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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


MIGUEL MÁRQUEZ

 

 

nació em Caracas, Venezuela, em 1955. Poeta, editor, y promotor cultural; curso estúdios de Filosofía em la Universidad Católica Andrés Bello. Fue miembro fundador del grupo literario Tráfico. Há dedicado gran parte de su vida a faenas del libro, trabajando como investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos y participando como colaborador de la Biblioteca Nacional, la librería Ateneo de Caracas, Monte Ávila Editgores y la Fundación Kuai-Mare.

 

Ha publcado Cosas por decir (Premio Fernando Paz Casillo, Celargo Arte 1982), Soneto al aire libre (Fundarte, 1986), La Casa, el paso (Monte Ávila Editores, 1992), Poema de Berna (Pequeña Venecia, 1991) y a Salvao em la penumbra (Mucuglifo, 1999), además e LInaje de Ofrenda (2004) de donde salieron los poemas que ilustran esta página, gentilmente cedido el ejemplar del libro por nuestro amigo Wilfredo Machado (actualmente en Brasília encargado de asuntos culturales de la Embajada de Venezuela). 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL   /  TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

 

La carpa

 

Para la Negra Maggi

 

 

El arte de la perdida

tal vez consista

finalmente

en aceptar

que el trapecista

es español,

el elefante tiene gripe

y los monos

continuarán neuróticos.

 

La perdida

usa lentes de miope,

aumenta los detalles,

y desnuda de virtud

la casa arde.

 

Pero el arte

de veras nuestro

quizá sea ese cuarto

donde um mago preserva con mirra

las funciones

y da la bienvenida cada tarde.

 

En esta trégua

donde el dolor de piel negra

da vueltas en la jaula

con una herida en el pecho.

En esta carpa

lo único

que nos llena de sentido

es ese acrobata

suspendido en el aire

y vamos con él

al borde del precipício

de un lado a outro de la cuerda

y rogamos

mano a mano

todos

las velas   los mecheros

para que no se caiga nunca

jamás

 

 

 

Inútil desvelo

 

El poema me evade como un preso.

Escondido

en algún pabellón del alma,

su gemido me despierta.

No logro encontrarlo

entre estos largos pasillos

de inútil desvelo. El poema

que se encarama en las paredes,

calcula el ir y venir del reflector,

los tupidos alambres, la cerca

de puas, los espías, los perros.

A estos anos

me he convertido en carcelero

No entiendo nada.

Vigi8lo por oficio.

Como él, apenas salgo

de este estrecho cuarto

contemplando los húmedos corredores

donde los bombillos

resplandecen y se apagan.

Estoy seco, alejado del mundo,

frente al televisor.

 

 

 

En voz baja

 

En voz baja,

cuando nadie los piensa,

surgen

de la negada arquitectura de la luz,

de la tácita hendidura que precede al vuelo

de los alacatraces,

de la necesidad convertida en piedras de Damasco.

Surgen

de esa entonación sin preguntas que recibe

a las pruebas palpables del asombro

ya la hundida paciencia de las cosas.

 

El relâmpago del amor los estremece

y brota de la tierra un árbol.

 

Viajan en buques grandes,

donde no llega el sol y es solo el rumor de muchedumbres

lo que escuchan viejo marineros del Báltico.

Apenas el malestar de la vida nueva los anuncia

y es preciso preparar el terreno a los chorros de sangre,

a la viscosa aparición de una promesa cumplida

que nos abruma con tristes cantos y adoloridas osamentas.

Las focas se llenan de arena y gimen, se quiebra el agua

de pupilas cristalinas, y una danza litúrgica hace del cuerpo

un animal sagrado, arrepentido, tal vez culpable.

Surgen los poemas en voz baja,

cuando nadie los piensa

y nadie tampoco los merece.

 

 

 

MÁRQUEZ, Miguel.  Campana en el fondo del río.  Bronze no fundo do rio. Tradução e ensaio fotográfico Floriano Martins.   Natal, RN: Sol Negro Edições, 2014. s.p. 15x20,5 cm.   ilus.  col.   Capa: Floriano Martins. 

 

1

 

El mar va dejando arena, un poco de sal,

Insinuaciones de la luna en un cuaderno,

Palmeras donde la memoria va desnuda,

Blanca lujuria que nos tranquiliza, olas

Del porvenir y del pasado van y vienen,

La piel del perfume capta extravagancias,

Una monotonía humeante hace un castillo,

Expertos nadadores pierden la cordura,

No saber qué hacer es un presagio perfecto,

Y un consuelo entregarse al eco y a la lluvia.

 

 

          1

 

O mar vai deixando areia, um pouco de sal,

Insinuações da lua em um caderno,

Palmeiras onde a memória segue desnuda,

Branca luxúria que nos tranquiliza, ondas

Do porvir e do passado vão e vêm,

A pele do perfume capta extravagâncias,

Uma monotonia fumegante gera um castelo,

Nadadores experientes perdem a prudência,

Não saber o que fazer é um presságio perfeito,

E um consolo entregar-se ao eco e à chuva.

 

 

2

 

No es la meditación, sino ese azul radiante

Que cae desde arriba, desde las nubes pasajeras

Y el sonoro extravío que llevan en el cuerpo.

Uno piensa que la belleza debe ser verdad,

Otro lo niega. Pero en la casa no hay nadie.

Hace mucho partieron quienes aquí vivían.

Constelaciones para las ruinas, estrellas,

Matemáticas que ya no existen,

El viento pasa la lengua y se escucha un gato.

Pronto, lo oscuro también le dará fin a este poema.

 

 

2

 

Não é a meditação, mas antes este azul radiante

Que cai desde o alto, desde as nuvens passageiras

E o sonoro extravio que levam no corpo.

Alguém pensa que a beleza deve ser verdade,

Outro o nega. Porém na casa não há ninguém.

Há muito partiram aqueles que aqui viviam.

Constelações para as ruínas, estrelas,

Matemáticas que já não existem.

O vento passa a língua e escutamos um gato.

De repente, o escuro também dará fim a este poema.

 

 

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

Tradução de Antonio Miranda

 

 

Foto exclusiva de Miguel Márquez cedida por el poeta y
fotógrafo Enrique Hernández de Jesús.

 

 

A tenda do circo

 

Para la Negra Maggi

 

 

A arte da perda

talvez consista

finalmente

em que o trapezista

seja espanhol,

o elefante tenha gripe

e os macacos

continuem neuróticos.

 

A perda

usa lente de míope,

aumenta os detalhes,

e desnuda de virtude

a casa arde.

Mas a arte

de veras nossa

quiçá seja este quarto

onde um mágico preserva com mirra

as funções

e as boas-vindas cada tarde.

 

Nesta trégua

onde a dor de pele negra

dá voltas na jaula

com uma ferida no peito.

Nesta tenda

o único

que nos enche de sentido

é esse acrobata

suspenso no ar

e vamos com ele

à beira do precipício

de um lado a outro da corda

e rogamos

mão a mão

todos

as velas   os isqueiros

para que não despenque nunca

jamais

 

 

 

Inútil desvelo

 

O poema me escapa como um preso.

Escondido

em algum pavilhão da alma,

seu gemido me desperta.

Não consigo encontrá-lo

por estes longos corredores

de inútil desvelo. O poema

que se encarapita pelas paredes,

calcula o ir e vir do refletor,

os espessos arames, a cerca

de puas, os olheiros, os cães.

Nestes anos

me converti em carcereiro

Não entendo nada.

Vigio por ofício.

Como ele, apenas saio

deste quarto estreito

contemplando os úmidos corredores

onde as lâmpadas

iluminam e se apagam.

Estou seco, apartado do mundo,

diante da televisão.

 

 

 

Em voz baixa

 

 

Em voz baixa,

quando ninguém os pressente,

surgem da negada arquitetura da luz,

da tácita fenda eu precedo o vôo

dos alcatrazes,

da necessidade convertida em pedras de Damasco.

Surgem

dessa entonação sem pergunta que recebe

as provas palpáveis do assombro

a já afundada paciência das coisas.

 

O relâmpago do amor os estremece

e brota da terra uma árvore.

 

Viajam em grandes navios,

onde não chega o sol e é apenas o rumor da multidão

os que escutam os velhos marinheiros do Báltico.

Apenas o mal estar da vista nova os anuncia

e é preciso preparar o terreno aos jorros de sangue,

à viscosa aparição de uma promessa cumprida

que nos abruma com tristes cantos e doloridas ossaturas.

As focas se enchem de areia e gemem, se rompe a rompe

de pálpebras cristalinas, e uma dança litúrgica faz do corpo

um animal sagrado, arrependido, talvez culpado.

Surgem os poemas em voz baixa,

quando ninguém os pensa

e ninguém tampouco os merece.

 

 

 

 

Página publicada em abril de 2008. Ampliada e republicada em outubro de 2014


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