POESÍA  ESPAÑOLA 
                                                                                                                                                Coordinación de AURORA CUEVAS CERVERÓ
                                                                                                                                                Universidad Complutense de Madrid
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                
                                                                                PURA LÓPEZ CORTÉS
                                                                                 
                                                                                Pura  López Cortés nace en Almería en 1952. Trabaja como maestra desde los 18 años.  Ha sido presidenta y vicepresidenta y alma del Ateneo de Almería cuyos Pliegos  Poéticos dirigió. Miembro del Instituto de Estudios Almerienses. Delegada en  Almería de la Sección Andaluza de la Asociación Colegial de Escritores.  Colabora con el centro andaluz de las letras. Miembro de la Asociación de  Críticos Andaluces. Tiene publicados libros de Lengua y Literatura para la EGB.  Fuente: http://www.ateneodecordoba.com/
                                                                                 
                                                                                TEXTO  EN ESPAÑOL – TEXTO EM PORTUGUÊS
                                                                                 
                                                                                
                                                                                DISIDENTES -  ANTOLOGÍA DE POETAS CRÍTICOS ESPAÑOLES (1990-2014)  Selección  y edición de Alberto García-Teresa.   Madrid: La Oveja Roja, 2015.  449  p.  13,5x21,5 cm.  ISBN 978-84-16227-04-4  Ex. bibl. Antonio Miranda
                                                                                 
                                                                                  
                                                                                
                                                                                                                                                El profeta
                                                                                                                                                Cuando está  lleno el templo
                                                                                                                                                                                                                y los fieles, turbados de fervor,
                                                                                                                                                                                                                recitan, compulsivos, sus rutinas;
                                                                                                                                                                                                                elo rondo profeta se pasea
                                                                                                                                                                                                                por la nave central y reitera su pláica:
                                                                                                                                                                                                                “ Tenemos que querernos, tenemos que querernos... “
                                                                                                                                                Alguién,  siempre, lo saca para que no moleste.
                                                                                                                                                         De Versos de asfalto (1996)
                                                                                                                                                 
                                                                                                                                                El regresso
                                                                                                                                                        [Para Ma. Teresa López Bervel] 
                                                                                                                                                Supo siempre  de hambre, de pobreza, era joven
                                                                                                                                                                                                                y estaba acartonado; tenía mujer, hijos
                                                                                                                                                                                                                y hogar, tenían frío, no tenía trabajo.
                                                                                                                                                                                                                El corazón um día
                                                                                                                                                                                                                se dejó sus cerros y sus aires y sus campos;
                                                                                                                                                                                                                se llevó en la maleta un sobre con retratos
                                                                                                                                                                                                                y se marchó muy lejos.
                                                                                                                                                                                                                Pasó el tempo.
                                                                                                                                                                                                                Crecieron los hijos sins u sombra,
                                                                                                                                                                                                                envejeció la esposa sin caricias ni besos.
                                                                                                                                                                                                                Y cuando volvió el homre ya todo le era extraño.
                                                                                                                                                                                                                Eran todos ajenos. Él trajo un coche grande.
                                                                                                                                                         De Versos  de asfalto (1996) 
                                                                                                                                                 
                                                                                                                                                TEXTO  EM PORTUGUÊS
                                                                                                                                                Tradução  de Antonio Miranda
                                                                                
                                                                                 
                                                                                
                                                                                                                                                O profeta
                                                                                                                                                Quando o  templo está cheio
                                                                                                                                                                                                                e os fiéis, atordoados de fervor,
                                                                                                                                                                                                                recitam, compulsivos, suas rotinas;
                                                                                                                                                                                                                o vaidoso profeta passeia
                                                                                                                                                                                                                pela nave central e reitera sua exortação:
                                                                                                                                                                                                                “ Temos que querer-nos, temos que querer-nos... “
                                                                                                                                                Alguém,  sempre, expulsa-o para que não incomode.
                                                                                                                                                 
                                                                                                                                                O regresso
                                                                                                                                                Sabia sempre  da fome, da pobreza, era jovem
                                                                                                                                                                                                                e estava endurecido; estava desempregado.
                                                                                                                                                                                                                O coração um dia
                                                                                                                                                                                                                deixou seus montes e seus ares e seus campos;
                                                                                                                                                                                                                levou na maleta un envelope com retratos
                                                                                                                                                                                                                e foi-se para bem longe.
                                                                                                                                                                                                                O tempo passou.
                                                                                                                                                                                                                Os filhos cresceram sem a sua sombra,
                                                                                                                                                                                                                envelheceu sua esposa sem carícias nem beijos.
                                                                                                                                                                                                                E quando o homem voltou tudo já era estranho.
                                                                                                                                                                                                                Eram todos alheios. Ele trouxe um automóvel bem grande.
                                                                                                                                                 
                                                                                
                                                                                Página  publicada em dezembro de 2016