Home
Sobre Antonio Miranda
Currículo Lattes
Grupo Renovación
Cuatro Tablas
Terra Brasilis
Em Destaque
Textos en Español
Xulio Formoso
Livro de Visitas
Colaboradores
Links Temáticos
Indique esta página
Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto: http://www.mcnallyjackson.com/

 

MAROSA DI GEORGIO

(1932-2004)

 

Marosa di Giorgio Medici (Salto, 16 de junio de 1932) - Montevideo, 17 de agosto de 2004), poetisa uruguaya que también se aventuró con la prosa erótica y la novela en obras recientes.

Descendiente de inmigrantes italianos y vascos que fundaron quintas en zonas rurales del Uruguay, sus padres fueron Giorgio y Clementina Médici. Marosa di Giorgio comenzó a publicar en los años 50. En los dos tomos de Los papeles salvajes (1989 y 1991) recopiló sus poemas publicados hasta entonces.

El extenso Diamelas a Clementina Médici (2000), estuvo inspirado en la muerte de su madre. Sus textos narrativos eróticos son: Misales (1993), Camino de las pedrerías (1997), y Reina Amelia (1999). Su obra, que recibió numerosos premios, ha sido traducida al inglés, francés, portugués e italiano.

En su obra, un canto a la naturaleza y a sus mutaciones, la mitología es una constante. Es una de las voces poéticas más singulares de Latinoamérica. En sus recitales poéticos -muchos de ellos reproducidos en casetes y otros formatos- demostraba una capacidad interpretativa sui géneris, en la que se entremezclaban emociones como el miedo, la sorpresa, el desasosiego y el deseo, siempre con una voz trémula y delicada.

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  -   TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

TODOS COMÍAN DE TU CARNE. . .

 

          Todos comían de tu carne color de nieve bajo la capa rosa té, cerca del olor de las manzanas y las cebollitas de oro.

Bullía el vino en las copas, y alguien bailaba cerca.

          Yo, también, quise cortarte,

          y, así, me fueron develados los huesos de tu pecho; di en tu pequeño osario. Pero, mi corazón se detuvo, te miró con grandes ojos tristes, y pasaste entre las dalias negras por el prado.

 

SURGIÓ UNA MARIPOSA CON

ÚNALA NEGRA...

 

          Surgió una mariposa con un ala negra y la otra azul. Andaba en el aire de la habitación; arriba de los estantes y roperos. No se sabía si era sólo una. La niña más chica la pidió para antifaz.

          A ratos, sus alas profusas, extendíanse lisas y límpidas.Cuando se paró en el borde de mi taza, vi su belleza abrasadora; daba pavor.              

          Mamá lloró todo el día; papá aprontó los revólveres y diversas trampitas, que él mismo tejió, más nada tuvo efecto.

          Al caer la tarde resolvimos cerrar la casa y partir. Pero por las sendas, la mariposa nos sobrevolaba, como una estrella de Belén oscura, como un coloreado asesino.

          Hasta que se metió en mi cuello de nueve años, entre mis venas, se entro en mi cabello.

Los demás ya no vieron nada o hicieron que no veían.

          Yo fingí no darme cuenta.

          Y la mariposa sigue bullendo.     

          A cada instante me visita.

 

 

ANTOLOGÍA PLURAL DE LA POESÍA URUGUAYA DEL SIGLO XX.  Estudio preliminar y notas Washington Benavides, Rafael Couroisie y Sylvia Lago.  Montevideo: Seix  Barral, 1995. 326 p.    ISBN 9974-56-001-2   Ex. bibl. Antonio Miranda


A VECES, EN EL TRECHO DE HUERTA QUE VA DESDE EL HOGAR

 

A veces, en el trecho de huerta que va desde el hogar

a la alcoba, se me aparecían los ángeles.

Alguno, quedaba allí de pie, en el aire, como un gallo

blanco -oh, su alarido-, como una llamarada de azucenas

blancas como la nieve o color rosa.

A veces, por los senderos de la huerta, algún ángel me

seguía casi rozándome; su sonrisa y su traje, cotidianos;

se parecía a algún pariente, a algún vecino (pero, aquel

plumaje gris, siniestro, cayéndole por la espalda

hasta los suelos...). Otros eran como mariposas negras

pintadas a la lámpara, a los techos, hasta que un día

se daban vuelta y les ardía el envés del ala, el pelo,

un número increíble.

Otros eran diminutos como moscas y violetas e iban

todo el día de aquí para allá y ésos no nos infundían miedo,

hasta les dejábamos un vasito de miel en el altar.

 

De "Historial de las violetas" 1965

 

 

ANOCHE, VOLVIÓ, OUTRA VEZ...

 

Anoche, volvió, otra vez, La Sombra; aunque ya habían
pasado cien años, bien la reconocimos. Pasó el jardín de
violetas, el dormitorio, la cocina; rodeó las dulceras, los
platos blancos como huesos, las dulceras con olor a rosa.

Tomó al dormitorio, interrumpió el amor, los abrazos; los
que que estaban despiertos, quedaron con los ojos fijos;
soñaban, igual la vieron. El espejo donde se miró o no se
miró, cayó trizado. Parecía que quería matar a alguno.
Pero, salió al jardín. Giraba, cavaba, en el mismo sitio,
como si debajo estuviese enterrado un muerto. La pobre
vaca, que pastaba cerca de la violetas, se enloqueció,

gemía como una mujer o como un lobo. Pero, La Sombra
se fue volando, se fue hacia el sur. Volverá dentro de un siglo.

 

De "Los papeles salvajes" 1971

 

 

HABÍA NACIADO CON ZAPATOS. ..

 

Había nacido con zapatos. Rojos, finos, de taco alto,

que fueron la desesperación de todos los que vivimos juntos

en aquel tiempo.

Y en la cara tenía varias dentaduras, y lentes celestes como

el fuego.

Al pasar, por la tarde, parecía el ángel de la devoración con

pie punzó.

Mas, en realidad, amó la luz solar. Comía guindas, llevándose

una a cada boca.

Y sentía temor y amor hacia el Maestro Tigre que llegaba

en  la noche a buscar doncellas.

Y nunca la eligió.

 

De "La liebre de marzo"  1981

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda

 

TODOS DEVORAVAM TUA CARNE

          Todos devoravam tua carne cor de neve
sob a capa rosa chá, perto do cheiro das
maçãs e as cebolinhas de ouro.
Agitava o vinho em taças, e alguém bailava por perto.
          Eu, também, quis cortar-te,
          e, assim, me foram revelados os ossos de teu peito; dei com teu pequeno ossário. Mas, meu coração se deteve, fitou-te com grandes olhos tristes, e passaste entre as dálias negras pelo prado.

 

SURGIU UMA BORBOLETA COM UMA ASA NEGRA

          Surgiu uma borboleta com uma asa negra e a outra azul.
Andava no ar do quarto; sobre as estantes e repousos.
Não sabíamos se era apenas uma. A menina mais nova queria-a como máscara. De vez em quando, suas asas profusas, estendiam-se lisas e límpidas.
          Quando deteve-se na borda do meu cálice, vi sua beleza abrasadora; dava medo.
          Mamãe chorou o dia todo, papai aprontou os revólveres e diversas pequenas armadilhas, que ele mesmo teceu, mas nada deu certo.
          Ao cair a tarde resolvemos fechar a casa e partir. Mas pelas trilhas, a borboleta nos sobrevoava, como uma estrela de Belém escura, como um colorizado assassino.
          Até que se meteu em meu pescoço de nove anos, entre minhas veias, penetrou entre meus cabelos.
          Os demais já não viram nada ou fizeram que não viam.
          E fingi não dar-me conta.
          E a borboleta segue agitada.
          A cada instante me visita.

 

ÀS VEZES, NO TRECHO DA HORTA QUE VAI DESDE O LAR
 

         Às vezes, no trecho da horta que vai desde o lar
         à alcova, apareciam os anjos.
         Algum, ficava ali de pé, no ar, como um galo
         branco — ó seu alarido —, como uma labareda de açucenas
         brancas, como a neve ou cor de rosa.
         Às vezes, por veredas da horta, algum anjo me
         seguia quando roçando-me, seu sorriso e seu traje, quotidianos;
         parecido com algum parente, com algum vizinho (mas, aquela
         plumagem cinza, sinistra, caindo pela espalda
         até o chão...) Outros eram como borboletas negras
         pintadas pela lâmpada, ao teto, até que um dia
         davam a volta e ardia os avessos de suas asas, os cabelos,
         uma quantidade incrível.
         Outros eram diminutos como moscas e violetas e iam
         todo dia daqui para ali e esses não nos causavam medo,
         até lhes oferecíamos um potinho de mel no altar.  

 

         ONTEM À NOITE, VOLTOU, OUTRA VEZ...

 

         Ontem à noite, voltou, outra vez, a Sombra; embora já
         houvessem passado cem anos, bem a reconhecemos.
         Passou pelo jardim de violetas, o dormitório, a cozinha;
         circulou pelos doces, os pratos brancos como ossos, os
         potes de doce coar de rosa. Entrou no dormitório,
         interrompeu o amor, os abraços; os que estavam acordados
         ficaram como os olhos vidrados; sonhavam, igualmente
         a viram. O espelho onde se mirou ou não se mirou, caiu
         destroçado. Parecia querer matar alguém. Mas, saiu ao
         jardim. Girava, cavava, no mesmo lugar, como se estivesse
         debaixo ulm morto. A pobre vaca, que pastava próximo das
         violetas, enlouqueceu, gemia como uma mulher ou como um
         lobo. Mas, A Sombra saiu voando, foi para o sul. Voltará
         daqui a um século.

 

 

         HAVIA NASCIDO COM SAPATOS

 

         Havia nascido com sapatos. Vermelhos, finos, de salto alto...
         que foram o desespero de todos os que vivemos juntos
         por aquele tempo.
         E no rosto tinha várias dentaduras, e lentes celestes como
         o fogo.
         Ao passar, de tarde, parecia o anjo da devoração com
         um pé incitou.
         Mas, em verdade, amou a luz solar.  Comia cerejas, levando
         uma a cada boca.
         E sentia temor e amor pelo Mestre Tigre que chegava
         na noite buscando donzelas.
         E nunca a elegeu.

 

 

 

Página publicada em dezembro de 2014; ampliada em setembro de 2017


 

 

 
 
 
Home Poetas de A a Z Indique este site Sobre A. Miranda Contato
counter create hit
Envie mensagem a webmaster@antoniomiranda.com.br sobre este site da Web.
Copyright © 2004 Antonio Miranda
 
Click aqui Click aqui Click aqui Click aqui Click aqui Click aqui Click aqui Click aqui Click aqui Click aqui Home Contato Página de música Click aqui para pesquisar