ANGÉLICA SANTA OLAYA
Angélica Santa Olaya nació en 1962 en la ciudad de México. Es licenciada en Periodismo y Comunicación Colectiva por la ENEP Acatlán, UNAM. Es egresada de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). Obtuvo el Primer lugar en dos concursos de cuento breve e infantil en México (1981 y 2004). Publicaciones: Habitar el tiempo, Miro la tarde, El Sollozo, Dedos de agua y El lado oscuro del espejo. Es maestra de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).
Blog de la autora: http://alicialanecia.blogspot.com/
TEXTOS EN ESPAÑOL / TEXTOS EM PORTUGUÊS
SUSTANCIAS
Unir la queja a la del otro
aunque el otro no tenga oídos,
sudor ni lágrimas.
Es más fácil lamentarse
y encimar tabiques
que poner la otra mejilla.
De piedra es el Dios,
un hálito apenas el abrazo
y amargo zumo el dolor
que bebe la tierra
cuando los muros
-polvo de arcilla
convertido en roca-
enarbolan la demencia.
PERIFÉRICO
Una cruz de metal
a la orilla del camellón,
rosa plástica sin aroma
aferrada al hierro,
descolorida, sola,
abandonada por el verbo.
Dos morfemas tristes
invocan un recuerdo:
“aquí falleció...”
El iris de caucho impasible
prosigue su carrera
al calor del pavimento
a las doce del día.
INSALVABLE
una puerta cerrada
la saliva del sol que chorrea
entre mis piernas
dos bocas abiertas y lejanas
la sed
nuestra sed
mirándose de reojo
el agua helada en la hielera
lejos
como la distancia
entre una mano y otra
un armario sin abrir
y un verso prestado
abrién-dose
a la sola soledad
de esta duda
que no sabe
si tomar la pluma
y dibujar una puerta
sobre tus labios
o abrir la ventana
y saltar al vacío
con la sed
a cuestas
ANGELINA
La incandescente mariposa
bate sus alas de negra espuma
sobre el hálito de la semilla.
Su carne sonríe
con un alarido nocturno
que burbujea
por encima del rotar de manecillas.
Alrededor de la jaula
unas manos se crispan
y otras se abren
para abrazar el grito
que ahuyenta el vuelo de la noche.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Traducción de ANTONIO MIRANDA
SUBSTÂNCIAS
Unir a queixa à do outro
embora o outro não tenha ouvidos,
suor nem lágrimas.
É mais fácil lamentar-se
e subir no muro
que oferecer a outra face.
De pedra é o Deus,
apenas um hálito o abraço
e amargo sumo a dor
que sorve a terra
quando os muros
— pó de barro
transformado em rocha —
erigem a demência.
PERIFÉRICO
Uma cruz de metal
nas beiras do gamelão,
rosa plástica sem perfume
ligada ao ferro,
descolorida, só,
abandonada pelo verbo.
Dois morfemas tristes
evocam a lembrança:
“aquí faleceu…”
A íris do asfalto impassível
prossegue seu caminho
no calor do pavimento
do meio-dia.
INSALVÁVEL
uma porta fechada
a saliva do sol que goteja
entre minhas pernas
duas bocas abertas e distantes
a sede
nossa sede
olhando de soslaio
a agua gelada na geleira
longe
como a distancia
entre uma e outra mão
um armario sem abrir
e um verso emprestado
abrin-dose
à só solidão
desta dúvida
que não sabe
se usa a pluma
e desenha uma porta
nos teus lábios
ou abre a janela
e salta no vazio
com a sede
detrás
ANGELINA
A incandescente borboleta
bate as asas de negra espuma
sobre o hálito da semente.
Sua carne sorri
com um alarido noturno
que borbulha
por cima do giro da mãozinha de metal.
Arredor da jaula
algumas mãos crispam
e outras se abrem
para abraçar o grito
que afugenta o vôo da noite.
Página publicada em abril de 2008, por indicação de Leo Lobos. |