Biografía: es.wikipedia.org
ORFILA BARDESIO
Orfila Bardesio (Montevideo, 18 de mayo 1922 - ibid 14 de octubre de 2009) fue una poeta y profesora uruguaya.
Orfila Bardesio vivió un largo período en el Departamento de Treinta y Tres en Uruguay desde donde ejerció la docencia en literatura. Bardesio inició su carrera literaria en 1939 con el poemario "Voy". Le siguieron "La muerte de la luna" (1942) y "Poema" (1946), obteniendo críticas positivas en el ámbito literario. Jules Supervielle la alabó como una gran poeta, y fue parte del círculo literario de la Generación del 45. En 1950 Bardesio se casó con el poeta y escritor Julio Fernández. Con él se trasladó a Treinta y Tres, donde fue profesora de lengua y literatura española.
Por su trilogía cristiana "Uno" (publicada en 1955, 1959 y 1971) y por su libro "Poema" recibió cuatro veces el premio del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, respectivamente. Después de la muerte de su esposo en 1974, regresó a Montevideo. En 1984 se publicó su obra maestra "El ciervo radiante". En 1989 publicó el ensayo literario y religioso "La luz del ojo en el follaje". Su último libro de poesía, "La canción de la tierra", apareció unos meses después de su muerte. Muchos de sus textos también aparecieron en periódicos y revistas como Índice, La Nación, Entregas de la Licorne, Alfar o Marcha (semanario).
TEXTO EN ESPAÑOL - TEXTO EM PORTUGUÊS
Cuando disponía de una playa sin límites
en el centro de su adolescencia,
se olvidó por las olas,
cuando le entregaron fuertes palacios
dominando la montaña reciente,
se afinó en los jardines,
cuando le concedieron soles de ciego,
sus aves no pudieron permanecer en la tierra,
cuando aceptó la cabellera,
no tenía en su lluvia
ningún instante para las sombras,
su sed no recibía consuelo del oro,
de la distancia, de los números,
así es que confiada en sus venas
domaba límites por las praderas
como de costumbre, cuando, sin querer,
en una apasionada correría
quebró el horizonte para siempre;
sus huesos no pudieron sostener
las alas que movía entre las cosas,
su corazón no pudo conseguir espacio
para heridas nuevas, y como un fruto,
fue madurado por los filos,
las danzas en sus tobillos
cumplieron aquella ley que dice:
“Obedecerán a la gravedad todos los cuerpos
siempre que la alegría de los mismos
sea proporcional a la atracción de la tierra,
pero aquéllos cuya alegría sea mayor
que la atracción de la tierra,
obedecerán a los cielos”,
por eso, si crónicas rigurosas
describen su vuelo extraño,
despiertan violines,
si dicen “muerte”, sueltan naves,
sus huesos no pudieron sostener
se dien “a la tarde”, alientan amanecer;
si “pasión”, dibujan una cruz,
si, por ejemplo, “débil”, columnas en el desierto,
si “razón”, encienden coros de llamas,
si llegan a decir “conocida”,
invitan al huerto a un desconocido,
si pronuncian el nombre del que amaba,
descienden mantos, porque ella supo quién era,
ella lo invocaba, mientras desaparecía,
si publican sus fotos, devuelven al aire un ciervo,
al cristal, humo necesario,
ella fue transformada en nube por abejas,
fue extendida por los vientos como los perfumes,
toca desde lejos, desde el sueño que la rodea,
sin tiempo, como un bosque, el Otoño,
recibe manos en sus brisas,
lleva un paseo a la paloma
donde no hay nada que temer,
las generaciones la recuerdan con reverencia,
le dejan inclinaciones,
le corresponden con violetas.
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
Quando disfrutava uma praia sem límites
em plena adolescência,
esqueceu-se pelas ondas,
quando lhe ofereceram grandes palácios
dominando a montanha recente
enveredou pelos jardins,
quando concederam-lhe sóis de cego,
suas aves não puderam permanecer em terra,
quando aceitou a cabeleira,
não tinha em sua chuva
nenhum instante para as sombras,
sua sede não recebia o consolo do ouro,
da distância, dos números,
assim é que confiada em suas veias
domava limites pelas pradarias
como de costume, quando, sem querer,
numa apaixonada correria
rompeu o horizonte para sempre;
seus ossos não puderam sustentar
as alas que se moviam pelas coisas,
seu coração não conseguiu espaço
para feridas novas, e como um fruto,
amadureceu pelos fios,
as danças em seus joelhos
cumpriram aquela lei que diz:
“Obedecerão a gravidade todos os corpos
sempre que a alegria dos mesmos
seja proporcional à atração da terra,
mas aqueles cuja alegria for maior
que a atração da terra,
obedecerão os céus”,
por isso, se as crônicas rigorosas
descrevem seu vôo estranho,
desrtsm violinos,
dizem “morte”, liberam naves,
seus osos não puderam sustentar
se dizem “à tarde”, estimulam o amanhecer;
se “paixão”, desenham uma cruz,
se, por exemplo, “débil”, colunas no deserto,
se “razão”, acendem coros de chamas,
se chegam a dizer “conhecida”,
convidam ao horto um desconhecido,
se pronunciam o nome do que amava,
descem mantos, porque ela sabia quem era,
ela o evocava, enquanto desaparecia,
se publicam suas fotos, devolvem ao ar um veado,
ao cristal, fumaça necessária,
ela seria transformada em nuvem por abelhas,
seria levada pelos ventos como os perfumes,
toca de longe, desde o sonho que la rodeia,
sem tempo, como um bosque, o outono,
recebe mãos en suas brisas,
leva a passear a pomba,
onde não há nada que temer,
as generações lembram dela com reverência,
deixam inclinações,
correspondem com violetas.
Página publicada em maio de 2019
|