MARÍA BARANDA 
                       
                       Nació en la Ciudad  de México em 1962. Poeta, editora y traductora. Estudió psicología  en la UNAM.Colaboradora  de Casa del Tiempo, La Gaceta del FCE, Revista Universidad de México y Vuelta.  Becaria del FONCA en sus programas Jóvenes Creadores (poesía), en 1990 y 1995;  y del FONCA/Rockefeller (ensayo) en 1997. Miembro del SNCA 1999-2005 y  2008-2011. 
                      A  finales de marzo de 2008 participó en el IV Festival Internacional de Esmirna, Turquía,  dedicado a Latinoamérica, junto a los poetas Pablo Armando Fernández de Cuba, Sergio Badilla Castillo de Chile, Diana Bellessi de Argentina, Rafael Courtoisie de Uruguay, Margarita Laso de Ecuador y Rei Berroa de Repúblic Dominicana. 
                        
                      TEXTOS EM ESPAÑOL  /  TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                        
                                  CAMPANA 
                      Ven aquí, acércate, 
                        Tañe en mi corazón 
                     hasta lo hondo 
                        Toca mi sombra 
                        y su eco de mar, 
                        su reposo 
                     Escucha 
                        los limos del dia, 
                        alba en ti 
                        en mi infancia 
                     y  el aire 
       en lo hondo de mí 
                        tantas veces callada 
   
  Áurea 
         disponga la tiera 
                        tu seco clamor 
                        o el vivo silencio de ti 
           —  niña entre pájaros — 
   
                        Cerca, muy cerca 
                     me  seas 
                        para oír 
                        ese canto de luz donde ahora 
                      eres copa de polvo 
           que  oscila 
                        en el mundo de sal de los vivos 
                          
                      EL JARDÍN DE LOS ENCANTAMIENTOS 
                        (fragmento) 
   
                          VI 
                      Eran los días del mar. 
                        Errantes 
                        las naves cruzaban 
                        un reino de corales, 
                        un orificio de agua viva, 
                        en la cuenca de  la mano de unos niños. 
                        
                      
                      De 
                        Maria Baranda 
                        NADIE, los OJOS 
                        México,  DF: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1999. 
    89 p.   ISBN  978-18-2313-3  
             
                             
                        3.  EDAD 
                       
                                             
                      Un escorpión me acecha en el verano. Un  escorpión terrestre en la balandra. Es el sutil principio de mi vida. Es la ira  de Dios la que me quiebra. Es su veneno sin limite en mis dias. Me quiero ver  morir en este cuerpo, pero no sé pedir perdón como los niños. 
                       
                        Hace frio en el pabellón. Los ojos de los niños no me miran. Sus brazos son los  mástiles del sue~mo de mi muerte. No quiero que me toquen. No su luz detrás del  monte ni su gracia me devoren. No sus rostros ni sus sombras me acompañen. 
                      Paz para  aquellos que no saben morir. 
                        
                      Ratas sobre  tu pecho. No mires el ardor en tu destino. Una mujer mitiga su aspereza bajo tu  lengua. Recuerda su dolor entre las sábanas.dd 
                      No tengas  miedo.  
                      Es la  tierra delante de ti la que la nombra. 
                       
                             
                        Traigo recientes cicatrices. 
                      Una ínsula  sagrada entre mis manos, una serenidad incomprensible 
                      que me hace  rápido cerrar los párpados.  
                        
                      Sitiado por  tu cuerpo, a orillas de tus ojos, te pronuncio.  Llevo dentro de mi un niño muerto. Penetro por  un siglo de anestesia donde mis brazos caen, lentamente bendiciéndome. Digo que  hay una cruz en mi cabeza. Palpo el revólver como una mariposa de luz sobre mi pecho. 
                             
                        Tu muerte: el resplandor de una palabra en el olvido. 
                        
                      LA  PERRA 
                        
                      Vieja y de reojo miro atenta 
                      el ejercicio en que se andan y me  hurtan 
                      lúcidos y amanecidos por mi cola. 
                      Descarados se reparten las migajas 
                      frente a mí -poco importa- pues mi  reino 
                      siempre está bajo otra lengua. 
                      Señora de la cuadra soy como un  arcángel 
                      si palpitan por mis carnes de hembra  bofa, 
                      si me besan el rostro y purifican 
                      mi cuerpo remojado en su clemencia. 
                      Porque yo, nacida hermosa, me  enderezo 
                      para abrir mi boca desde el Tíber 
                      desfogando lo que soy en el decreto 
                      de una legión de bélicos 
                      que por piedad 
                      me adivinaran loca 
                      y tan viciosa. 
                        
  
  
          
                      TEXTOS EM PORTUGUÊS 
                        Tradução de Antonio Miranda 
                                
                          SINO 
   
                        Vem aqui, aproxima-te 
                          Tange meu coração 
                     até  o fundo 
                          Toca minha sombra 
                          e seu eco de mar, 
                          seu repouso 
                     Escuta 
                          os limos do dia< 
                          alvorada de ti 
                          em minha infância 
                     e  o ar 
      no meu âmago 
                          tantas vezes calada 
   
  Áurea 
           disponha  a terra 
                          eu seco clamor 
                          ou o vivo silêncio de ti 
           —  menina entre pássaros — 
   
                          Perto, bem perto 
                     me  sejas 
                          para ouvir 
                          esse canto de luz onde agora 
                      és camada de pó 
           que  vacila  
                        no mundo de sal dos vivos 
                       
                          O JARDIM DOS  ENCANTAMENTOS  
                            (fragmento) 
   
                              VI 
                      Eram os dias do mar. 
                        Errantes 
                        as naves cruzavam 
                        um reino de corais, 
                        um buraco de água viva, 
                      na palma da mão de umas crianças. 
                        
                       3. IDADE 
                       
                      Um escorpião me espreita em meu verão.   Um escorpião terrestre no barco. É o princípio sutil de minha vida. É a  ira de Deus que me rompe. É seu veneno sem limite em meus dias. Quero ver-me  morrer neste corpo, mas não sei pedir perdão como as crianças. 
                       
                       
                      Faz frio no pavilhão. Os olhos das crianças não me fitam. Seus braços são os  mastros do sonho de minha morte. Não quero que me toquem.Nem sua luz detrás do  nome nem sua graça me devorem. Nem seus rostos nem suas sombras me acompanhem. 
                       
                      Paz àqueles que não sabem morrer.  
                       
                      Ratazanas sobre teu perito. Não mires o ardor em teu destino. Uma mulher mitiga  sua aspereza debaixo da língua. Lembra sua dor entre os lençóis. 
                       
                      Não tenhas medo. 
                       
Na terra, diante de ti, a que invoca o teu nome.  
 
 
Trago cicatrizes recentes. 
 
Uma ínsula sagrada em minhas mãos, uma serenidade incompreensível. 
 
que força fechar as pálpebras rapidamente. 
 
 
Sitiado por teu corpo, nas margens de teus olhos, eu te pronuncio. Levo dentro  de mim um menino morto. Penetro num século de anestesia onde os braços caem,  lentamente, abençoando-me. Digo que há uma cruz em minha cabeça.  Apalpo o revólver como a uma borboleta de luz  sobre meu peito.  
 
Tua morte: o resplendor de uma palavra no esquecimento. 
 
                      (De NADIE, los OJOS) 
                        
                      A CADELA 
                           
Velha e de soslaio olho atenta 
o exercício em que andam e me furtam 
lúcidos e desperto por minha cauda. 
Descarados repartem as migalhas 
diante de mim — pouco importa — pois meu reino 
sempre está dentro de outra boca. 
Senhora do pedaço sou como um anjo 
se pulsam em minhas carnes de fêmea bufa 
se me beijam a cara e purificam 
meu corpo molhado em sua clemência. 
Porque eu, nascida graciosa, me dirijo 
para abrir minha boca desde o rio Tiber 
desafogando o que sou no decreto 
de uma legião de bélicos 
que por piedade 
me adivinharam louca 
e tão viciada. 
                       
                    Página publicada em  janeiro de 2009; ampliada e republicada em novembro de 2010. 
                        
                       
                          
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