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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



ALFONSO REYES

(1889-1959)

 

 

Alfonso Reyes nació en la ciudad de Monterrey (Estado de Nuevo León) el 17 de mayo de 1889; fue hijo del General Bernardo Reyes y de doña Aurelia Ochoa de Reyes. Hizo sus primeros estudios en escuelas particulares de Monterrey, en el Liceo Francés de México, en el Colegio Civil de Nuevo León, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Derecho de México, en donde obtuvo el título

de abogado el 16 de julio de 1913.

 

En 1909 fundó, con otros escritores mexicanos, el "Ateneo de la Juventud". Allí, junto con Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos se organizaron para leer a los clásicos griegos. En 1910 publicó su primer libro  "Cuestiones Estéticas". En agosto de 1912 es nombrado secretario de la Escuela Nacional de Altos Estudios, en la que profesó la cátedra de "Historia de la Lengua y Literatura Españolas", de abril a junio de 1913. El 17 de este mes fue designado segundo secretario de la Legación de México en Francia, puesto que desempeñó hasta octubre de 1914. Exiliado en España (1914-1924), después de la muerte de su padre, el general Bernardo Reyes. Se integró a la escuela de Menéndez Pidal y posteriormente en la estética de Benedeto Croce, más adelante publicó numerosos ensayos sobre la poesía del siglo de oro español, entre los que destacan: "Barroco" y "Góngora"; además, fue uno de los primeros escritores en estudiar a sor Juana Inés de la Cruz. De esa época son "Cartones de Madrid" (1917), su breve pero magistral obra, "Visión de Anáhuac" (1917), "El suicida" en 1917 y "El cazador" en (1921).

 

En España se consagró a la Literatura y al periodismo; trabajó en el Centro de Estudios Históricos de Madrid bajo la dirección de don Ramón Menéndez Pidal.

En 1919 fue nombrado secretario de la comisión mexicana "Francisco del Paso y Troncoso", también en este año efectuó la prosificación del poema del Mío Cid, y en junio de 1920, fue nombrado segundo secretario de la Legación de México en España. A partir de entonces hasta febrero de 1939, en que regresó definitivamente a México, ocupó diversos cargos en el servicio diplomático; Encargado de Negocios en España (1922-1924), Ministro en Francia (1924-1927),

Embajador en Argentina (1927-1930 y 1936-1937) y en Brasil (1930-1936). En abril de 1939 fue presidente de la Casa de España en México, que después se convirtió en El Colegio de México, Fue miembro de número de la Academia Mexicana correspondiente de la Española, y catedrático fundador del Colegio Nacional. En 1945 obtuvo el Premio Nacional de Literatura en México. De 1924 a 1939 se convirtió en una figura esencial del continente hispánico, como lo atestigua el propio Borges.

 

 Su trabajo con el mundo clásico no se limita al de la erudición, es más bien una reinvención de metáforas poéticas y hasta políticas que definen nuevas perspectivas para articular la realidad de México, como su "Discurso por Virgilio" (1931). En "Ifigenia cruel" (1924), poema dramático en el estilo del teatro clásico, el mito contado por Eurípides se reinventa, y se transforma en una reflexión sobre la identidad y el pasado, una alegoría de su propia vida personal y también de la del México urgido de su propia Revolución. Fallece este insigne poeta mexicano en el año de 1959.

Fuente: www.los-poetas.com

REYES, Alfonso.  Animalia.  Dibujos de Juan Soriano.  México: El Colegio Nacional, 1990.  100 p. - 26,5x36 cm  ISBN 968-6664-35-7  Ex. bibl. Antonio Miranda

 

COMPLEJO

Amigos, dondequiera que voy me sigue un oso,
un oso que se ve con el rabo del ojo.
Ni soporta ser visto de frente, ni lo puedo
descobrir cuando quiero mirarlo en el espejo.

No se oyen sus passos, porque van con los míos.
Es como una amenaza constante: es um testigo.
Nada busca; pero me tiene medio loco
saber que dondequiera que voy me sigue un oso.

 

LOS PAVOS DE MI INFANCIA

Luz tenebrosa, manto recamado;
fuego azul, fuego añil, fuego dorado.

Fuego dorado, alquimia venenosa;
pintado polen de la mariposa.

Vibratil salamandara incandescente,
y licor de color y olor caliente.

Fabulosa constelación de ojos,
verdes en sí y em el recuerdo rojos.

Garganta tersa que a estrujarla incita;
hendido y fácil para que permita
que sangre el ave, cuando el pecho grita
el grito que oigo renacer en mí.

A mi recuerdo — torre o minarete —
llega a tañir de su tenaz bocina
y mi desgranarse en un cohete
el éxtasis de luz que lo ilumina.

Ave, el ventalle de tus plumas abre-me
Ave, las púas de tus gritos clávame
y sean dardos que vibrando graben
cifrass y letras en mi corazón.

¡Así, al cantar, el corazón me labres,
para que sean joyas mis palabras
y ensarte perlas em el hilo árabe
de mi canción!.

 

 

REYES, Alfonso.  Sol de Monterrey.  Selección Minerva Margarita Villarreal.  Monterrey: CONARTE; México, DF: Ediciones El Tucán de Virginia, 2011.  100 p.   13x18,5 cm

 

TEXTOS EN ESPAÑOL   -   TEXTOS PORTUGUÊS

 

Noche de consejo

Nave de la medianoche
que, en las fatigas del tiempo,
llevas a la borda atada
la cólera de los ventos;
boya de los desenganos,
balsa de los contratempos:
a todos tus navegantes
hoy prevenirles intento
que estoy mirando en los astros
amargos pressentimentos,
que un azoro, un espanto
en la mitad del silencio,
y una perene inquietude
nos contempla desde el cielo.

De la adusta medianoche
sobre el tímpano de hielo,
flotan cual polares osos
mis perdidos pensamentos.
Ayer yo tuve canciones
para saludar contento
al arroyo de mi fuente
y al árbol de mi sendero.
Hoy, en frío y soledad,
tan aterido y señero,
¿quién dirá que soy el mismo,
quién dirá que soy el dueño
de aquella mansión dorada,
morada de mis recuerdos?

Por ladrón lo he merecido.
Por adelantarme al tempo,
por violentar com premura
la miel de cada momento.
Porque, al potro de la vida,
acicates del anhelo
son como brazos alzados
para governar el cielo.

¡ Bien nos decías, Villon,
y qué bien que lo recuerdo:
—Mozos, que perdeis la más
bella agala del sombrero!

          México, abril, 1913


TEXTOS PORTUGUÊS

Tradução de ANTONIO MIRANDA:

 

COMPLEXO

Amigos, onde quer que eu vá me segue um urso,
um urso que vemos com o rabo de olho.
Não aguenta ser visto de frente, não eu posso
descobrir quando quero olhá-lo no espelho.

Não ouvimos seus passos, porque vão com os meus.
É como uma ameaça constante: é um testemunho.
Nada busca; mas me mantém meio louco
saber que em onde quer que eu vá me segue um urso.

 


OS PAVÕES DE MINHA INFÂNCIA

Luz tremebunda, manto bordado;
fogo azul, fogo anil, fogo dourdado.

Fogo dourado, alquimia venenosa;
pólen pintada da mariposa.

Salamandra vibrátil incandescente,
e licor de cor e odor quente.

Fabulosa constelação de olhos,
verdes em si e na lembrança rubros.

Garganta tenra que a espremer incita;
bico anelante, exatos e sibarita,
fendido e fácil para que permita
que sangre a ave, quando o peito grita
o grito que ouço renascer em mim.

À minha lembrança — torre ou minarete —
chego o badalar de sua tenaz buzina
e olho enrolar-se em um foguete
o êxtase de luz que o ilumina.

Ave, as farpas de teus gritos crava-me
e sejam setas que vibrando grave-me
cifras e letras em meu coração.

Assim, ao cantar, o coração me lavres,
para que sejam joias as minhas palavras
e enfiem pérolas no fio árabe
de minha canção.

 

Noite do conselho

Nave da meia-noite
que, nas
fadigas do tempo,
levas à borda atada
a cólera dos ventos;
boia dos desenganos,
balsa dos contratempos:
a todos os teus navegantes
hoje preveni-los eu tento
pois estou lendo nos astros
amargos pressentimentos,
que tem um abalo, um espanto
na metade do silêncio,
e uma perene inquietude
nos contempla desde o céu.

Da austera meia-noite
sobre os blocos de gelo,
flutuam como ursos polares
meus perdidos pensamentos.
Ontem eu tive canções
para saudar contente
o arroio de minha fonte
e a árvore de meu sendeiro.
Hoje, no frio e solidão,
tão hirto e sozinho,
quem dirá que sou o mesmo,
quem dirá que sou ou dono
daquela mansão dourada,
morada de minhas lembranças.

Como ladrão eu mereci.
Por adiantar-me no tempo
por violentar com pressa
a mel de cada momento.
Porque, ao potro da vida,
esporas do anseio
são como braços alçados
para governar o céu.
Bem que nos dizias, Villon,
e ainda bem que recordo:
— Moços, que perdeis a mais
bela gala do chapéu!

               México, abril, 1913

 

TEXTO EM PORTUGUÊS

Tradução de Manuel Bandeira

 

                                   A.

                                               Tardes assim, já as respirei acaso?

                            Cabelos soltos, úmidos do banho:

                            Cheiro de granja, frescor de garganta,

                            Primavera toda ela flor e água.

 

                            Abriu-se a reixa e fomos a cavalo.

                            O céu era canção, carícia o campo,

                            E a promessa de chuva andava viva

                            E alegremente pelos altos cumes.

 

                            Tremia cada folha e era bem minha,

                            E tu também, de medo sacudida

                            Entre pressentimentos e relâmpagos.

 

                            Pulsavam entre nuvens as estrelas,

                            E o palpitar da terra nos chegava

                            Pelo tranco ligeiro do cavalo.

 

 

Página publicada em fevereiro de 2008.

                                  



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