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WAFI SALIH
(Valera, Venezuela 1965) Profesora de literatura, magister en Literatura Latinoamericana, egresada de la Universidad de los Andes. En proyecto doctoral en Historia. Posee diecisiete libros publicados entre ensayo, poesía, cuento y una veintena de textos inéditos. Uno de sus aportes más valorados, es el legado a las letras de nuevas voces, a través del taller “José Antonio Ramos Sucre”, cuya permanencia, de siete años continuos, deja una inmanencia en todos sus participantes.
Fragmento extraído de https://lp5.cl/?p=1674
TEXTOS EN ESPAÑOL – TEXTOS EM PORTUGUÊS
FESTIVAL MUNDIAL DE POESÍA VENEZUELA 2004. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores Latinoamericana C, A., 2005. 435 p. 15 x 23 cm. Patrocinado por Ministerio de la Cultura, Presidencia del CONAC, D.G.S. de Literatura. ISBN 780-03-1211-1 Ex. bibl. Antonio Miranda
EL DIOS DE LAS DUNAS
Noche en dos pedazos, Dios mutilado por su distancia,
bajo la lluvia, moja su cuerpo la saliva gris de lo difunto,
lo hace outro en lo vasto. Siglos y minutos, desde el
minarete regalan su vértigo, la castidade del santo sobre
la cal del muro. Eleva al amado el ardor de su inocencia.
Ligera y simple contempla en los relieves del rocío al
pájaro no visible, que en silencio repite: “Los caminos de
Dios son infinitos”. ¿El passado me encuentra? “En él
había una vez una piedra, um tizón y fu ela piedra, piedra.
Sobre la alfombra desliza un mundo la costumbre ancestral
de calmar en el humo del café la eternidade derrotada del
insomnio.
¿Cuál óxido hizo carne mi fe? Escarcha la luna un no
sé qué de cicatriz planetaria, negro grito de los apartados,
la sangre, rubí sin matices, dimensiona un retórico
esplendor suicida. Inexhausta la noche, cuenta dos menos
dos son uno en el fondo. Silabea em los ojos, um
cementerio judío.
***
¿Quién puede en el rayo de la niñez distinguir dos cielos?
Ensayo un vuelo a través de los precipicios de una orfandad
profunda. Círculo de lo que fue escribe su ardor a orillas de
un latido. Como si el afuera no fuese también lo fijo. Atrás,
antes, no paran de temblar, llama de una vela frente a uma
ventana abierta.
Visito los retratos la aldea atávida de tus ojos nativos
de una imortal desventura. Procesión de piedras, el passado
en el movimento habitual de mi hastío pregona el semblante
sin tinte de extraviada esperanza. Peces, arrecifes y ciclones
de la casa pequeãn, pero jamás extinta, navegan en el
desfiladeiro de mi garganta. Astro de raíz hundida en la furia
quebrada de un naufragio.
Nosotros, nubes caladas que levitan, a breve distancia
en el vuelo curvo de lo amargo. Prodigamos la liturgia de um
país desolado. Trágico sigilo en la marea insaciable de la
angustia. Allí una frase blanca, ángel en los ecos del linaje,
interpuso entre mi vida tantas vidas, como en el vuelo de sus
alas la secreta murmuración del aire.
(...)
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda
O DEUS DAS DUNAS
Noite em dois pedaços, Deus mutilado por sua distância,
sob a chuva, molha seu corpo a saliva cinza do defunto,
outro faz no vasto. Séculos e minutos, desde o minarete
cedem sua vertigem, a castidade do santo sobre o cal do
muro. Eleva ao amado o ardor de sua inocência. Ligeira e
simples contempla nos relevos do sereno o pássaro não
visível, que no silêncio repete: “Os caminhos de Deus são
infinitos”. O passado me encontra? “Nele havia uma vez
uma pedra, um tição e foi a pedra, pedra. Sobre o carpete
desliza um mundo o costume ancestral de acalmar na
fumaça do café a eternidade derrotada da insônia.
Que óxido fez carne minha fé? Geada a lua um não
sei que de cicatriz planetária, negro grito dos apartados,
o sangue, rubi sem matizes, dimensiona um retórico
esplendor suicida. Inexausta a noite, conta dois menos
dois são um no sem fundo. Soletra nos olhos, um cemitério
judeu.
***
Quem pode no raio da infância distinguir dois céus? Ensaio
um voo através dos precipícios de uma orfandade profunda.
Circulo do que foi escreve seu ardor nas margens de um
pulsar. Como se o externo não fosse também o fixo. Atrás,
antes, não param de tremer, chama de uma vela diante de
uma janela aberta.
Visito nos retratos a aldeia atávica de teus olhos
nativos de uma imortal desventura. Procissão de pedras, o
passado no movimento habitual de meu fastio acusa o
semblante sem tinta de extraviada esperança. Peixes,
recifes e ciclones da casa pequena, mas jamais extinta,
navegam no desfiladeiro de minha garganta. Astro de raiz
afundada na furia rompida de uma naufrágio.
Nós, nuvens caladas que levitam, a breve distância
no voo curvo do amargo. Prodigalizamos a liturgia de um
país desolado. Trágico sigilo na maré insaciável da angústia.
Ali uma frase branca, anjo nos ecos da linhagem, interpôs
entre a minha vida tantas vidas, como no voo de suas asas
o secreto murmúrio do ar.
Página publicada em fevereiro de 2020
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