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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

DORA ISABELLA RUSSELL

 

Dora Isella Russell (15 de mayo de 1925, Buenos Aires - 8 de noviembre de 1990) fue una poeta y periodista uruguaya de origen argentino.

En 1933 su familia se trasladó a la ciudad de Montevideo, donde creció y cursó estudios en la Escuela y Liceo Elbio Fernández y luego estudió literatura.1 Ejerció la docencia como profesora agregada. Fue colaboradora del Instituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios. Fue discípula y secretaria de la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou. Su actividad como periodista la realizó con artículos publicados en el diario uruguayo El Día (Uruguay) y en revistas intelectuales de América, España, Francia, Italia, Grecia y Egipto.

Obras: Sonetos (1943); El canto irremediable (1946); Oleaje (1949); El otro olvido (1952); Antología poética (1952); Del alba al mediodía (1954); Los barcos de la noche (1954); Tiempo y memoria (1964); El tiempo del regreso (1967); Los sonetos de Simbad (1970); Poemas hispanoamericanos (1977); Memorial para Don Bruno Mauricio de Zabala (1977); Los sonetos de Carass Court (1983).

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  -  TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

ALBAREDA, Ginés de; GARFIAS, FranciscoAntología de la poesia hispano-
americana – Uruguay.  
Madrid: Biblioteca Nueva, 1968.  502 p.    571 p..

 

EL PEQUEÑO DON

 

El aire que te roza me despoja
de una caricia de mi mano. El agua
que te resbala por la cara usurpa
una caricia de mi mano. El cielo
que estás mirando, mi mismo cielo, roba
una caricia de mi mano. Mírala:

 

Es pequeña e indefensa. Sólo tiene
la ciencia ambigua de su gesto leve.
Se te dio entre jazmines una noche.
Ahora sabe que quiso decir siempre.

 

 

 

DESDE MI

 

Soy ser del tiempo, agua pasajera,
peregrina inocente del minuto.
Creo poseer la vida, y no me alcanzan
las manos juntas para asir su imagen.
En mi garganta nacen las palabras
con que quisiera edificar mi mundo,
y cada golpe que me doy, repite
que el universo muere entre los nombres.

 

Hubo una voz que daba la medida
del aire blando donde fui creciendo.

Entre el juncal azul, pájaro herido
en las dos alas, se trizó el ensueño.
¿Dónde, la eternidad de aquella eterna
tarde fugaz que se murió sin riesgo?

 

Vino una boca, y otra boca, a darme
los límites de cada cosa, el firme
contorno del objeto, y la inexacta
simetría del vuelo, a media aurora.

Y se hizo la aurora medianoche.

 

Oigo el llamado repetido ahora
desde una inexplicable lejanía
que está dentro de mí, de mí, que quise
a cal y canto amurallarme el pecho.
Rosa de fuego y de metal, erguido
en su compás de oscuro campanario,
mi corazón es una torre en sombra
a cuyo alrededor gira el deseo,
y hay luz, pero no sé de dónde viene.

Y es nuevo el día; el cielo es nuevo,
con un azul no visto todavía.

 

Todo llega con aire de domingo
hasta mi claridad recién nacida.


 

TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda

 

O PEQUENO DOM

 

O ar que te roça me despoja
de uma carícia de minha mão. A água
que resvala por teu rosto usurpa
uma carícia de minha mão. O céu  
que estás mirando, também meu céu, rouba
uma carícia de minha mão. Veja-a:

 

É pequena e indefesa. Tem apenas
a ciência ambígua de seu gesto leve.
Te deu entre jasmins uma noite.
Agora sabe o que sempre queria dizer.

 

 

DESDE MIM

 

Sou um ser do tempo, água passageira,
peregrina inocente do minuto.
Creio ter a vida, e não me alcançam
as mãos juntas para segurar sua imagem.
Em minha garganta nascem as palavras
com que gostaria de edificar meu mundo,
e cada golpe que me dou, repete
que o universo morre entre os nomes.

 

Havia uma voz que dava a medida
do ar brando em que fui crescendo.

Pelo canavial azul, pássaro ferido
nas duas asas, delineou-se um sonho.
Onde, a eternidade daquela eterna
tarde fugaz que morreu sem risco?

 

Veio uma boca, e outra boca, a dar-me
os limites de cada coisa, o firme
contorno do objeto, e a inexata
simetria do voo, à meia aurora.

E se fez a aurora meia-noite.

 

Ouço o chamado repetido agora
desde uma inexplicável distância
que está dentro de mim, de mim, que queria
a cal e canto amuralhar-me o peito.
Rosa de fogo e de metal, erguido
em seu compasso de escuro campanário,
meu coração é uma torre em sombra
em torno da qual gira o desejo.
E é novo o dia; o céu é novo,
com um azul não visto ainda.

 

Tudo chega com ar de domingo
até à minha claridade recém nascida.

 

 

 

Página publicada em abril de 2019

 

 

 


 

 

 
 
 
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