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POESIA NICARAGUENSE

Coordinación de Milagros Terán


( LA PRENSA/J. MOLINA)

FRANCISCO RUIZ UDIEL

 

(Estelí, Nicaragua. 1977-2010). En el año 2005 obtuvo el Primer Premio Internacional Ernesto Cardenal de Poesía Joven, con su obra "Alguien me ve llorar en un sueño". En el 2005 publicó "Retrato de poeta con joven errante", muestra de poesía escrita por jóvenes de la generación del desasosiego, como llama Gioconda Belli en el prólogo de la muestra. Fundador del Encuentro Nacional del Día Mundial de la Poesía en Nicaragua. Es miembro fundador del Festival Internacional de Poesía en Granada, Nicaragua. En junio del 2005 fue invitado por Casa de América de Madrid, España, a participar en el V Festival "La poesía tiene la palabra". Ha participado en festivales poéticos de España, Francia, Colombia, Cuba, Brasil, México, Panamá y países de Centroamérica. Su poesía ha sido traducida al sueco, francés, portugués e inglés. Actualmente colabora como reportero de El Nuevo Diario y además, es redactor de www.caratula.net, revista cultural dirigida por el escritor nicaragüense Sergio Ramírez. Sus más recientes poemas fueron publicados en Barcelona, en la antología centroamericana de poesía que lleva por título “Trilces Trópicos”. Falleció trágicamente en la madrugada de 31/12/2010.

 

Conheci o poeta Francisco R. Udiel no México durante um festival internacional de poesia. Depois de conversarmos, mostrei a ele a página com seus poemas que já havia publicado em nosso Portal e depois pedi a ele que registrasse o nosso encontro no caderno que levo para guardar a memória dos poetas. Ele deixou uma mensagem que, à primeira vista, era ininteligível. Depois é que fiz um recorrido por todo o percurso e entendi o desfecho: um dos poemas que traduzi e que ele leu no evento foi exatamente o “Cada cuatro años nace uma poeta suicida” , em que revela a morte trágica de Sexton, Plath y Pizarnik. Pouco tempo depois de nosso encontro no México, o poeta cometeu o suicídio que  já estava anunciado na mensagem que ele deixou no caderno:



Antonio,
Gracias por esta gran oportunidad de conocerte.
No sé si nos volvamos a ver, a encontrar en esta vida, pero antes de que cada uno de nosotros parta, quiero decirte que me agradó mucho conocer esa humanidad que nos une a través de este hermoso arte que es la poesía. 

Hasta la vida o la muerte

Francisco R. Udiel

(México, DF, 19 octubre 2010)

 

                Curiosamente, percebo que ele assinou Francisco R. Udiel e não Francisco Ruiz U. como fazem os hispânicos em virtude da inversão dos sobrenomes, onde o último corresponde à mãe e o primeiro ao pai. Deve haver uma explicação também para este detalhe.

 



 TEXTOS EN ESPAÑOL TEXTOS EM PORTUGUÊS


CADA CUATRO AÑOS NACE UNA POETA SUICIDA  

 

A Sexton, Plath y Pizarnik

Nacidas en 1928, 1932 y 1936  

 

Cada cuatro años la muerte

abre la llave del gas de una cocina,

se fuma un cigarrillo en el sofá y espera.

 

Otras veces enciende el motor de un automóvil

dentro del garaje

y canta Chair in the Sky,

un poco de jazz no despertará

a las muñecas recién maquilladas, piensa.

 

Cada cuatro años la muerte toma

anfetaminas para adelgazar,

pero se le pasa un poco la mano

y ya no despierta.

 

No se pone triste, ni alegre, ni neurótica,  no.

pero cada cuatro años

la muerte amanece lúgubre

y observa la tarde roja

desde una ventana.

Alguien trata de invocarme, dice,

y cierra amargamente los ojos.

 

A mí me da pesar, no sé,

es como si ella quisiera decirnos

o contarnos algo desde su delgado rostro blanco,

como si estuviera cansada de estrangular mujeres.

Yo la conozco muy poco,

pero me consta aborrece

su funéreo oficio.

Últimamente la han visto respirar

cierto aire suicida. 

 

Cada cuatro años a la muerte

se le irritan los ojos,

sabemos que ha llorado, lo sabemos,

pero callamos,

sabemos también que busca algún vientre

y como ella no tiene el privilegio

de la carne materna

aferra entonces sus fríos y delgados dedos

en el primer ombligo que encuentra.

 

Por eso cada cuatro años algunas niñas

ya vienen muertas.

 

Extraídos de la Revista de Poesía PROMETEO, nos. 81-82, 2008.
Memorias del XVIII FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE MEDELLÍN

 

De
POETAS DEL MUNDO LATINO en la Universidad Iberoamericana.
México DF: octubre     2010.  66 p.
Inclui poetas do XII Encuentro de Poetas del Mundo Latino



En quê lugar bordará su vestido

 

la muchacha que soñaba

con jarrones verdes,

su amargura deshecha

en la escritura.

 

Donde y junto a qu árbol

amarra su sombra; ay, animal

de cada uno en la sangre dei otro,

gota de soledad, hoja cetrina

que guardaba como escapulário

en sus cabellos, la historia,

los desamores náufragos en sus ojos.

 

Cuál era su nombre asido a Ia hierba,

quê sustancia disuelta

creció en la tempestad del arco.

 

Como se hacía llamar la muchacha

que caminó junto a mi con el semblante absorto,

callando, ahora sé, Ia lluvia trás sus párpados.

 

Como se hacía llamar la que se olvido de si,

la huella desprendida, cigarra enmudecida.

 

Yo, que aprendi a guardar sus dolores

no pude despertaria de su tiniebla,

por temor, por no saber

que era mi nombre lo que buscaba.

Y llegué a escuchar la huida del ciervo,
el vaso rato y la llama que va quemando
el paso de las flores secas.

De ella sólo me queda la cicatriz del agua,
la columna de cera y un olor
que adormece junto a las limonarias.

 

 

De
Francisco Ruiz Udiel

Memorias del agua
Managua: Foro Nicaraguense de Cultura,
2011.   106 p.   ISBN  978-99964-807-4-4

 

ESCRITURA SOBRE EL AGUA

Escribo el nombre
de los peces sobre el agua
y el agua se llena de colores.
Escribo signos sobre el agua
y el agua se torna púrpura
cual melodía que se expande
para que los peces vuelvan a soñar.
Escribo tu nombre,
intento escribir tu nombre
pero el agua revuelve mis dedos
en un vértigo de peces que se ahogan.

 

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS

Tradução de Antonio Miranda


            A CADA QUATRO ANOS NASCE UMA POETA SUICIDA

A Sexton, Plath y Pizarnik

nascidas em 1928, 1932 y 1936

 

A cada quatro anos a norte
abre a chave do gás de uma cozinha,
fuma um cigarro no sofá e espera

Outras vezes liga o motor de um automóvel
dentro da garagem
e canta Chair in the Sky,
um pouco de jazz não despertará
as bonecas recém maquiadas, pensa.

A cada quatro anos a morte toma
anfetaminas para emagrecer,
mas sai um pouco da medida
e não mais desperta.

Não fica triste, nem alegre, nem neurótica, não.
Mas a cada quatro anos
a morte amanhece lúgubre
e observa a tarde rubra
de sua janela.
Alguém trata de convocar-me, diz,
e fecha amargamente os olhos.

A mim me dá pena, não sei,
é como se ela quisesse dizer-nos
ou contar-nos algo desde seu delicado rosto branco,
como se estivesse cansada de estrangular mulheres.
Eu a conheço muito pouco,
mas consta que o ofício a aborrece.
Ultimamente, dizem que respira certo
ar suicida.

A cada quatro anos, a morte
tem os olhos irritados,
sabemos que chorou, sabemos,
mas calamos,
também sabemos que busca algum ventre
e como ela não tem o privilégio da carne materna
crava seus frios e magros dedos
no primeiro umbigo que encontra.

Por isso a cada quatro anos algumas jovens
já nascem mortas.

 

Em que lugar bordar seu vestido

a moça que sonhava
com vasos verdes,
sua amargura desfeita
na escritura?

Onde e junto de que árvore
amarra sua sombra; ai, animal
de cada um no sangue do outro,
gota de solidão, folha ressecada
que guardava como escapulário
em seus cabelos, a história,
os desamores náufragos em seus olhos?

Qual era seu nome agregado à grama,
que substância dissolvida
cresceu na tempestade do arco?

Qual era o nome da moça
que caminhou comigo com o semblante absorto,
calando, agora sei, a chuva atrás de suas pálpebras?

Como é que se chamava esquecendo de si mesma,
o rastro desprendido, cigarra emudecida?

Eu, que aprendi a guardar suas dores
não pude acordá-la da sua treva,
por temor, por não saber
que era meu nome o que buscava.

E cheguei a escutar a fuga do veado,
o jarro roto e a chama que vai queimando
o caminho das folhas secas.

Dela resta apenas a cicatriz na água,
a coluna de cera e um odor
que adormece junto às limonarias.*

 

*arbusto de flores aromáticas, da América Central.

 

ESCRITURA SOBRE A ÁGUA

Escrevo o nome
dos peixes sobre a água
e a água fica plena de cores.
Escrevo signos sobre a água
e a água torna-se púrpura
qual melodia que se propaga
para que os peixes voltem a sonhar.
Escrevo teu nome,
tento escrever teu nome
mas a água revolve meus dedos
numa vertigem de peixes que se afogam.

 

 

 

HOMENAJE A FRANCISCO RUIZ UDIEL

por Milagros Terán*


extraído de
http://www.caratula.net
con autorización de la autora

 

         Llegué a México DF el sábado 16 de octubre al mediodía invitada al Encuentro de poetas del Mundo Latino. Tenía una lectura esa misma tarde en el Zócalo como poeta invitada a la X Feria Internacional del Libro, así que cuando terminé la lectura y después de cenar, regresé al hotel y me fui a la cama a las diez de la noche.

         Estaba completamente dormida cuando el teléfono sonó y sonó y logró sacarme de mi sueño. Al otro lado, una voz de muchacho me decía: "Hola, Milagros. Es Francisco."  Yo solamente me reí; cuando terminé de despabilarme y le hablé se dio cuenta que me había perturbado y me dijo: "Ay disculpame, te desperté".Ahora pienso en esa frase y me viene una sonrisa a la memoria, una risa sonora. Pienso en él y una sonrisa grande despunta, llena mi rostro y me consuela.

         Al día siguiente nos vimos a la hora del desayuno y nos sentamos juntos, sin antes prevenirme que todo en el buffet tenía chile. En ese momento aprovechó para entregarme un ejemplar de la primera edición de El Hilo Azul, revista literaria del Centro Nicaragüense de Escritores, CNE, donde aparecían unos trabajos de él. La hojeé rápidamente y prometí leerla.

         Ese día domingo era su lectura en el Zócalo así que reuní a varios poetas internacionales para que me acompañaran a escucharlo: Antonio Miranda, de Brasil, Elba Serafini de Argentina, la chilena Rosabetty Muñoz, entre otros. Nos sentamos todos juntos a escucharle. Leyó poemas de su libro inédito -este que presentarán en su ausencia el 3 de febrero en Managua- y recuerdo haberme quedado con ganas de escucharle los otros, los de su primer poemario que conocí con él, por primera vez una tarde en Granada, Nicaragua durante el I Festival Internacional de Poesía en febrero de 2005. Esa tarde granadina era un muchacho mucho más joven aún, nervioso, se había tomado sus traguitos, seguramente para tomar coraje; así que esa tarde del Zócalo, casi 6 años después, pude ver su crecimiento en la poesía, su nueva madurez y eso, me dio mucho placer.

         Después de su lectura nos separamos porque quise acompañar a Gioconda Belli a la presentación de su novela, que duró hasta entrada la tarde, y junto con Elba Serafini, María Lourdes Pallais, y otras amigas, nos quedamos esperándola hasta que terminó de autografiar el último libro y nos fuimos a almorzar invitadas por María Cortina, la Directora de la Feria, al restaurante Sirena detrás de la Catedral de México.

         Al anochecer me reencontré con Fran en el bar del hotel. Yo estaba con un grupo de poetas de Chile, Perú y México conversando, conociéndonos, cuando llegó él y me llamó, todo emocionado, a mostrarme las fotos y el video de la entrevista a Homero Aridjis que había realizado esa tarde; así que me separé del grupo y me senté con él. Me encantó percibir la pasión con la que me relataba su encuentro con el viejo poeta, el video simpático que le tomó pintando. Nos reímos, esa noche hablamos hasta por los codos.

         La tarde del lunes todos los poetas invitados al XII Encuentro de Poetas del Mundo Latino teníamos nuestra primera lectura en la Casa Universitaria del Libro de la UNAM, donde tuvimos un maratón poético. Durante la lectura yo me quedé con su cámara digital y cuando llegó mi turno, él se quedó con la mía y así fue que pudimos fotografiarnos. Después de eso volvimos al hotel caminando en grupo y nos quedamos conversando. Yo tenía preguntas que hacerle, tenía asuntos "nicaragüenses" pendientes que tratar con él, dudas que me molestaban. Ahora recuerdo esa conversación honesta,  sincera, sin barreras, lanzando puentes a la amistad que se consolidaba al mismo tiempo que aclarábamos algunos temas importantes.

         Después de conocerle en 2005 recibí de parte suya mensajes y avisos. Junto con el poeta Luis Alberto Ambroggio tratamos de traerlo a Washington DC para algunos eventos poéticos, pero no se pudo. Yo le ofrecí mi casa de Virginia, donde entonces vivía. Ya después en Maputo, Mozambique, en 2007, mantuvimos algún tipo de correspondencia electrónica y a ratos me sorprendía con un "chat" en mi computadora, a pesar de las 8 horas de diferencia horaria. Una vez me pidió datos para una amiga suya que andaba por África y que quería venir a visitarme, pero ella no pudo organizarse. Después, durante los dos meses que pasé en Nicaragua a mediados del año 2008 me ayudó a crear un blog. Nos vimos un par de veces, una de ellas en León, durante la presentación de un libro de Sergio Ramírez, y otra en Managua, en la que pasamos como tres horas juntos entre las oficinas del CNE y el café Literato en Los Robles. Quería organizar una lectura mía en el CNE pero "no se pudo" me dijo. Era muy discreto. No echaba al agua a nadie. Y si bien me transmitía vitalidad y entusiasmo, había algo en él apartándolo, alejándolo poco a poco. Había una sombra que cargaba desde entonces, desde siempre, que le acompañó a México, en nuestra caminata rápida por el parque de Tiripetio, Michoacán, antes de seguir rumbo a Morelia, cuando le dije que entráramos a la iglesia y que pidiera tres deseos. Le tomé unas fotos lindas en el atrio, y frente a la pared blanca y roja en la que sale tan contento, y que puso en su página de Facebook.

         Cuando llegamos a Morelia quedamos de encontrarnos al día siguiente temprano para caminar por el acueducto, pero yo me dormí, y cuando bajé a desayunar él ya venía de regreso de su caminata, solo, con los mapas que había conseguido y las instrucciones para hacerlo por mi cuenta.

         Esa tarde paseamos por la catedral, entramos a ver el órgano famoso que alberga y donde realizan conciertos barrocos internacionales. Dijo no conocer estos órganos, así que subimos y se lo mostré. Estaba impresionado, lo pude ver en su rostro. Así como cuando supimos que Quentin Tarantino estaba en Morelia en el festival de cine y hablamos de ir a alguna actividad, porque a él le fascinaba el cine, como a mí. Es aquí que me detengo porque surge la pregunta inevitable: ¿Por qué?  ¿Por qué con tanto por conocer, con tanto mundo por descubrir tomó esa decisión en el abril hermoso de su vida? 

         Así que vuelvo a Morelia, a mis recuerdos bonitos de esos días de juventud, de su palabra cual hoja de otoño en el aire, de su amistad y de su corazón de niño huérfano que se daba a querer tan fácilmente. Su alegría con las fotos captadas por el fotógrafo mexicano Javier Narváez en las que aparece con la chaqueta prestada a Fernando Valverde y que también puso en su página. Alegría de niño, contagiosa. Recuerdo también nuestra discusión seria alrededor del título para su nuevo libro, o sus poemas. Quería llamarlo "poemas de invierno."  Me preguntó si me gustaba; le dije que no. Le recordé que en Nicaragua no hay invierno, que mejor le llamara "poemas de lluvia" o "poemas del agua".

         La tarde de su lectura en Morelia me sorprendió y conmovió con su dedicatoria pública. Antes de comenzar a leer dijo que me dedicaba el poema "Cada cuatro anos nace una poeta suicida". Me sentí halagada pero más que nada orgullosa de oírselo decir. El me llenó de alegría y orgullo, él, como el mejor representante de esa Poesía Joven nicaragüense que también me pertenece. Feliz, porque hasta ese momento había compartido muy poco de su primer poemario con el público y yo quería que ellos también escucharan esos versos que habían taladrado mi corazón en el atrio de una iglesia en Granada en 2005, sentada junto a los poetas Fernando Antonio Silva e Isolda Hurtado. (Lo recuerdo como si fuera ayer).

         Ya en Ciudad de México a la víspera de nuestro viaje de regreso, nos encontramos en la calle por casualidad como a las once de la noche. Yo venía entrando al hotel con otros poetas, y el salía con Mauricio Molina y su esposa, costarricenses, a buscar dónde comer, así que di la vuelta y me fui con ellos. Encontramos la única taquería abierta en esa noche dominical y nos quedamos conversando los cuatro centroamericanos hasta las dos de la madrugada. Nos despedimos diciendo que nos veríamos en Granada en febrero, sin embargo, tuve otra oportunidad de verle la mañana siguiente, antes de irme para el aeropuerto.

Yo estaba terminando de desayunar cuando él se prestaba a salir a la calle en busca de la exposición de Alebrijes que ya había tratado de ver sin éxito. Me despidió su abrazo y un "nos vemos en febrero, en el festival." Lo vi salir del hotel, solo. Ese fue el adiós físico a este muchacho sensible e inteligente, con una gran soledad entre sus brazos. Tal vez por eso quería y admiraba tanto a Claribel Alegría y a Sergio Ramírez, porque ellos le abrieron las puertas de sus intelectos y de sus corazones,  y encontró en ellos algún refugio para su pena, bálsamo para sus carencias, sosiego para su dolor.

         Su amistad de esos días en México la guardo como un tesoro dentro de mi corazón. Su pérdida es muy grande pero nos quedan sus poemas. No se los llevará la lluvia ni el agua helada del invierno.

Brasilia, 14 de enero 2011

 

* Milagros Terán. Poeta y traductora nicaragüense. Autora de cuatro poemarios entre el que destaca Sol Lascivo (Managua: Anide/Hivos, 2007) galardonado con el Premio Nacional de Poesía Mariana Sansón. Es Máster en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Maryland.

 

 

               

Página publicada em julho de 2008; ampliada e republicada em novembro de 2010; amplioada e republicada em abril de 20111.




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