JUAN FELIPE ROBLEDO
Nació en Medellín, Antioquia, en 1968. Ha sido profesor de Literatura de la Universidad Javeriana. Ha publicado antologías de la obra poética de Francisco de Quevedo, Luis de Góngora, Juan de la Cruz y del Romancero español. Con el libro |De mañana, ganó el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines en 1999 y con |La música de las horas. el Premio Nacional de Poesía del Ministerio de Cultura en 2001.
“Cuando tuve ya impreso su libro De mañana, me cayo la manzana de la certeza em las manos. Um nuevo tono, uma nueva forma del decir, uma secreta música se imponía a mis ojos y oídos. Una voz que viniendo de las cabeceras del Siglo de Oro español, no se hace mímesis, no se hace recipiente para su contenido, sino que se adentra em nuevos espacios del lenguaje, alternando transgresión y tradición, actitud y rapto sensorial”. JUAN MANUEL ROCA
De
DE MAÑANA
Bogotá: Planeta, 2003
Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines, 1999
ESCENA PARA CONVOCAR A PETRARCA
Un hombre cree haber olvidado las rutas de la sangre
y amnésico, pesa y algo culpable, atreve sus pasos por
distante concierto.
El sonido de las ajenas palabras,
la extraña voluntad com que los otros se arrojan a la Liza,
lo dejan más cansado que a un pastor en plena esquila,
y maldita la gracia que le hace el recuerdo de las nomeolvides.
Acostumbrado a tratar con el tédio responde y se calla y también ríe.
Hay, entonces, una picazón, golpe tierno de deos que
semejan ejercito de diestras abejas
y el rostro de la Donna vuelve a surgir indemne.
VINDICACIÓN DE LA ALEGRÍA
Y mi dicha es la del aguacero que regará los campos, la del leproso que contempla su piel en el piso, mi alegria es la del corsário, la del ladronzuelo, se alimenta de pequeñeces cuando el sol declina, estoy alegre y triste como las ratas en los charcos, dormito en la explanada cerca de los radiadores de Studebakers, sin prisa.
NOS DEBEMOS AL ALBA
Traicionar las palabras,
canjear su peso, su color,
en el sucio mercado de los dias
es acto que nos llena de muerte
y ceniza y vago afán,
Há de ser castigado
con el hierro, la soledad,
el tédio y la miséria.
Nos debemos al alba,
plateros, a la dicha,
y al canto y al remo
y al ensueño trazado en la garganta
y a mañanas sin prisa
en las orillas de un mar que ya no es.
Porque al final todo es olvido
para quien al tráfago su sangre dona,
a la parla chi suona
y a conversaciones con tonto
y mercanchifles,
y comete delitos en descampado
con las pequeñas,
las terribles y mansa
y arteras palabras.
EL HABLA
Luchamos por hacer brotar del oscuro silencio
un momento distinto
en el que los árboles nos recuerden el hogar
y en paz estemos con los hombres.
Nos atrevemos a este himno,
Sabiendo que en el alado mañana
hay una sonrisa que nos espera
y una confesión que brilla entre los nombres
y también en los verbos.
Aguardamos concluir el canto que jamás termina
para no tener que cruzar el Leteo
y saber que, en albo tiempo,
luego de las tardes,
habrá sosegada dicha y abrazos y amor comentado.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
De
DE MAÑANA
Bogotá: Planeta, 2003
Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines, 1999
CENA PARA INVOCAR A PETRARCA
Um homem crê haver esquecido as rotas do sangue
E, amnésico, denso e algo culpado, atreve seus passos por distante concerto.
O som das alheias palavras,
a estranha vontade com que os outros se lançam à lide,
deixam-no mais cansado que um pastor em plena tosquia,
e maldiz a ventura que lhe permite a lembrança
dos miosótis.
Acostumado a tratar com o tédio responde e se cala e também ri.
Há, então, um comichão, golpe terno de dedos que parecem exército
de exímias abelhas.
e o resto da Donna volta a surgir incólume.
VINDICAÇÃO DA ALEGRIA
E minha sina é a do aguaceiro que regará os campos, a do leproso que contempla sua pele no assoalho, minha alegria é a do corsário, a do trombadinha, se alimenta de mesquinharias quando o sol declina, estou alegre e triste como os ratos nos alagados, dormito na esplanada próxima dos radiadores de Studebaker, sem pressa.
DEVEDORES DA AURORA
Trair as palavras,
trocar seu peso, sua cor,
no sujo mercado dos dias,
é ato que nos enche de morte
e cinza e vago afã.
Há de ser castigado
com o ferro, a solidão,
o tédio e a miséria.
Devedores da alvorada,
ourives, à fortuna,
e ao canto e ao remo
e ao sonho traçado na garganta
e às manhãs sem pressa
nas margens de um mar que já não é.
Porque afinal tudo é olvido
para quem ao tráfego seu sangue doa,
à parla que suona
e conversas com tolos
e camelôs,
e comete delitos ao descampado
com as pequenas,
as terríveis e mansas
e arteiras palavras.
A FALA
Lutamos para fazer brotar do escuro silêncio
um momento distinto
em que as árvores nos lembram o lar
e em paz estejamos com os homens.
Atrevemo-nos a este hino,
sabendo que na manhã alada
há um sorriso que nos espera
e uma confissão que brilha entre os nomes
e também nos verbos.
Aguardamos concluir o canto que jamais termina
Para não termos que cruzar o Lateo
e saber que, no alvo tempo,
depois das tardes,
haverá uma sina sossegada e abraços e
amor comentado.
Página publicada em julho de 2008
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