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HORACIO CAVALLO
Horacio Cavallo nació en Montevideo el 31 de diciembre de 1977. Es narrador y poeta. En poesía obtuvo el Primer Premio (compartido) en el Concurso Anual de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura, en 2006, con el poemario titulado El revés asombrado de la ocarina. En narrativa obtuvo menciones de honor consecutivas, en 2004 (Maquinaria viva, novela) y 2005 (Doce vueltas alrededor de un plátano, cuentos), en el Concurso Literario Municipal, y el Primer Premio en 2007 con la novela Oso de trapo, editada por Trilce en 2008. El mismo año fue galardonado con una de las 10 becas Luis Cerminara que otorga la Intendencia Municipal de Montevideo a jóvenes creadores. Integró la redacción de Milcuernos, revista literaria de distribución gratuita y el colectivo Puntotxt de difusión literaria en medios electrónicos. Ha publicado algunos de sus trabajos en la revista Versal (Holanda), elparnaso.com (España), Viento en Vela (México) y Punto de partida (México, UNAM). Integra varias antologías tanto en el género narrativa como en poesía. En 2008 fue premiado con los Fondos Concursables junto a Francisco Tomsich por Sonetos a dos (Trilce, 2009). Es integrante de la Red de Escritores por el ALBA.
Selección de poemas del poemario El revés asombrado de la ocarina (2006) Montevideo: Ediciones de la crítica.
TEXTOS EN ESPAÑOL / TEXTOS EM PORTUGUÊS
A veces en la noche
me despiertan.
Ladran concatenados y en jardines,
persiguiendo los rabos imposibles,
con las fauces babeantes.
Los he oído:
Tu nombre es ese aullido interminable.
*
Este río no muere entre tus piernas,
pero todos tropiezan, se sumergen,
aunque acaben al fin de cara al cielo
con los ojos comidos por los pájaros.
*
Adoramos a las mujeres somnolientas,
por eso,
cuando menos lo piensan
las guardamos así
amodorradas:
las guardamos así
tras de los ojos.
Y cuando no sabemos hacia dónde
tirar el carro, el lomo y tantas cosas,
sacamos de la nada esos recuerdos:
una tiende ambos brazos hacia el cielo,
otra hunde el mentón sobre la palma,
la tercera bosteza y mira al techo.
Pasamos el invierno casi siempre
evocando mujeres somnolientas.
DROMEDARIOS
Vamos arqueándonos a tal extremo
que con la frente nos lustramos los zapatos.
Deshilachados, inapetentes:
buscamos en la pieza
el resplandor de un sueño de la infancia.
La casa está garuando, -esta llovizna
son las piedras perdidas del revoque-
mordiéndonos los huesos con recuerdos.
Y así, buscamos –corvos dromedarios-,
entre una calle y otra,
una veleta, una bala perdida,
para que anide entre una ceja y otra.
SONETO UMBILICAL
a Majo
Creo en tu ombligo –salva, ese es el caso-,
y en la O que circunda tus pezones.
Dormirse entre tus piernas: tres razones
para olvidar el gusto del fracaso.
Creo en tu ombligo –salva- y cuando paso
el día ensimismado en sus rincones
por esta pieza es As de corazones
o treinta comodines en un mazo.
Geográfico descanso entre la boca
y el oscuro ramaje de tu vientre.
Voy a sentir tu ombligo cuando entre
tus piernas me derrumbe en un abrazo:
-la piel humedecida nos convoca-.
Tu ombligo serán dos. Ese es el caso.
HACIA DONDE SE PIERDE LO MIRADO
I
Mirar desde la siesta
las ramas amarillas de los plátanos.
Mirar mientras se pueda,
sin saber
el día que termine esta faena,
hacia dónde se pierde lo mirado.
II
Devuélvanme el que era,
no soy este.
Y me he visto pasar,
miraba el cielo.
Devuélvanme ese cielo por lo menos.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
Na noite às vezes
me despertam.
Ladram concatenados e em jardins,
perseguindo as caudas impossíveis,
com as faces babadas.
Ouvi deles:
Teu nome é esse uivo interminável.
*
Este rio não more entre tuas pernas,
mas todos tropeçam, submergem,
embora acabem afinal de cara ao céu
com os olhos comido pelos pássaros.
*
Adoramos as mulheres sonolentas,
por isso,
quando menos pensam
as guardamos assim
amodorradas:
as guardamos assim
detrás dos olhos.
E quando não sabem para onde
jogar o carro, o dorso e tantas coisas,
tiramos do nada esas lembranças:
uma levanta ambos braços para o céu,
outra afunda o queixo na palma da mão,
a terceira boceja e olho o teto.
Passamos o inverno quase sempre
evocando mulheres sonolentas.
DROMEDARIOS
Vamos arquejando-nos ao extremo
e com a fronte lustramos os sapatos.
Desfiados, inapetentes:
buscando na peça
o resplendor de um sonho de infancia.
A casa está garoando, — este chuvisco
são pedras perdidas do reboco —
mordendo-nos os ossos com lembranças.
E assim buscamos — corvos domedarios—,
entre uma rua e outra,
uma veleta, uma bala perdida,
para que aninhe entre uma e outra sobrancelha .
SONETO UMBILICAL
a Majo
Creio em teu umbigo — salva, este é o caso—,
e na O que circunda teus mamilos.
Dormir entre tuas pernas: três razões
para esquecer o gosto do fracasso.
Creio em teu umbigo — salva — e quando passo
o dia ensimesmado em seu canto
por este cómodo é A de corações
ou trinta curingas em um maço.
Geográfico descanço entre a boca
e a escura ramagem de teu ventre.
Vou sentir teu umbigo quando entre
tuas pernas me derrame num abraço:
— a pele umedecida nos convoca —.
Teu umbigo será dois. É este o caso.
ATÉ ONDE SE PERDE A MIRADA
I
Mirar desde a sesta
as ramas amárelas das bananeiras
Mirar enquanto é possível,
sem saber
o dia que termina esta lide,
até onde se perde a mirada.
II
Devolvam-me o que era,
não sou este.
E me vi pasar,
olhava o céu.
Devolvam-me esse céu, pelo menos.
Página publicada em fevereiro de 2009.
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