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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


ALEJANDRO OLIVEROS

ALEJANDRO OLIVEROS

Alejandro Oliveros nació en Valencia (Venezuela) el 1 de marzo de 1948. Es un ensayista, traductor, poeta y crítico literario.

 

Alejandro Oliveros fue fundador y director de Revista Poesía y “Zona Torrida”. Sus “Diarios literarios” crean un arco biográfico, lírico y confesional que desde “Espacios” , filtran y permean esta confesión literaria no directa modelando su propia mitografía. Oliveros no escapa a la tradición del paisaje, que es parte de la cultura del país. Lo diferencia el enfoque, pues para el Alejandro Oliveros se trata de una separación respecto al entorno, que presupone el destierro y la recreación mítica de la ciudad que es siempre el hogar.

 

El universo literario y crítico de Alejandro Oliveros no parece divorciarse del desarrollo de un método tras la palabra que infunde a su obra un estilo delicado, cristalino y pasivo .

Biografía extraída de : www.poemascorazon.com

 

TEXTOS EN ESPAÑOL    /     TEXTOS EM PORTUGUÊS

De
territórios
Caracas: Fondo Editorial La Nave Va, 2004

Proemio

 

No concedas demasiado relieve a la repetición

de tus rasgos en el lienzo, mármol o fotografía.

 

A esos instantes breves y robados de la gloria,

seguirán para ti la largura de la calumnia y el olvido.

 

De los celestiales y héroes son los monumentos.

 

A nosotros corresponde lo efímero.

 

Fuimos hechos de lo que se escapa.

 

Frente al anchuroso río, por instantes,

percibiste el rostro de lo eterno.

 

                ¿Dónde está ahora su imagen?

Sustituída, prescindible.

 

Tus rasgos se han extraviado en el manto de la noche.



Noche calcinada

 

Oscurece.

 

Por anchas colinas de silencio

la vida huye y los pájaros.

 

El fuego consume las praderas

y los cansados valles sin espacio.

 

El aire se enrojece con luz

no sonada. Tiempo grave y tardío

de formas y fantasmas.

 

La noche calcinada se abre al sueño

 

Es estío. Su ciego misterio

en la soledad de los campos.

 

Plaza

 

Abril.

Veranean los sauces y eucaliptos.

La grama reposa entre las piedras.

 

Por el aire del estanque

la frágil percepción

de formas ausentes. Surtidor sin vida.

Elipse invisible bajo los árboles.

Seguros en la penumbra,

los bancos de madera

reflejan una fisonomía

de destrozos. Nadie se sienta

ni descansa de largas caminatas.

 

Es abril. En la plaza desierta

espejean sombras y recuerdos.

 

 

Viaje

 

A estas provincias sólo llegan los desesperados,

los excluidos del sueno, los muertos de una vida

sin huellas ni paisajes. El hambre de las noches,

la guerra al amanecer y la peste en el viento,

animan las calderas de los transatlánticos.

 

Nadie se somete a la selva inundada,

a la sabana estéril sin una historia

oscurecida y un horizonte de migajas.

 

Se llega a estas costas para sobrevivir

en lo humedo, el mediodía infinito,

la noche de alimañas. Atrás quedan

encinas y olivares, cipreses y trigales.

 

Nadie cambia de cielo sin el sol negro a las espaldas.

A estas provincias sólo llegan los desesperados.

 

 

 

 

CUERPO ERÓTICO. Selección de Juan Gustavo Vobo Borda.  Bogotá, Colombia: Villegas Editores, 2005.  431 p.  ISBN 958-8160-93-6  
Ex. bibl. Antonio Miranda

 

                EL CUERPO Y SU DOBLE

      
Hay cuerpos que sólo se encuentran
       en otro cuerpo. Están hechos
       como las estrellas y el cielo. No
       caben en una bóveda extraña.
       No importa donde se encuentren.
       Son palmeras aisladas aspirando
       su propia arena en el horizonte.
       No se trata de sombras. No están
       ni tan bajos ni tan lejos. Son
       presencias reales, escrituras de piel
       y dedos, cabellos y piernas.
       Se coinciden un día,
       en alguna ciudad lejana,
       si son dejados solos,
       en un espacio adecuado,
       se aproximan,
       se atraen, y al poco tiempo,
       al otro lado del espejo,
       se juntan, se hacen uno
       y desaparecen.

 



ALEJANDRO OLIVEROS

Alejandro Oliveros e Antonio Miranda na Colômbia, durante
o Festival Internacional de Poesia de Pereira, em agosto 2009.

 

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TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda

PROÊMIO

Não concedas excessiva importância à repetição
de tuas feições na tela, mármore ou fotografia.

A estes instantes breves e roubados à glória,
resultarão em ampliar a calúnia e o olvido.

Dos celestiais e heróis são os monumentos.

A nós corresponde o efêmero.

Estamos feitos do que se escapa.

Diante do amplo rio, por instantes,
percebeste a face do eterno?

Onde está agora tua imagem?

Substituída, prescindível.

Tuas feições extraviaram no manto da noite.


NOITE CALCINADA

Escurece.

Por amplas colinas de silêncio
a vida escapa e os pássaros.

O foto consome as campinas
e os cansados vales sem espaço.

A noite calcinada abre-se ao sonho.

Estio. Seu cego mistério
na solidão dos campos.


PRAÇA

Abril.
Veraneiam os salgueiros e os eucaliptos.
A grama repousa entre as pedras.

Pelo ar estancado
a frágil percepção
de formas ausentes. Fornecedor sem vida.
Elipse imóvel sob as árvores.
Seguros na penumbra,
os bancos de madeira
refletem uma fisionomia
de destroços. Ninguém se senta
nem descansa de longas caminhadas.

Abril. Na praça deserta
espelham-se sombras e lembranças.


VIAGEM

A estas províncias apenas chegam os desesperados,
os excluídos do sonho, os mortos de uma vida
sem vestígios nem paisagem. A fome das noites,
guerra ao amanhecer e a peste no vento,
anima as caldeiras dos transatlânticos.

Ninguém se submete à selva inundada,
à savana estéril sem uma história
escurecida e a um horizonte de migalhas.

Chega-se a estas costas para sobreviver
na umidade, o meio-dia infinito,
a noite de alimárias. Atrás restam
carvalhos e oliveiras, ciprestes e trigais.

Ninguém troca de céu sem sol negro nas costas.
A estas províncias apenas chegam os desesperados.

 

 

O CUERPO E O DOBRO DELE


      
Há corpos que apenas se encontram
       no outro corpo. Estão feitos
       como as estrelas e o céu. Não
       cabem em uma arcada estranha.
       Não importa onde se encontrem.
       São palmeiras isoladas aspirando
       sua própria arena no horizonte.
       Não se trata de sombras. Não estão
       nem tão baixos nem tão distantes. São
       presenças reais, escrituras de pele
       e dedos, cabelos e pernas.
       Se coincidem um dia,
       em alguma cidade distante,
       se são deixados sozinhos,
       em um espaço adequado,
       aproximam-se,
       atraem-se, e em pouco tempo,
       no outro lado do espelho,
       juntam-se, tornam-se um mesmo
       e desaparecem.

 

 

Poesia erótica

 

Página publicada em setembro de 2009; ampliada em maio de 2020


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