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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

RAMÓN LÓPEZ VELARDE

 

Ramón Modesto López Velarde Berumen (Jerez de García Salinas, Zacatecas, México, 15 de junio de 1888- Ciudad de México, 19 de junio de 1921) fue un poeta mexicano. Su obra suele encuadrarse en el postmodernismo literario. En México alcanzó una gran fama, llegando a ser considerado el poeta nacional.

 

 

LÓPEZ VELARDE, Ramón.  Poesía y poética. Selección, prólogo, bibliografia y cronologia: Guillhermo Sheridan.  Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho, 2006.  342 p. (Colección Clásica, 235)    

 

LA TÓNICA TIBIEZA

 

¿Cómo será esta sed constante de veneros

femeninos, de agua que huye y que regresa?

¿Será este afán perenne, franciscano o polígamo?

 

Yo no sé si está presa

mi devoción en la alta

locura del primer

teólogo que soñó con la primera infanta,

o si, atávicamente, soy árabe sin cuitas

que siempre está de vuelta de la cruel continencia

del desierto, y que en medio de un júbilo de huríes,

las halla a todas bellas y a todas favoritas.

 

No sé... Mas que en la hora reseca e impotente

de mi vejez, no falte la tónica tibieza

mujeril, providente

con los reyes caducos que ligaban las hoces

de Israel, y cantaban

en salmos, y dormían sobre pieles feroces.

 

 

 

EL SUENO DE LOS GUANTES NEGROS

 

Soñé que la ciudad estaba dentro

del más bien muerto de los maresmuertos.

Era una madrugada de invierno

 

y lloviznaban gotas de silencio.

 

No más señal viviente, que los ecos

de una llamada a misa, en el misterio

de una capilla oceánica, a los lejos.

 

De súbito me sales al encuentro,

resucitada y con tus guantes negros.

Para volar a tí, le dio su vuelo

el Espíritu Santo a mi esqueleto.

 

Al sujetarme con tus guantes negros

me atrajiste al océano de tu seno,

y nuestras cuatro manos se reunieron

en medio de tu pecho y de mi pecho,

como si fueran los cuatro cimientos

de la fábrica de los universos.

 

¿Conservabas tu carne en cada hueso?

El enigma de amor se veló entero

en la prudencia de tus guantes negros.

 

¡Oh, prisionera del valle de Méjico!

Mi carne [...]* de tu ser perfecto;

quedarán ya tus huesos en mis huesos;

y el traje, el traje aquel, con que tu cuerpo

fue sepultado en el valle de Méjico;

 

y el figurín aquel, de pardo género

que compraste en un viaje de recreo,

 

Pero en la madrugada de mi sueño,

nuestras manos, en un circuito eterno

la vida apocalíptica vivieron.

 

Un fuerte [...] como en un sueño,

libre como cometa, y en su vuelo

la ceniza y [...] del cementerio

gusté cual rosa [... ]

 

* Los corchetes y puntos suspensivos indican palabras poco
legibles en el original.

 

 

 

Extraído de
EL GALLO Y LA PERLA: México em la poesia mexicana. Antología
.  Sel. Antonio Deltoro y Christian Peña.  Mèxico: Universidad Autónoma de México, 2011.  619 p.  ISBN 978-607-02-2841-4   Col. A.M. 

 

 

LA BIZARRA CAPITAL DE MI ESTADO

 

          A Jesús B. González

 

He de encomiar en verso sincerista

la capital bizarra

de mi Estado, que es un

cielo cruel y una tierra colorada.

 

Una frialdad unánime

en el ambiente, y unas recatadas

señoritas con rostro de manzana;

ilustraciones prófugas

de las cajas de pasas.

 

Católicos de Pedro el Ermitaño

y jacobinos de época terciaria.

(Y se odian los unos a los otros

con buena fe.)

 

                    Una típica montaña

que, fingiendo un corcel que se encabrita,

al dorso lleva una capilla, alzada

al Patrocinio de la Virgen.

 

                                       Altas

y bajas del terreno, que son siempre

una broma pesada.

 

Y una Catedral, y una campana

mayor que cuando suena, simultánea

con el primer clarín del primer gallo,

en las avemarias, me da lástima

que no la escuche el Papa.

Porque la cristiandad entonces clama

cual si fuese su queja más urgida

la vibración metálica,

y al concurrir ese clamor concéntrico

del bronce, en el ánima del ánima,

se siente que las aguas

del bautismo nos corren por los huesos

y otra vez nos penetran y nos lavan.

 

 

 

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda

 

        A TÔNICA TIBIEZA

        Como será este sede constante de mananciais
        femininos, de água que foge e que regressa?
        Será perene este afã, franciscano ou polígamo?

        Não sei se atada
        esta minha devoção à elevada
        loucura do primeiro
        teólogo que sonhou com a primeira infanta<
        ou se, atavicamente, sou árabe sem aflições,
        que sempre regressa da cruel continência
        do deserto, e que medito no júbilo das huris
                                         e a todas as favoritas
 

        Não sei... Marés que na hora murcha e impotente
        de minha velhice, não falte a tônica tibieza
        mulheril, providente
        com os reis caducos que levavam as foices
        de Israel, e cantavam
        em salmos, e dormiam sobre peles ferozes.


        O SONHO DAS LUVAS NEGRAS

        Sonhei que a cidade estava dentro
        do mais morto dos mares mortos.
        Era uma madrugada de inverno
        e chuviscavam gotas de silêncio.

        Nenhum sinal vivente, que os ecos
        de uma chamada à missa, no mistério
        de uma capela oceânica, à distância.

        De repente vens ao meu encontro,
        ressuscitada e com tuas luvas negras.
        Para voar a ti, deu-se ao voo
        o Espírito Santo ao meu esqueleto.

        Ao segurar-me com tuas luvas negras
        me atraíste ao oceano de teu seio,
        e nossas quatro mãos se irmanaram
        em cheio nos teus seios e de meu peito,
        como se fossem os quatro cimentos
        da fábrica dos universos.

        Conservas tua carne em cada osso?
        O enigma do amor recolheu-se todo
        na prudência de tuas luvas negras.

        Oh, prisioneira do vale do México!
        Uma forte [ * ] como um sonho
        livre qual um cometa, e em se voo
        a cinza [ * ] do cemitério
        gostei qual rosa [ * ]
                                                   (1921)
         

        *Palavras pouco legíveis no original.


A BIZARRA CAPITAL DO MEU ESTADO

          a Jesús B. González

Hei de ponderar em verso franco
a capital bizarra
de meu Estado, que é um
céu cruel  e uma terra vermelha.

Uma frieza unânime
no ambiente, e umas discretas
senhoritas com rosto de maçã;
ilustrações prófugas
de caixas de passas.

Católicos de Pedro, o Ermitão
e jacobinos de época terciária.
(E se odeiam uns aos outros
com boa fé).

                    Uma típica montanha
que, fingindo um corcel que se encabrita,
no dorso leva uma capela, elevada
ao Patrocínio da Virgem.
                                         Altas
 e baixas do terreno, que sempre são
uma broma pesada.

E uma Catedral e um campanário
maior que soa simultâneo
como primeiro clarim do primeiro galo,
nas ave-marias, sinto pena
que o Papa não escute.
Porque a cristandade então clama
como se fosse sua queixa mais premente
a vibração metálica,
e ao concorrer este clamor concêntrico
de bronze, na ânima da ânima,
sentimos que as águas
do batismo percorrem pelos ossos
e outra vez penetram e nos lavam. 


 Página publicada em março de 2013

 

 


 

 

 
 
 
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