CARLOS ENRIQUE FERREYROS
( 1926 - 1985 )
Carlos Enrique Ferreyros Urmeneta, nació en Lima, el 24 de marzo de 1926. Hijo de Don Carlos Ferreyros Ayulo, diplomático, y Marina Urmeneta. Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio San Agustín, donde destacó como un alumno disciplinado y estudioso, compartiendo su tiempo en la amistad de sus condiscípulos los hermanos Sebastián y Augusto Salazar Bondy, con quienes compartía además sus inquietudes intelectuales y literarias.
Su niñez, adolescencia y juventud transcurrió entre las enconadas luchas políticas que caracterizaron las dictaduras de Leguía, Sánchez Cerro, Benavides y Prado. Como la mayoría de los jóvenes de su generación, se entusiasmó con la elección democrática de Bustamante y Rivero, frustrado proceso entre 1945 y 1948, año éste último en que otra dictadura, la del General Odría, se apodera del gobierno.
Sin descuidar la creación poética, el período entre 1947 y 1950 se caracteriza por los profundos cambios que afectaron la vida personal de Ferreyros. Académicamente ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; políticamente, conjugó su entusiasmo literario con la colaboración en el diario "La Jornada" donde como redactor lanzó acerados dardos contra la corrupción de la dictadura; afectivamente, se casó con María Teresa García Montero Koechlin y tuvo su primera hija María Teresa. En esos años prosiguió su amistad con los Salazar Bondy y con Blanca Várela.
Producto de la intervención política fue apresado en 1950 y conducido sin ningún tipo de proceso judicial, a las celdas del desaparecido Panóptico y después a los sótanos de la Prefectura, hasta que, posteriormente se le destierra a la ciudad de Buenos Aires.
En la capital argentina, prosigue su actividad literaria, sin dejar la lucha política contra las dictaduras Latinoamericanas y, en particular, contra la que afectaba su patria. Publicó en 1951 su libro de poesías "La tierra exacta" y siguió produciendo intensamente.
Luego de cuatro años de pertinaz destierro, regresa al Perú el año de 1954, participando en el certamen organizado por la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA) en homenaje al Mariscal Castilla, obteniendo el Primer Premio.
Pese a encontrarse en un excelente momento literario, desarrolla una activa lucha política contra la dictadura del General Odría, colaborando en la desaparecida "La Prensa", siendo apresado por ello y conducido a la isla del Frontón de donde saldría a inicios de 1956 para postular a una diputación por Lima en las listas del "Frente Democrático Independiente". Elegido diputado, en 1958 fue nombrado primer Vicepresidente de su Cámara y en 1959 se desempeñó como Presidente en ejercicio por varios meses.
Mientras tanto, a su regreso del destierro había reanudado sus interrumpidos estudios de Derecho, graduándose en 1957, año en el que nace su segundo hijo (Carlos Enrique) y durante el cual, se concentró en sus labores parlamentarias.
Concentrado en sus actividades políticas y profesionales, podemos afirmar que Ferreyros se apartó definitivamente de la creación poética a inicios de los años 60, dejando una serie de creaciones inéditas, muchas de las cuales se incluyen en este libro.
Producida la ruptura del régimen democrático en 1968, Ferreyros ejerció la cátedra universitaria y dió constantes conferencias en el interior del país. En 1975 en unas elecciones altamente politizadas, fue elegido Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Lima, desde donde siguió reclamando la vuelta a la Constitucionalidad democrática, por lo que fuera detenido y luego deportado a México, de donde retornó semanas después al caer la dictadura del General (r) Velasco Alvarado. Fue reelegido abrumadoramente Decano del Colegio de Abogados de Lima en 1976.
En 1978 fue electo miembro de la Asamblea Constituyente, en cuyo Congreso presidió la Comisión de Relaciones Exteriores. Murió en Lima, el 13 de Octubre de 1985.
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUES
FERREYROS, Carlos Enrique. Obra poética. Lima, Perú: Lithos & Arte SAC, 2016. 214 p. 23 x 19,5 cm. Tiraje: 300 ejemplares. Carátula: “Voz ausente”, pintura de Manuel Felguperez. Edición auspiciada por Biblioteca Abraham Valdelomar. ISBN 978-9972-9043-8- 7 Ex. bibl. Antonio Miranda
I
Tesis poética
No celajes de brisas marineras
que cosen los "ballets" de las gaviotas,
ni tijeras que cortan sus derrotas
al pie de geometrías verdaderas.
No se para en las bordas de galeras
a zurcir en la luna estrofas rotas;
más bien, allá en el ancla van sus notas
sumergiéndose en hondas sementeras.
No sabe lo de atrás ni lo adelante;
ni avanza ni regresa, ensimismada
en lanzarse más hondo, hiperestante...
Poesía no es luz ni es melodía:
poesía es hallarse en la morada
del hombre que no sabe poesía.
VII
Sombra mía
Siempre yo penetrándote,
pero tú siempre virgen,
sombra
Juan Ramón Jiménez
Si la sombra en renuncia es roto abrazo
— incipiente matriz de nueva vida
— ven, sombra mía, y fuga por mi herida
a deslindar otro hombre de mi caso.
Si es tan sólo vagar tierra sin trazo;
sangre que tienta limo en la salida,
voz sin sonrisa ya, jamás oída:
brea alargada al tiempo de mi paso.
—Tal sombra fría, tú, la vomitada,
cuerno que rasgas sueños y figuras,
y eres toda en el hombre contemplada...
—Ven mía, cuerpo de hembra sin postura:
si eres ojo de dios sin la mirada,
¡cóbrame el cuerpo y dame muerte o curas!
(*) Publicado en Buenos Aires, Argentina por Editorial Noya durante su primer destierro - 1951.
Los amantes
Era noche. En el mar se envolvía
en la túnica de encajes que le daban las espumas,
y que daba en sus oleajes, latigazos
contra rocas y peñones,
un barquillo se agitaba
bajo golpes despiadados de los tumbos y las olas,
que mecían sus caderas
cual palmeras tropicales.
Y en el barco
que cruzaba los océanos,
él estaba con el remo en una mano,
y tres vidas en la otra:
los amantes se miraban
mutuamente,
y miraban en seguida, a un niño
que en los brazos de su madre se reía...
La angustia de los padres
sacudía el barquichuelo; y la risa
de él niño, que era flor de inocencia,
presagiaba,
que en el viento se escondía una esperanza,
cual se esconde tras las nubes
la plateada luna llena...
Y en las sombras
de la noche,
tan oscuras como antros de dolor y de miseria,
o cual bocas de dragones infernales,
el amante se encorvaba
a los golpes de su remo,
y miraba hacia adelante
cual quien ve su dicha rota
por el golpe de la Suerte...
Y la Muerte se vio pronto acorralada
y espantada por cien luces muy distantes:
la luz de aquel puerto;
la luz del navio;
las luces del cielo, que resplandecían
sobre sus cabezas...
Y el peligro pasó. Y las olas
se calmaron. Y es entonces,
que en silencio sacrosanto
se abrazaron los amantes, y llorando
se besaban, y besaban aquel niño, que reía,
y avanzaban hacia el puerto,
entre besos y clamores y amores refrenados...
Junio 2, 1943.
TEXTOS EM PORTUGUES
Tradução de Antonio Miranda
I
Tese poética
Não apagues de brisa marinheira
que costuram os “balés” das gaivotas
tesouras que cortam suas derrotas
ao pé de geometria verdadeira.
Não se detém nas margens de galeras
a enredar em tuas estrofes rotas,
melhor, além da âncora vemos suas notas
afundando-se em fundas sementeiras.
Não sabe o que detrás nem adiante,
nem avança nem regressa, ensimesmada
em lançar-se mais fundo, hiperestante...
Poesia não é luz nem meio-dia;
poesia é encontrar-se na morada
do homem que não sabe poesia.
VII
Minha sombra
Sempre eu penetrando-te,
mas tu sempre virgem,
sombra
Juan Ramón Jiménez
Se a sombra em renúncia é roto abraço
— incipiente matriz de nova vida —.
vem, sombra minha, e fuga de minha ferida
a deslindar outro homem de meu caso.
Se é apenas vagar terra sem traço;
sangue que tenta limo na saída,
voz sem sorriso, jamais ouvida:
breu alargado no tempo de meu passo.
Como sombra fia, tu, a vomitada,
corno que rompes sonhos e figuras,
e és toda em homem contemplada...
Venha, minha, corpo de mulher sem postura:
és olho de deus sem a mirada,
cobre-me o corpo e dai-me morte ou cura!
Os amantes
Era de noite,
No mar que se envolvia
na túnica de rendas que dançam em espumas,
e que chegava em suas ondas, golpes,
contra rochas e rochedos,
um barquinho se agitava
sob golpes sem piedade de tombos e ondas,
que balançavam as cadeiras
como palmeiras tropicais.
E no barco
que cruzava os oceanos,
ele estava com o remo em uma mão,
e três vidas na outra:
os amantes se miravam
mutuamente,
e miravam depois, a um menino
que nos braços de sua mãe ria...
E a angústia dos pais
sacudia o barquinho e o riso
do menino, que era flor de inocência,
pressagiava,
que no vento se escondia uma esperança,
como se esconde detrás das nuvens
a prateada lua cheia...
E nas sombras
da noite,
tão escuras como antros de dor e de miséria,
ou como bocas de dragões infernais,
o amante se encurvava
nos golpes de seu remo,
e olhava para adiante
como quem vê sua própria rola
por um golpe de sorte...
E a Morte estava logo encurralada
e espantada por cem luzes bem distantes:
a luz daquele porto;
a luz do navio,
as luzes do céu, que resplandeciam
sobre suas cabeças...
E o perigo passou. E as ondas
acalmaram-se. E então,
que no silêncio sacrossanto
os amantes se abraçavam, e chorando
se beijavam, e beijavam aquele menino que ria,
entre beijos e clamores contidos...
Junho 2, 1943
Página publicada em outubro de 2019
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