
Dos ventos aos quais renunciei
À medida que fincava raízes.
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