ACACIAS
En la gélida noche rugen los huracanes.
"A Diotima", Hölderlin
Estremecidas como naves
acacias emergidas de un paisaje antiguo
y no obstante batidas en su fuego
bajo la negra luz de atardecida
yo miro yo asisto
a este mínimo esplendor tan denso
yo palpo
la intermitencia de las arboladuras
su fuego girante delirante
enmarcadas en un éxtasis grave
como desposeídas lanzadas al abismo
así de grande
en un follaje poblado de sombras agitadas
las miro
frente a la piedad de mis ojos
bajo los huracanes de la Noche.
EL ESCLAVO
Ser el esclavo que perdió su cuerpo
para que lo habiten las palabras.
Llevar por huesos flautas inocentes
que alguien toca de lejos
o tal vez nadie. (Sólo es real el soplo
y la ansiedad por descifrarlo.)
Ser el esclavo cuando todos duermen
y lo hostiga el claror incisivo
de su hermana, la lámpara.
Siempre en terror de estar en vela
frente a los astros
sin que pueda mentir cuando despierten,
aunque diluvie el mundo
y la noche ensombrezca la página.
Ser el esclavo, el paria, el alquimista
de malditos metales
y trasmutar su tedio en ágatas,
en oro el barro humano,
para que no lo arrojen a los perros
al entregar el parte.
ESCRITURA
Alguna vez escribiré con piedras,
midiendo cada una de mis frases
por su peso, volumen, movimiento.
Estoy cansado de palabras.
No más lápiz: andamios, teodolitos,
la desnudez solar del sentimiento
tatuando en lo profundo de las rocas
su música secreta.
Dibujaré con líneas de guijarros
mi nombre, la historia de mi casa
y la memoria de aquel río
que va pasando siempre y se demora
entre mis venas como sabio arquitecto.
Con piedra viva escribiré mi canto
en arcos, puentes, dólmenes, columnas,
frente a la soledad del horizonte,
como un mapa que se abra ante los ojos
de los viajeros que no regresan nunca.
LA POESÍA
La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras.
Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.
ADIÓS AL SIGLO XX
a Alvaro Mutis
Cruzo la calle Marx, la calle Freud;
ando por una orilla de este siglo,
despacio, insomne, caviloso,
espía ad honorem de algún reino gótico,
recogiendo vocales caídas, pequeños guijarros
tatuados de rumor infinito.
La línea de Mondrian frente a mis ojos
va cortando la noche en sombras rectas
ahora que ya no cabe más soledad
en las paredes de vidrio.
Cruzo la calle Mao, la calle Stalin;
miro el instante donde muere un milenio
y otro despunta su terrestre dominio.
Mi siglo vertical y lleno de teorías...
Mi siglo con sus guerras, sus posguerras
y su tambor de Hitler allá lejos,
entre sangre y abismo.
Prosigo entre las piedras de los viejos suburbios
por un trago, por un poco de jazz,
contemplando los dioses que duermen disueltos
en el serrín de los bares,
mientras descifro sus nombres al paso
y sigo mi camino.
De
POEMAS SELECTOS
s.l.: bi & co. editor, 2008
DESPERTAR
LA LUZ derrumba los castillos
donde flotábamos en sueño;
queda su tufarada de ballena
en nuestro espejo opaco...
Ya erramos cerca de Saturno,
ahora la tierra gira más despacio.
Temblamos solos en el medio del mundo
y abrimos la ventana
para que el día pase en su barco.
Anoche nos dormimos en un país tan lejano.
LA VIDA
A Vicente Gerbasi
LA VIDA toma aviones y se aleja;
sale de día, de noche, a cada instante
hacia remotos aeropuertos.
La Vida se va, se fue, llega más tarde;
es difícil seguirla: tiene horarios
imprevistos, secretos;
cambia de ruta, sueña a bordo, vuela.
La Vida puede llegar ahora, no sabemos,
puede estar en Nebraska, en Estambul,
o ser esa mujer que duerme
en la sala de espera.
La Vida es el misterio en los tableros,
los viajantes que parten o regresan,
el miedo, la aventura, los sollozos,
las nieblas que nos quedan del adiós
y los aviones puros que se elevan
hacia los aires altos del deseo.
EL OTRO
MIRO el hombre que soy y que vuelve;
he leído en Heródoto su vida;
me habla arameo, sánscrito, sueco.
Es miope, tardo, subjetivo;
yerra por calles que declinan
hasta que el horizonte lo disuelve.
Conozco sus muertes en el Bosforo,
sus túmulos en Creta,
los sollozos en un portal oscuro
por una mujer muerta en la peste.
Llama a todas las casas de la tierra;
cambia dolor por compañía,
hastío por inocencia,
y de noche se acerca a mi lámpara
a escribir para que las nubes amanezcan
más al centro del patio,
más cerca del país que nos espera.
A SEGUIR, duas fotos de EUGENIO MONTEJO tomadas pelo poetga e fotógrafo ENRIQUE HERNÁNDEZ D~JESÚS
ACÁCIAS
Na gélida noite rugm os furacões.
"A Diotima", Hölderlin
Estremecidas como naves
acácias emergidas de uma paisagem antiga
e no entanto batidas em seu fogo
sob a luz negra por entardecida
presencio e assisto
a este mínimo esplendor tão denso
eu apalpo
a intermitência das fagulhas
seu fogo girante delirante
emolduradas no êxtase grave
como despossuídas lançadas ao abismo
assim imensa
numa folhagem povoada de sombras agitadas
contemplo-as
com a piedade de meus olhos
ante dos furacões da Noite.
O ESCRAVO
Ser o escravo que perdeu seu corpo
para que o habitem as palavras.
Levar como ossos as flautas inocentes
que alguém toca à distância
ou mesmo ninguém. (Só é real o sopro
e a ansiedade por descifrar.)
Ser o escravo quando todos dormem
e o fustiga o claror incisivo
de sua irmã, a lâmpada.
Sempre em terror de estar velando
frente aos astros
sem que possa mentir quando despertem,
ainda que desabe o mundo
e a noite ensombreça a página.
Ser escravo, o poeta, o alquimista
de malditos metais
e transmutar seu tédio em ágatas,
em outro o barro humano,
para que não o lancem aos cães
ao entregar a porção.
ESCRITURA
Alguna vez escreverei com pedras
medindo cada uma de minhas frases
por seu peso, volume, movimento.
Estou cansado das palavras.
Não mais lápis: andaimes, teodolitos,
a desnudez solar do sentimento
tatuando no âmago das rochas
sua música secreta.
Desenharei com linhas de calhau
meu nome, a história de minha casa
e a memória daquele reio
que vai passando sempre e se demora
em minhas veias como sábio arquiteto.
Com pedra viva escreverei meu canto
em arcos, pontes, dolmens, colunas,
diante da solidão do horizonte,
como um mapa que se abre ante os olhos
dos viajantes que não regressam jamais.
A POESIA
A poesia cruza a terra só,
apóia sua voz na dor do mundo
e nada pede
nem mesmo palavras.
Vem de longe e sem hora, nunca avisa;
tem a chave da porta.
Ao entrar sempre se detém a mirar-nos.
Depois abre a mão e nos entrega
uma flor ou um canto rodado, algo secreto,
mas tão intenso que o coração palpita
demasiado veloz. E despertamos.
De
POEMAS SELECTOS
s.l.: bi & co. editor, 2008
DESPERTAR
A luz derruba os castelos
onde flutuávamos em sonho;
resta tua baforada de baleia
em nosso espelho opaco...
Já vagamos perto de Saturno,
agora a terra gira devagar.
Trememos sós no centro do mundo
e abrimos a janela
para que passe o dia em seu navio.
De noite dormimos num país distante.
A VIDA
A Vicente Gerbasi
A vida sai de avião e se vai;
sai de dia, de noite, a toda hora
para os remotos aeroportos.
A Vida se vai, foi, chega depois;
é difícil segui-la: tem horários
imprevistos, secretos;
muda a rota, sonha a bordo, voa.
A Vida pode chegar agora, não se sabe,
pode estar em Nebraska, em Istambul,
ou ser uma mulher que dorme
na sala de espera.
A Vida é o mistério nos tabuleiros,
viajantes que partem ou regressam,
o medo, a aventura, os soluços,
as névoas que nos restam do adeus
e os aviões puros que se elevam
até os altos ares do desejo.
O OUTRO
Olho o homem que sou e que regressa;
já li em Heródoto sua vida;
me fala em arameu, sânscrito, sueco.
É míope, lento, subjetivo;
vaga por ruas que declinam
até que o horizonte o dissolva.
Conheço suas mortes no Bósforo,
seus túmulos em Creta,
os soluços num portal escuro
por uma mulher morta pela peste.
Bate em todas as portas do mundo;
troca dor por companhia,
Fastio por inocência,
e de noite se aproxima de minha lâmpada
a escrever par que as nuvens amanheçam
no centro do pátio,
bem perto do país que nos aguarda.