ARTURO SALCEDO MARTÍNEZ
(Bogotá, Colombia, 1959)
Radica en Washington, DC, desde 1984. Productor y presentador oficial del programa televisivo Línea Directa de NBC-4/Telemundo 64. En 2002 fue ganador del prestigioso premio nacional Liderazgo para el Cambio Social que otorga anualmente la Fundación Ford a los dirigentes comunitarios más destacados de Estados Unidos. Fue el fundador, en colaboración con otros poetas, del Colectivo artístico y cultural latino ParaEsoLaPalabra con sede en el Centro Haskell de la Biblioteca Folger Shakespeare en Washington, DC. Salcedo Martínez fue ganador y finalista en diversos concursos literarios nacionales e internacionales. En 1988, ganó el premio literario Larry Neal convocado por la Comisión de las Artes y Humanidades del Distrito de Co-lumbia con el cuento "La sombra extraviada". Ese año, también recibió la beca anual para escritores que otorga esa institución. En 1990, escribió, con traducción al inglés, Yo quiero unir mi voz a la de ustedes—monólogo teatral sobre la problemática de los refugiados salva¬doreños en Estados Unidos. Esta obra actualmente forma parte del archivo Urban Odyssey, del Consejo para las Humanidades de Washington, DC, y fue escrita para conmemorar el bicentenario de la ciudad y la presencia latina en el área. En 1991, fue finalista del Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo convocado por el Instituto Mexicano de Cultura en París, Francia, con el relato "Al otro lado del ombligo" y obtuvo el segundo lugar en el Concurso Internacional de Cuento Revista del Sur de París con el libro de relatos Carta para un suicida (corregido y publicado en México con el título El viejo Anselmo). En Conversaciones con mis días el autor recoge una serie de cuadernos-poemarios inéditos.
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
Extraído de
AL PIE DE LA CASA BLANCA. Poetas hispanos de Washington, DC. Luis Alberto Ambroggio, Carlos Parada Ayala, eds. New York, USA: Academia Norteamericana de la Lengua Española, 2010. 355 p. Ex. bibl. Antonio Miranda
EL PRECIO DE LAS COSAS
Las cosas más valiosas que poseo
son las que menos dinero me cuestan
Este bolígrafo derruido que aún se atreve a escribir versos
Aquella libreta manchada de lágrimas y poemas
Eses antiguo reloj de arena ya cansado de repetir la hora
de los ventos
Esa carpeta destemida donda yacen enterradas las memorias
de família
Los viejos libros incunables heredados del abuelo
Las canicas enterradas en el vientre de barro de los materos
Los caracoles acorazados al fondo del antiguo baúl materno
La vasija de madera donde conviven semillas y piedras
El carro de bomberos con el que imaginaba
apagar mis amorosos incendios
La vieja almohada de plumas
donde anidan mis antiguos sueños
Estos elementos simples, elementales objetos sin valor moneda
parafernália de quien no se preocupa de los precios
por la simple razón de que las cosas valen por su dueño
Elementos que marcan el ritmo de mis rutinas
Esenciales objetos del tablero de control
que guia la brújula de mi existência
Objetos sin valor, que sin embargo
son los elementos esenciales de mi vida austera.
SILENCIOS
Hubiera querido cantar
esta noche a las estrellas
pero uma enredadera de malezas
me amordaza la lengua.
La voz se marchita,
se me pudren las palabras en la boca.
A eso debo este mal aliento
que con su aire enrarece todo lo que toca.
Hubiera querido desgajarme en filamentos
como nube, como lluvia recia,
pero el frío congeló mis aguas
cristalizó los bordes de mi océano.
Los ojos se me nublaron,
ahora son dos canicas ciegas,
ruedan sin cara, flotan en el aire.
En vez de ojos, florecieron hojas.
Hubiera querido ahogarme en outra tierra
pero mis tallos, mis ramas, mis raíces,
ya no germinan;
se han acostumbrado al suelo árido de las macetas.
Quisiera decir esta noche muchas cosas
pero prefiero enmudecer,
também a veces las palabras dedicen:
hay silencios esenciales,
hay silêncios que dicen más que las palabras.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
O PREÇO DAS COISAS
As coisas mais valiosas que possuo
são as que menos dinheiro me custam
Esta esferográfica destroçada que ainda se atreve a escrever versos
Aquela caderneta manchada de lágrimas e poemas
Este relógio antigo de areia já cansado de repetir a hora
dos ventos
Essa pasta desbotada onde repousam enterradas as memórias
de família
Os velhos livros incunábulos herdados de meu avô
As bolas de gude enterradas no vaso de barro do chimarrão
A vasilha de madeira onde convivem sementes e pedras
A viatura dos bombeiros com a qual imaginava
apagar meus amorosos incêndios
A velha almofada de plumas
onde aninham meus antigos sonhos
Estes elementos simples, elementais objetos sem valor monetário
parafernália de que não se preocupa com os preços
pela simples razão de que as coisas valem por seu dono
Elementos que marcam o ritmo de minhas rotinas
Essenciais objetos do painel de controle
que guia a bússola de minha existência
Objetos sem valor, que no entanto
são os elementos essenciais de minha vida austera.
SILÊNCIOS
Quisera ter desejado cantar
nesta noite as estrelas
mas uma trepadeira de plantas daninhas
me amordaça a língua.
A voz que emudece,
apodrecem as palavras na boca.
A isso devo este mal cheiro
que o ar rareia tudo o que toca.
Quisera desgarrar-me em filamentos
como uma nuvem, como chuva forte,
mas o frio congelou minhas águas
cristalizou as orlas de meu oceano.
Os olhos ficara nublados,
agora são duas bolas de gude cegas,
rolam sem faces, flutuam no ar.
Em vez de olhos, floresciam folhas.
Quisera afogar-me em outra parte
mas os talos, meus ramos, minhas raízes,
já não germinam
acostumadas ao solo árido vasos de planta.
Quiser dizer muitas coisas nesta noite
mas prefiro emudecer,
é que às vezes as palavras desdizem:
existem silêncios essenciais,
silêncios que dizem mais que as palavras.
Página publicada em setembro de 2018
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