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SOBRE POESÍA CONCRETA 

         por Antonio Miranda

 

(Publicado originalmente en IMAGEN, Quincenario de Arte, Cultura e Información Cultural, del INCIBA – Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, Caracas, Venezuela, N. 16, p. 3, 1968).  

 

 

(poegoespacio de Da Nirham Eros, 1961)

 

 

Los poetas “concretos” del Brasil señalaron que la poesia tradicional era impotente para captar el mundo y que estaba condenada a un ejercicio de lenguaje discursivo. La poesia tradicional estaba restringida a un proceso logicodiscursivo que disecaba la realidad em fragmentos (palabras) y los reunia en una hilera (frases) que no reflejaba la realidad que pretendía aprehender. Veamos: el hombre que observa un muro cubierto de musgo, lo capta como un todo indisoluble, simultáneo. Musgo y muro para el hombre resultan una sola y única cosa. En la poesía, por imposición de la sintaxis convencional, musgo y muro son aisladas. La solución era el ideograma:  musgomuro, recurso muchas veces utilizado por James Joyce (silvamoonlake), por E. E. Cummings (L  OO  K), por Ezra Pound  y algunos otros. El ideograma común a los poetas orientales (kai-kais), y de uso corriente en las lenguas primitivas, como observa Casiano Ricardo.

 

Las formas “soneto” o el “verso libre” no tienen, necesariamente, una utilidad dentro del poema. Son fórmulas vacías que el poeta llena pero que no acrecenta ningún significado al poema. El poeta se vale de recursos de todo tipo en el desesperado intento de rellenar con sentido poético las palabras gastadas por el uso, empleando aliteraciones, onomatopeyas, hipérboles, hiperbatones, etc. Stéphane Mallarmé, en su “Un coup de dés…” inteligió que el espacio podría ser orgánico, significante y no un simple depositario. El espacio podría tener la facultad de prestar al poema un movimiento virtual, un tiempo, colaborar en la creación de un nuevo lenguaje. Para los concretistas se trata de utilizar el espacio como lenguaje. De construir con el y no en el espacio. En vez de describir el espacio y el movimiento, hacer el movimiento en el espacio, en una poesía abierta, en donde el lector participa en el poema.

 

La palabra locomotora, elemento concreto (substantivo) no sugiere la cosa llamada locomotora. La palabra se va desplazando, por el giro interno de sus signos (letras) hasta recomponerse. Aquí tenemos la palabra locomotora que se movimienta en la lectura, con la participación del lector. Resultado:  una recarga semántica de la palabra. Ya no es locomotora sino la palabra locomotora en movimiento y de nuevo en reposo. No una locomotora sino la palabra locomotora. El substantivo se hace verbo, acción. El substantivo se cosifica, se concretiza, se universaliza.  

             

 

(poegoespacio de Da Dirham Eros, 1961)

 

 

La forma gana significado, es significante, se hace orgánica, no es un mero arreglo gráfico. Ya no se trata del recurso ingénuo, figurativo y gratuito de Guillaume Apolinaire con sus “calligarammes”. Apolinaire disponía en el espacio la palabra lluvia en forma de lluvia, y esta organización gráfica no aportaba ningún significado adicional a la palabra.

 

La intención de la poesía concreta es hacer que fondo y forma sean una  cosa indivisible, que la forma corresponda al fondo. Que cada poema imponga su forma. Que fondo y forma, separados, no tengan sentido. El “ensayo súbito” sobre “Poesía Concreta” firmado por L. S. y publicado en el Papel Literario de EL NACIONAL (1-10-1967) acusa a los poetas concretistas brasileños de no realizar algo verdaderamente “nuevo” y de olvidar a Mallarmé en el sentido de que “deberían siempre recordar que las proposiciones formales fundamentales en este campo fueron ya hechos por el sabio autor de “Herodiade”.

 

Quien haya seguido de cerca el desarrollo de la poesía concretista del Brasil sabe que esta crítica es improcedente. Mallarmé fue uno de los precursores más estudiados y comentados por el grupo concreto. Le profesaron un verdadero culto. L. S afirma que Mallarmé contaba “con el valor plástico de la página en blanco, o mejor dicho, distribuía en ella las expresiones poéticas de modo que éstas compusiesen un cuadro poético plástico (subrayó L. S.). No se trata de esto. A nuestro juicio y de aquellos que estudiaron entonces, Mallarmé no vía el espacio como “a una pintura, o dicho de otro modo, a un campo plástico de irradiación de imágenes.”  Entendemos que él veía las palabras distribuidas en el espacio ganando un ritmo nuevo; los vacíos, entre verso y verso, funcionaban como un silencio, dictando una musicalidad y un lenguaje poético nuevos. El lector NO procedía a la lectura de su poesía como “si enfrentase un poema cualquiera — esto es, leer las palabras y percibir sus sugerencias — sino también como si enfrentara a una pintura, o dicho de otro modo, a un campo plástico de irradiación de imágenes”. Esta observación sería más valedera en el caso de Apolinaire, pero incorrecta en relación a Mallarmé.

 

Transcurridos más de 10 años de la publicación del célebre “plano piloto para la poesía concreta”, firmado por los hermanos Augusto y Haroldo de Campos y por Décio Pignatari, se continúa retando a la poesía concreta. Lo novedoso y el sentido iconoclástico de los planteamientos teóricos produjeron un impacto en las esferas intelectuales del país. Exposiciones de poemas, conjuntamente con obras de pintores y escultores de las tendencias concretas o geométricas, suscitando un caudal de artículos halagadores o de rechazo; muchos de estos fueron producto del acercamiento superficial.

 

Puede que la poesía concreta no se sostenga bajo cierto criterios de apreciación. Pero, las acusaciones de que es objeto son improcedentes. Mientras el campo de las artes plásticas sufría, en pocas décadas, una extraordinaria revolución, la poesía seguía empleando el mismo anacrónico vocabulario y recursos utilizados para subjetivismo de toda especie, dejando de ser una auténtica creación.

 

La poesía concreta planteó la revisión de los instrumentos y de los recursos de la poesía moderna. Ella también propuso soluciones.

 

Y los problemas que puso en discusión el movimiento siguen inquietando la especulación de los críticos y de los creadores.

 

Hoy día son muchos los poetas que investigan en este campo y traspasó las fronteras nacionales gracias a la acogida de Max Bense, en Ulm y de los “poemas” de Gronringen. El movimiento ha entrado en una fase de más moderada furia polémica. Ya la poesía concreta no escandaliza a nadie, en sana consciencia.



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