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MAROSA DI GEORGIO
(1932-2004)
Marosa di Giorgio Medici (Salto, 16 de junio de 1932) - Montevideo, 17 de agosto de 2004), poetisa uruguaya que también se aventuró con la prosa erótica y la novela en obras recientes.
Descendiente de inmigrantes italianos y vascos que fundaron quintas en zonas rurales del Uruguay, sus padres fueron Giorgio y Clementina Médici. Marosa di Giorgio comenzó a publicar en los años 50. En los dos tomos de Los papeles salvajes (1989 y 1991) recopiló sus poemas publicados hasta entonces.
El extenso Diamelas a Clementina Médici (2000), estuvo inspirado en la muerte de su madre. Sus textos narrativos eróticos son: Misales (1993), Camino de las pedrerías (1997), y Reina Amelia (1999). Su obra, que recibió numerosos premios, ha sido traducida al inglés, francés, portugués e italiano.
En su obra, un canto a la naturaleza y a sus mutaciones, la mitología es una constante. Es una de las voces poéticas más singulares de Latinoamérica. En sus recitales poéticos -muchos de ellos reproducidos en casetes y otros formatos- demostraba una capacidad interpretativa sui géneris, en la que se entremezclaban emociones como el miedo, la sorpresa, el desasosiego y el deseo, siempre con una voz trémula y delicada.
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
TODOS COMÍAN DE TU CARNE. . .
Todos comían de tu carne color de nieve bajo la capa rosa té, cerca del olor de las manzanas y las cebollitas de oro.
Bullía el vino en las copas, y alguien bailaba cerca.
Yo, también, quise cortarte,
y, así, me fueron develados los huesos de tu pecho; di en tu pequeño osario. Pero, mi corazón se detuvo, te miró con grandes ojos tristes, y pasaste entre las dalias negras por el prado.
SURGIÓ UNA MARIPOSA CON
ÚNALA NEGRA...
Surgió una mariposa con un ala negra y la otra azul. Andaba en el aire de la habitación; arriba de los estantes y roperos. No se sabía si era sólo una. La niña más chica la pidió para antifaz.
A ratos, sus alas profusas, extendíanse lisas y límpidas.Cuando se paró en el borde de mi taza, vi su belleza abrasadora; daba pavor.
Mamá lloró todo el día; papá aprontó los revólveres y diversas trampitas, que él mismo tejió, más nada tuvo efecto.
Al caer la tarde resolvimos cerrar la casa y partir. Pero por las sendas, la mariposa nos sobrevolaba, como una estrella de Belén oscura, como un coloreado asesino.
Hasta que se metió en mi cuello de nueve años, entre mis venas, se entro en mi cabello.
Los demás ya no vieron nada o hicieron que no veían.
Yo fingí no darme cuenta.
Y la mariposa sigue bullendo.
A cada instante me visita.
ANTOLOGÍA PLURAL DE LA POESÍA URUGUAYA DEL SIGLO XX. Estudio preliminar y notas Washington Benavides, Rafael Couroisie y Sylvia Lago. Montevideo: Seix Barral, 1995. 326 p. ISBN 9974-56-001-2 Ex. bibl. Antonio Miranda
A VECES, EN EL TRECHO DE HUERTA QUE VA DESDE EL HOGAR
A veces, en el trecho de huerta que va desde el hogar
a la alcoba, se me aparecían los ángeles.
Alguno, quedaba allí de pie, en el aire, como un gallo
blanco -oh, su alarido-, como una llamarada de azucenas
blancas como la nieve o color rosa.
A veces, por los senderos de la huerta, algún ángel me
seguía casi rozándome; su sonrisa y su traje, cotidianos;
se parecía a algún pariente, a algún vecino (pero, aquel
plumaje gris, siniestro, cayéndole por la espalda
hasta los suelos...). Otros eran como mariposas negras
pintadas a la lámpara, a los techos, hasta que un día
se daban vuelta y les ardía el envés del ala, el pelo,
un número increíble.
Otros eran diminutos como moscas y violetas e iban
todo el día de aquí para allá y ésos no nos infundían miedo,
hasta les dejábamos un vasito de miel en el altar.
De "Historial de las violetas" 1965
ANOCHE, VOLVIÓ, OUTRA VEZ...
Anoche, volvió, otra vez, La Sombra; aunque ya habían
pasado cien años, bien la reconocimos. Pasó el jardín de
violetas, el dormitorio, la cocina; rodeó las dulceras, los
platos blancos como huesos, las dulceras con olor a rosa.
Tomó al dormitorio, interrumpió el amor, los abrazos; los
que que estaban despiertos, quedaron con los ojos fijos;
soñaban, igual la vieron. El espejo donde se miró o no se
miró, cayó trizado. Parecía que quería matar a alguno.
Pero, salió al jardín. Giraba, cavaba, en el mismo sitio,
como si debajo estuviese enterrado un muerto. La pobre
vaca, que pastaba cerca de la violetas, se enloqueció,
gemía como una mujer o como un lobo. Pero, La Sombra
se fue volando, se fue hacia el sur. Volverá dentro de un siglo.
De "Los papeles salvajes" 1971
HABÍA NACIADO CON ZAPATOS. ..
Había nacido con zapatos. Rojos, finos, de taco alto,
que fueron la desesperación de todos los que vivimos juntos
en aquel tiempo.
Y en la cara tenía varias dentaduras, y lentes celestes como
el fuego.
Al pasar, por la tarde, parecía el ángel de la devoración con
pie punzó.
Mas, en realidad, amó la luz solar. Comía guindas, llevándose
una a cada boca.
Y sentía temor y amor hacia el Maestro Tigre que llegaba
en la noche a buscar doncellas.
Y nunca la eligió.
De "La liebre de marzo" 1981
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda
TODOS DEVORAVAM TUA CARNE
Todos devoravam tua carne cor de neve
sob a capa rosa chá, perto do cheiro das
maçãs e as cebolinhas de ouro.
Agitava o vinho em taças, e alguém bailava por perto.
Eu, também, quis cortar-te,
e, assim, me foram revelados os ossos de teu peito; dei com teu pequeno ossário. Mas, meu coração se deteve, fitou-te com grandes olhos tristes, e passaste entre as dálias negras pelo prado.
SURGIU UMA BORBOLETA COM UMA ASA NEGRA
Surgiu uma borboleta com uma asa negra e a outra azul.
Andava no ar do quarto; sobre as estantes e repousos.
Não sabíamos se era apenas uma. A menina mais nova queria-a como máscara. De vez em quando, suas asas profusas,
estendiam-se lisas e límpidas.
Quando deteve-se na borda do meu cálice, vi sua beleza abrasadora; dava medo.
Mamãe chorou o dia todo, papai aprontou os revólveres e diversas pequenas armadilhas, que ele mesmo teceu, mas nada
deu certo.
Ao cair a tarde resolvemos fechar a casa e partir. Mas
pelas trilhas, a borboleta nos sobrevoava, como uma estrela de Belém escura, como um colorizado assassino.
Até que se meteu em meu pescoço de nove anos, entre minhas veias, penetrou entre meus cabelos.
Os demais já não viram nada ou fizeram que não viam.
E fingi não dar-me conta.
E a borboleta segue agitada.
A cada instante me visita.
ÀS VEZES, NO TRECHO DA HORTA QUE VAI DESDE O LAR
Às vezes, no trecho da horta que vai desde o lar
à alcova, apareciam os anjos.
Algum, ficava ali de pé, no ar, como um galo
branco — ó seu alarido —, como uma labareda de açucenas
brancas, como a neve ou cor de rosa.
Às vezes, por veredas da horta, algum anjo me
seguia quando roçando-me, seu sorriso e seu traje, quotidianos;
parecido com algum parente, com algum vizinho (mas, aquela
plumagem cinza, sinistra, caindo pela espalda
até o chão...) Outros eram como borboletas negras
pintadas pela lâmpada, ao teto, até que um dia
davam a volta e ardia os avessos de suas asas, os cabelos,
uma quantidade incrível.
Outros eram diminutos como moscas e violetas e iam
todo dia daqui para ali e esses não nos causavam medo,
até lhes oferecíamos um potinho de mel no altar.
ONTEM À NOITE, VOLTOU, OUTRA VEZ...
Ontem à noite, voltou, outra vez, a Sombra; embora já
houvessem passado cem anos, bem a reconhecemos.
Passou pelo jardim de violetas, o dormitório, a cozinha;
circulou pelos doces, os pratos brancos como ossos, os
potes de doce coar de rosa. Entrou no dormitório,
interrompeu o amor, os abraços; os que estavam acordados
ficaram como os olhos vidrados; sonhavam, igualmente
a viram. O espelho onde se mirou ou não se mirou, caiu
destroçado. Parecia querer matar alguém. Mas, saiu ao
jardim. Girava, cavava, no mesmo lugar, como se estivesse
debaixo ulm morto. A pobre vaca, que pastava próximo das
violetas, enlouqueceu, gemia como uma mulher ou como um
lobo. Mas, A Sombra saiu voando, foi para o sul. Voltará
daqui a um século.
HAVIA NASCIDO COM SAPATOS
Havia nascido com sapatos. Vermelhos, finos, de salto alto...
que foram o desespero de todos os que vivemos juntos
por aquele tempo.
E no rosto tinha várias dentaduras, e lentes celestes como
o fogo.
Ao passar, de tarde, parecia o anjo da devoração com
um pé incitou.
Mas, em verdade, amou a luz solar. Comia cerejas, levando
uma a cada boca.
E sentia temor e amor pelo Mestre Tigre que chegava
na noite buscando donzelas.
E nunca a elegeu.
Página publicada em dezembro de 2014; ampliada em setembro de 2017
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