Foto Edilberto Aldán
VICTOR SANDOVAL
(1929-2011)
(Aguascalientes, Aguascalientes, 31 de octubre de 1929 - México, D. F.; 24 de marzo de 2013) fue un poeta, escritor, académico y promotor cultural mexicano.
Publicó varios poemarios. Fue promotor cultural en Aguascalientes y en México. En Aguascalientes promocionó la cultura a través de radiodifusoras y televisoras. Fue coordinador del Instituto Nacional de Bellas Artes en su estado natal. Fundó la revista Paralelo y ha sido director de la revista Tierra Adentro. Fue miembro titular del Seminario de Cultura Mexicana.2 El 26 de agosto de 2004, fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.3 Falleció el 24 de marzo de 2013 en la Ciudad de México, a causa de un paro cardiorespiratorio. Fuente: wikipedia
Desde el título, Fraguas, hay la doble significación: Fraguas es una ciudad simbólica o real, o simbólica y real, que puede estar en México y que puede tener rasgos o recuerdos de la Grecia antigua, donde suceden cosas hermosas y atroces, y donde el hombre —como la ciudad— sigue el ciclo inevitable del nacer, crecer, envejecer, morir. A lo largo del libro, o mejor, del poema, hallamos en la recreada ciudad, al padre, a los amigos, sitios específicos, hechos políticos. Unidad temática y de tono. MARCO ANTONIO CAMPOS
TEXTOS EN ESPAÑOL - TEXTOS EM PORTUGUÊS
FRAGUAS
Fraguas se fundó
para que conviviera el padre con sus hijos.
Para que en el comedor, antes de la siesta,
departiera la familia,
circundada de yunques y fuelles resonantes;
resonantes y lejanas frases obscenas de la fábrica
traspasando muros y ventanas.
Fraguas fue creciendo casa a casa,
sólida en sus relaciones,
armoniosa del todo.
Fraguas era una granada abierta,
cordial al visitante.
En sus talleres se construyeron máquinas
de ligereza compulsiva
para dar la vuelta al mundo.
Hubo quietos arados de afiladas rejas,
agujas y dedales centelleantes;
se construyó también una plaza de acero
para que mi padre, ceremonioso en las festividades,
celebrara sus cuatrocientos años.
—Cada día te pareces más a tu padre:
La misma nariz,
la misma nuca, el muro de cemento,
la espalda de la fábrica,
tu padre. El clima,
el mismo rostro de Fraguas:
Los estanquillos, la cerveza los domingos;
por esas fechas
los niños y sus juegos en las calles,
bolas de cristal, trompos claveteados,
áureas monedas perdiéndose en los árboles.
Fraguas en las tardes:
—Un bruñido color en las doncellas,
adolescencia de metal,
un espejo en el que todos anhelaban repetirse.
—Cada día eres más la imagen de tu padre:
El secreto fulgor que alondra el entrecejo,
los puños sobre las caderas,
las esquirlas de luz abriendo paso.
Su voz entre cadenas
sensible a la garganta; por sus vetaduras
un azaroso agrio licor de espinas,
erguida bayoneta de silbidos.
Restañar las heridas en Fraguas no fue fácil.
Toda la noche mi padre estuvo cavilando.
La luna gemía despacio entre el saucedal y el agua.
Las banderitas de papel en las acequias cautelosas.
El costillar herido de las puertas.
Los centuriones a la ronda en círculos
estrechando el cerco con su collar de lanzas.
El alto poder del M-l a tumbos en el puente.
La noche llena de flores desdentadas.
Es tan intenso el miedo
que hasta los mismos guardias delante de la iglesia
esconden sus temores.
Mi padre cavilando, toda la noche cavilando.
La casa de las fieras abierta y encendida.
Sus aullidos dominan nuestro sueño.
Y la lluvia en espera para lavar la sangre.
En el Café de Andrea,
en el mismo lugar,
la misma hora de las discusiones.
Comentamos de la primavera
que reblandece todo
con su color de vino tierno,
de los griegos, del sistema social
y otra vez de la cultura de abril.
A la salida nos despedimos.
Mi padre, nuestro padre
(sus dulces ojos miopes, su orgullosa cabeza)
se ha vuelto pequeñito,
se lo traga la plaza con sus árboles crueles.
Pero es un hecho real,
como el silencio a ratos de esta hora,
los cuatrocientos cantos
en el balcón,
las torres de la iglesia
y las campanas a extramuros.
Aparte del ciclo pluvial,
las regaderas y los sanitarios,
los ruidos más importantes de Fraguas se han ido
perdiendo.
—Fan-faneto-neto-fan-fan-faneto-neto-fan—
¿Qué se hizo la máquina de vapor
saliendo de su cueva de bisonte?
¿Qué se hizo el rey mi padre y su tren de
esmeraldas,
su cadena de oro, pechera de cobalto,
la sortija de amor entre los dedos?
No hay ojos para mí,
melancólico y calvo busco una calle antigua,
mido la distancia y no es la misma.
¿Qué se hicieron las señales que dejamos,
el aldabón de hierro y la puerta labrada?
Busco los antiguos lugares visitados:
la miscelánea verde, el nombre de una mujer,
la cicatriz del muro. Busco a la bella Adriana,
su cama de latón y el cielo raso;
busco al minotauro ganadero que le abrió las
caderas.
¿Qué se hicieron los ruidos de Fraguas?
¿Qué se hizo el yunque de diamante de mi padre
y su tren de esmeraldas?
No quedó nada, sólo el desierto;
Teotihuacan, Fraguas, Caldas, Asterópolis,
con sus rostros de aljibe.
Derruido el zigurat, trunca la pirámide,
el campanario en ruinas.
Sólo el silencio altivo.
¡Patrias de la misericordia,
apiádense de Fraguas!
Debo olvidar la crónica,
los días rutilantes,
la procesión de palmas.
Olvidar la ciudad llameante de automóviles
y anuncios.
No se hable más de los altos palomares
ni de los apiarios en el valle.
(Entonces las uvas y su dulzor de agosto.)
Olvidar la historia,
dejar la ciudad como el perro
que rompe con sus clases de obediencia.
Y abres los ojos con espanto.
Vienes del sueño a la ferocidad del sol.
Abres los ojos al horror de esta mañana.
Si naciste en Fraguas, la de calles perdidas,
la de sordas campanas y esquilas subterráneas,
eres hijo de mi padre.
Dejaste, dejamos, la humedad de terciopelo,
la caverna tibia,
un ataúd de lunas tendido en las baldosas.
Estamos en cualquier lugar distante.
Las piedras a pleno sol, el farallón de Fraguas.
Olvídate del sueño y su festín de plumas,
reposante en su himen de giganta
y sus labios de arena.
Dejé ruidos de puertas, contraseñas, pasajes,
la terminal de brumas, el ómnibus cansado.
El caballo viajero se desnudó en la cuadra
en busca de su yegua.
Si naciste en Fraguas
olvídate de todo.
Fraguas es una hoja en blanco.
La memoria no existe.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução: Antonio Miranda
FRAGUAS
Fraguas foi fundada
para que convivesse o pai com seus filhos.
Para que no refeitório, antes da sesta,
departir a família,
cercada de bigornas e foles ressoantes;
ressoantes e distantes frases obscenas de fábrica
atravessando muros e janelas.
Fraguas foi crescendo casa após casa,
sólida em suas relações,
harmoniosa por completo.
Fraguas era uma granada aberta,
cordial com o visitante.
Em suas oficinas construíram máquinas
de ligeireza compulsiva
para dar a volta ao mundo.
Houve quietos aradas de afiadas grades,
agulhas e dedais cintilantes;
construíram também uma praça de aço
para que meu pai, cerimonioso nas festividades,
celebrasse seus quatrocentos anos
— Cada dia te assemelhas a meu teu pai:
o mesmo nariz,
a mesma nuca, o muro de cimento,
a espada da fábrica,
teu pai. O clima,
o mesmo rosto de Fraguas.
As bodegas, a certeza dos domingos;
por aquelas datas
as crianças e seus jogos nas ruas,
bolas de cristal, piões cravejados,
moedas áureas perdendo-se nas árvores.
Fraguas nas tardes:
— Uma cor polida nas donzelas,
adolescência de metal,
um espelho em que todos desejavam repetir-se.
— Cada dia é mais a imagem de teu pai:
O fulgor secreto que alonga a sobrancelha,
os punhos sobre as cadeiras,
os fragmentos de luz dando passagem.
Sua voz entre correntes
sensível à garganta; por suas veladuras
um malogrado azedo licor de espinhos,
erguida baioneta de silvos.
Estancar as feridas em Fraudas não foi fácil.
Toda noite meu pai este cavilando.
A lua gemia devagar entre o suceder e a água.
As bandeirolas de papel nas acéquias cautelosas.
Costelas feridas das portas.
Os centuriões na ronda em círculos
estreitando o cerco com seu colar de lanças.
O alto poder de M.1 aos tombos pela ponte.
A noite plena de flores desdentadas.
É tão intenso o medo
que até os próprios guardas diante da igreja
dissimulam seus temores.
Minha mãe cavilando, a noite toda cavilando.
A casa das feras aberta e iluminada.
Seus uivos dominam nosso sonho.
E a chuva aguardando para lavar o sangue.
No café de Andrea,
no mesmo lugar,
a mesma hora das discussões.
Comentamos a primavera
que resplandece tudo
com sua cor de vinho suave,
dos gregos, do sistema social
e outra vez a cultura de abril.
À saída nos despedimos.
Meu pai, nosso pai
(seus doces olhos míopes, sua orgulhosa nuca,
tornou-se diminuto,
a praça traga-o com suas árvores cruéis.
Mas é um fato verdadeiro,
como o silêncio a intervalos desta hora,
os quatrocentos cantos
no balcão,
as torres da igreja
e os sinos a extramuros.
Apartada do ciclo pluvial,
os chuveiros e os sanitários,
os ruídos mais importantes de Fraguas foram-se perdendo.
— Fan-feneto-neto-fan-fando-neto –fan —
Que aconteceu com a máquina a vapor
saindo da cova do bisonte?
Que aconteceu com o rei meu pai e seu trem de esmeraldas,
seu colar de ouro, a peitilho de cobalto,
o anel de amor no dedo?
não há olhos para mim,
melancólico e calvo busco uma rua antiga,
meço a distância e não é a mesma.
Que aconteceu com os sinais que deixamos,
a aldrava de ferro e a porta lavrada?
Busco os antigos lugares visitados:
a miscelânea verde, o nome de uma mulher,
a cicatriz no muro. Busco a bela Adriana
sua cama de lata e o céu raso;
busco o minotauro pecuário que abriu as ancas.
Que aconteceu com os ruídos de Fraguas?
Que aconteceu com a bigorna de diamante de meu pai
e seu trem de esmeraldas?
Não quero nada,
apenas o deserto.
Teotihuacan, Fraguas, Caldas, Asterópolis,
com seus rostos de cisterna.
Derruída o zigurate, trunca a pirâmide,
o campanário em ruínas.
Apenas o silêncio altivo.
Pátrias de misericórdia,
tenham piedade de Fraguas!
Devo esquecer a crônica,
os dias rutilantes,
a procissão de palmas.
Esquecer a cidade flamante de automóveis e anúncios.
Não se fale mais dos altos pombais
nem dos apiários no vale.
(Então as uvas e sua doçura de agosto.)
Esquecer a história,
deixar a cidade como o cão
que rompe com seus tipos de obediência.
E abres os olhos de espanto.
Vens do sonho à ferocidade do sol.
Abres os olhos ao horror desta manhã.
Se nasceste em Fraguas, das ruas perdidas,
dos sinos surdos e chocalhos subterrâneos
és filho de meu pai.
Deixaste, deixamos a umidade do veludo,
a caverna tíbia,
um ataúde de luas pendurado nas baldosas.
Estamos em qualquer lugar distante.
As pedras a pleno sol, a escarpa de Fraguas.
Esqueça o sonho e seu festim de plumas,
repousante em seu hímen de gigante
e seus lábios de areia.
Deixei ruídos de portas, senhas, passagens,
o terminal de brumas, o ônibus cansado.
O cavalo viajante despiu-se na quadra
buscando sua égua.
Se nasceste em Fraguas
esqueça tudo.
Fraguas é uma folha em branco.
A memória não existe.
Página publicada em setembro de 2016.
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