MARIO ARTECA

Mario Eduardo Arteca (La Plata, 1960-) es un poeta argentino. Nació en La Plata en 1960.1​ Periodista radial y gráfico, es hermano mellizo del arquitecto Raúl Arteca, y del investigador argentino-canadiense Gustavo Arteca.

Como poeta es reconocido como uno de los más sutiles miembros del grupo de la generación de los 90 argentina, antologizada2​ por el actor y escritor Viggo Mortensen en su editorial,3​ junto a Washington Cucurto, Horacio Fiebelkorn, Aníbal Cristobo, y Ana Wajszczuck. Co-fundó Ediciones El broche, en 1999.

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TEXTOS EN ESPAÑOL   -   TEXTOS EM PORTUGUÊS
 

PAÍS IMAGINÁRIO. ESCRITURAS Y TRANSTEXTO – POESIA EN AMÉRICA LATINA 1960-1979.  Selección y notas: Mario Arteca, Benito del Pliego, Maurizio Medo.        Edición Maurizio Medo.  Madrid: Bolombolo, 2014.  631 p. (Colección Once) ISBN 978-84-1614902-5
Ex. bibl. Antonio Miranda

        “Es posible imaginar el resto de las aves” (CH..S)

                                        a los antiguos compañeros

Así lo decía: lo pequeno se vuelve grande

pero la excelência persevera.

En meio de un silencio mayor el día se construye sereno.
Desoypes de las imprecaciones, los truenoss, la salva dada por
el círcuolo antediluvial de las aves.

Es posible pensar el silencio como una forma de ingra-
titud. Nadie vio la misma ciudad que yo, su crueldade a la hora
de remover las cenizas.

                Difícil obtener la absolución. No la acepto. La espera em
fila en médio de la luz comando de una vitrina de retirados,
borrando culpas por sus declaraciones.

Vi el fuego en la ciudad, y una anarquía de viruta en
tilo, “encuentro solaz en el dolor punzante de la añoranza”
(Zagahewsji), donde caen arañas inspirada por una trova de
pájaros chillones.

No sé cuántos crímenes imagino cometer, pero no es
necesario que lo sepan.  Aquí no hay criaturas así.

Es peligroso recordar cosas de esa índole, salvo aquellas
que no se pueden reconstruir.

La generación que iba desaparecendo en el pasado
tomaba una sola clase de té.

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de ANTONIO MIRANDA

        “É possível imaginar o resto das aves” (CH. S)

                                   aos antigos companheiros

        Assim dizia: o pequeno torna-se grande

mas a excelência persevera.

              No meio de um silêncio maior o dia se constrói sereno.
Depois das imprecações, as trovoadas, a salva da pelo círculo
antediluvial das aves.

É possível imaginar o silêncio como uma forma de ingra-
tidão. Ninguém viu a mesma cidade que eu, sua crueldade na
hora de remover as cinzas.

Difícil conseguir a absolvição. Não a aceito. A espera  em
fila n meio da luz comanda de uma vitrine de retirados, apagan-
do culpas por suas declarações.

Vi o fogo na cidade, e uma anarquia de lasca em tília,
“encontro solaz na dor punçante da lembrança” (Zagajewski),
onde caem aranhas inspiradas por uma trova de pássaros
barulhentos.

                Não sei quantos crimes imagino cometer, mas não é
preciso que saibam.  Aqui não criaturas assim.

É perigoso recordar coisas dessa índole, salvo aquelas
que não podem ser reconstruídas.

A geração que ia desaparecendo no passado bebia um
único tipo de chá.

Página publicada em julho de 2020