JOSÉ CARLOS IRIGOYEN
(Lima, 1976)
Dice Juan Carlos Irigoyen sobre su obra: "Horoskop es un libro sobre el fracaso. En estos poemas intento hablar de personas, muchas veces escondidas bajo otros nombres, a las que conocí durante la década del 90, una época en la que, para mí, reinó la indiferencia".
Sobre la influencia de lo marginal en su obra dice: "A mí siempre me ha gustado lo marginal y creo que existe una cultura marginal que, dentro de sus pocas pretensiones, ha conseguido edificar íconos y símbolos que actualmente todos podemos reconocer. Muchas películas de serie B tienen eso, por esta razón creo que las imágenes inspiradas en ellas pueden usarse en la poesía sin ningún problema".
Sobre Irigoyen dice Faverón: "Su poesía, que suele ser trepidante y que es tan autoexploratoria como épica, tiene por momentos (sobre todo desde Lesley Gore en el infierno) ese tono de monólogo dramático que albergaban las obras del primer Hinostroza y cierta poesía de Verástegui, pero también recoge el guante de otros compatriotas, como Jorge Pimentel y (el cada vez menos leído, por desgracia) Juan Ojeda." (Extraído de http://notasmoleskine.blogspot.com
José Carlos Irigoyen, representante oficial peruano en la I Bienal Internacional de Poesía de Brasilia, en la sesión magna del evento.
TEXTO EN ESPAÑOL / TEXTO EM PORTUGUÊS
BANQUETE DE BODAS
La noche es el lomo de un puerco.
Trompetas llenas de muchachas anuncian
la llegada de los desposados:
la novia es una joven perlada
como los lentos besos de madera,
el esposo refleja en sus cabellos,
parásitos y lunares,
un gordo escarabajo.
Canta el ruiseñor sobre la cúpula
evitada por la niebla:
sea el giro alimenticio
conveniente a lo permitido. No son
las claras almas sino
esta materia oscura y espumosa,
no las buenas familias
o el sueño de los que varan
su delirio seco
entre la floresta de los candelabros.
Sólo el espejo procreándose
en la nada, las alturas sin brillo.
Y los desposados enredándose
en la oscuridad como mandrágoras
en medio de esta estancia rodando
por la grasa que avanza
mezclándose con mis cenizas.
MAURICIO
La sombrilla invertida tras los hombros
se mostraba fiera e inconfundible:
entregada a nuestros hijos
era vasto y cerrado símbolo de Cáncer.
De noche dentro del reservado cada uno
era incansable junto al otro,
y fue sobre nosotros el placer cotidiano:
el seco aliento de los pastores de David.
Una robusta muchacha es rodeada
por los alegres y nocturnos comensales
de una húmeda taberna.
"Ese es mi sueño recurrente"
dices algo desconcertado mientras
tu mano se abre entre mis blancas nalgas,
perfectas igual a la flor de papel
que de niño arrastraba contra el sol
cuesta arriba por un campo de piedras.
No hay que preocuparse entonces, querido:
éstos ya no son tiempos de prédica.
Una música lenta y sugestiva me encierra
una vez más en tu cuerpo limpio,
y aunque sabes del dolor que siempre llega
ya no vale la pena ahorrarnos el asombro.
EL LIBRO DE LAS SEÑALES
1
Mi padre es la blanca
señal
que fragmenté esta noche de agosto
sobre la-espalda de Santiago.
La blanca señal que brilla
sobre la espalda de Santiago
como la lengua del alba
sobre las modestas
criaturas.
Es una noche de mucho viento,
las ventanas
del restaurante tiemblan tanto
que es imposible escucharse, distinguir un sí
de un no
y esto resulta un problema cuando
lo que quieres proponer
es un asunto oscuro y espinoso:
"Es un problema porque aún tiemblas
con el violento martilleo nocturno
que hace el herrero judío del primer piso,
y no te has acostumbrado
al roce de las plumas sucias
que llevo bajo mi espalda.
Es un problema porque en mi cama
ruedas insomne
igual que el pastor que en la madrugada
vigila de pie
una piara de cerdos
al borde
del precipicio.
Y yo sólo he preferido esta noche
no hacer caso a mis malas intenciones
que tarde o temprano vienen
sin poder nunca definir
si mañana
será un buen día o no.
Me comporto tal como lo hacían los Atridas:
confundiendo los antojos de la naturaleza
con los de mis propios oficios.
Así he llegado hasta aquí
perdiéndolo todo mientras removía
el aire quieto de la calle"
Tú me miraste confundido:
Por primera vez
lo que te quería proponer
no era en absoluto
muestra de inocencia.
Es cierto que antes de que yo llegara
desconfiabas de los hombres inocentes, porque clavaban
las puertas y las ventanas con tablas
y levantaban barricadas en las calles con los muebles
que a mi padre y al tuyo
les había costado tanto conseguir.
¿Y todo para qué?
La consigna era no dejar pasar a la Historia
que anunciaba su llegada
tocando un tambor
a la hora convenida.
Y tú detestas cuando por la ciudad
comienza a sonar su redoble
porque ellos entran al restaurante asustados
y se quedan a planear nuevas estrategias
y tú te pasas toda la noche
(nuestra noche)
sirviéndoles café.
Es hora de que lo entiendas:
todo animal se vuelve voraz
cuando es acorralado
por las formas de la muerte.
Tú mismo recuerdas cuando vagabas por las grandes capitales esas ganas de venderte a cualquier precio antes de que el dueño de tu cuarto te
tumbara la puerta entre gritos y amenazas -"los europeos son muy fríos" me decías. Y sin embargo recuerdas el ardor de tu cara cuando entraste a ese albergue de Amsterdam donde dormían chicos muy blancos hundidos en el fondo de sus literas
y esa noche te volviste voraz
como el ángel que sale a pasear por la ciudad
y se olvida de atender a sus enfermos.
(y a pesar de esto, no has perdido
tu sentido del deber con las otras criaturas:
ahora dices que detestas a los poetas
porque según tú viven
de la desnudez de los animales.
En sus textos siempre hay personajes
cubiertos de pieles o de plumas
que encarnan el heroísmo y el progreso
o al menos
una celebrada elegancia.
Lo que no sabes es que en cada poema
aunque no sea mencionado
también existe un macho cabrío
que todas las mañanas canta
cubierto de carne humana
para despertar a todos los habitantes
de la ciudad)
De esto se ha encargado la Historia con su paso
por las calles y por el aire: de hacernos igual
de culpables a todos.
Así en unos años los estudiosos no tendrán otro afán
que viajar a tierras extrañas para hallar fortuna
y descifrando sus escritos inconclusos podrán identificar
los cuerpos desnudos
que encuentren dispersos
por el curvo remanso
del espejo.
Y de nosotros dos nadie dirá nada
porque esos negros años
los pasamos dentro de este restaurante amarillo
cuidándonos siempre de no ser vistos
armando pacientemente una historia
que nadie nunca quisiera filmar.
Nunca buscamos una verdadera valentía
porque el destino de los héroes
siempre entra en la palma de una mano;
ni sacamos un centavo de las cuatro estaciones
como otros en nuestro tiempo
falso como el collar colgado
en el cuello de la camarera.
Pero sé que eso poco te interesa.
¿no es acaso la Historia
una imagen imprudente
de un poeta que sabía demasiado?
El problema surge cuando la distancia
que nos separa de la sabiduría
es propiedad del placer: en ese caso
mejor ni intentes el regreso.
Mejor guiémonos a ciegas
por el comedor y la cocina
sin preocuparnos por pisar a los discretos
y pequeños animales que viajan
por la oscuridad
hasta hacerla una leyenda
para por fin hacernos de la belleza
de todo aquello
que nos es incomprensible.
Ya sé que esto parece la canción de un embustero:
señales y formas. Pero todo cuerpo que abandonas
durante una larga estación
requiere de una teoría
si quieres volver a recobrarlo.
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
BANQUETE DE CASAMENTO
A noite é o lombo de um porco.
Trombetas cheias de garotas anunciam
a chegada dos recém-casados:
a noiva é uma jovem perolada
como todos os lentos beijos de madeira,
o esposo reflete em seus cabelos,
parasitas e manchas,
um gordo escaravelho.
Canta o rouxinol sobre a cúpula
evitada pela névoa:
seja o giro alimentício
conveniente ao prometido. Não são
as almas claras senão
esta matéria escura e espumosa,
nem as boas famílias
ou o sonho dos que varam
seu delírio seco
na floresta dos candelabros.
Apenas o espelho procriando
no nada, as alturas sem brilho.
E os recém-casados enredando-se
na escuridão como mandrágoras
em meio desta estância rodando
pela sujeira que avança
mesclando-se com minhas cinzas.
MAURICIO
A sombrinha invertida sobre os ombros
se mostrava fera e inconfundível:
entregue a nossos filhos
era vasto e fechado símbolo de Câncer.
De noite dentro do reservado cada um
era inalcançável junto ao outro,
e foi sobre nós o prazer cotidiano:
o seco alento dos pastores de Davi.
Uma jovem robusta é rodeada
por alegres e noturnos comensais
de uma úmida taverna.
“Este é meu sonho recorrente”
dizes algo desconcertante enquanto
tua mão se abre entre minhas brancas nádegas,
perfeitas com uma flor de papel
que desde criança arrastava contra o sol
ladeira abaixo por um campo de pedras.
Não tem porque preocupar-se então, querido:
estes não são mais tempos de prédica.
Uma lenta e sugestiva música me envolve
uma vez mais em teu corpo limpo,
e embora saibas da dor que sempre chega
já não vale a pena economizarmos o assombro.
O LIVRO DOS SINAIS
1
Meu pai é banco
sinal
que fragmentei esta noite de agosto
nas costas de Santiago.
O branco sinal que brilha
nas costas de Santiago
como a língua da aurora
sobre as modestas
criaturas.
É uma noite de muito vento,
as janelas
do restaurante tremem tanto
que é impossível escutar, distinguir um sim
de um não
e isto resulta um problema quando
o que queres propor
é um assunto escuro e espinhoso:
“É um problema porque ainda tremes
com o violento martelar noturno
que faz o ferreiro judeu do primeiro andar,
e ainda não te acostumaste
com o roce das plumas sujas
que levo sob as costas.
É um problema poruqe em minha cama
rodas insone
tal como o pastor que de madrugada
vigia de pé
uma piara de porcos
à beira
do precipício.
E eu somente preferi esta noite
não fazer caso de minhas más intenções
que tarde ou cedo vêm
sem poder nunca definir
se amanhã
será um bom dia ou não.
Me comporto tal como faziam os Atridas:
confundindo os caprichos da natureza
com os de meus próprios ofícios.
Assim é que cheguei até aqui
perdendo tudo enquanto removia
o ar parado da rua”
Tu me miraste confundido:
Por vez primeira
o que te queria propor
não era em absoluto
demonstração de inocência.
É certo que antes de minha chegada
desconfiavas dos homens inocentes, porque cravavam
as portas e as janelas com tábuas
e levantavam barricadas nas ruas com os móveis
que ao meu pai e ao teu
havia custado tanto conseguir.
E isso tudo para que?
A ordem era não deixar passa à História
que anunciava sua chegada
tocando um tambor
à hora combinada.
E tu detestas quando pela cidade
começa a rufar
porque eles entram ao restaurante assustados
e ficam a planejar novas estratégias
e tu passas toda a noite
(nossa noite)
servindo-lhes café.
É hora do que entendes:
todo anima se torna voraz
quando é encurralado
pelas formas da morte.
Tu mesmo recordas quando vagavas pelas grandes capitais essas ganas
de vender-te por qualquer preço ante de que o dono de teu quarto te
tombasse a porta entre gritos e ameaças – “os europeus são bem frios” me
dizias. E no entanto lembras de que o ardor de tua face quando entraste neste albergue de Amsterdã dormiam jovens muito brancos afundados em seus beliches
e nessa noite tornaste voraz
como o anjo que sai de passeio pela cidade
e se esquece de atender seus doentes.
(e apesar de tudo, não perdeste
o sentido o dever com as outras criaturas:
agora dizes que detestas os poetas
porque pensas vivem
da nudez dos animais.
Em seus textos sempre há personagens
vestidos de peles ou de plumas
que encarnam o heroísmo e o progresso
ou ao menos
uma celebrada elegância.
O que não sabes é que em cada poema
mesmo não sendo mencionado
também existe um machão
que todas as manhãs canta
coberto de carne humana
para despertar todos os habitantes
da cidade)
Disso se encarregou a História com seu passo
pelas ruas e pelo ar: por tornar-nos
todos culpados.
Assim em poucos anos os estudiosos não terão mais afã
que viajar por terras estranhas para buscar fortuna
e decifrando seus escritos inconclusos poderão identificar
os corpos despidos
que encontrem dispersos
pelo curvo remanso
do espelho.
E de nós dois ninguém dirá nada
porque esses anos difíceis
passamos dentro deste restaurante amarelo
cuidando sempre para que não sermos vistos
montando pacientemente uma história
que ninguém jamais quisera filmar.
Nunca perseguimos uma verdadeira valentia
porque o destino dos heróis
sempre cabe na palma da mão;
nem tiramos um centavo das quatro estações
como outros em nosso tempo
falso como o colar dependurado
no pescoço da camareira.
Mas sei que isso pouco te importa.
não é acaso a História
uma imagem imprudente
de um poeta que sabia demais?
O problema surge quando a distância
que nos separa da sabedoria
é propriedade do prazer: nesse caso
melhor nem tentar o regresso.
Melhor guiemo-nos às cegas
pelo refeitório e a cozinha
sem preocupar-nos por pisar os discretos
e pequenos animais que viajam
pela escuridão
até torná-la uma lenda
para afinal fazer-nos da beleza
de tudo aquilo
que nos é incompreensível.
Já seu que isto parece a canção de um trapaceiro:
sinais e formas. Mas todo corpo que abandonas
durante uma longa estação
requer uma teoria
se pretendes recuperá-lo.
Página publicada em fevereiro de 2008
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