POESÍA ANARQUISTA
Coordinación: OMAR ARDILLA
Imagem extraída de www.biografiasyvidas.com
LEÓN FELIPE
Felipe Camino Galicia de la Rosa, conocido como León Felipe (Tábara, 11 de abril de 1884-Ciudad de México, 18 de septiembre de 1968), fue un poeta español. El nombre de León Felipe, con el que se ha consagrado como uno de los grandes poetas de lengua castellana, y por el que se lo conoce universalmente, lo utilizó por primera vez en 1919, cuando en Almonacid de Zorita concluyó la definitiva versión de su libro: Versos y oraciones de caminante. Aunque su estilo es personalísimo y difícil de encasillar —y por edad pertenece a un entorno cronológico anterior—, a veces se le adscribe a la nómina de los poetas de la Generación del 27.
Gran parte de su vida residió fuera de España, viajando por Hispanoamérica y enseñando literatura en universidades de gran prestigio (Cornell, Columbio, Autónoma de México, etc.). Republicano apasionado y cercano a varios círculos anarquistas, emprendió el exilio en 1939, del cual nunca volvería. Su obra poética (no alineada con las corrientes de la época) encarna de manera notable el sentimiento español, y se levanta contra la injusticia, el abuso y la falta de solidaridad.
TEXTO EN ESPAÑOL - TEXTO EM PORTUGUÊS
ANTOLOGÍA ANARQUISTA ... siglo XXI. Selección, prólogo & reseñas de Omar Ardila. Bogotá: Un Gato Negro Editores, 2013. 191 p. ‘ ISBN 978-958-46-24-89-5 Ex. bibl. Antonio Miranda
COMO TU
Así es mi vida,
piedra,
como tú; como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego
centellas
bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra de una Lonja,
ni piedra de una Audiencia,
ni piedra de un Palacio,
ni piedra de una Iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que, tal vez, estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña
y
ligera...
SÉ TODOS LOS CUENTOS
Yo no sé muchas cosas, es verdad Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos...
Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos...
Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos...
Que los huesos del hombre los entierran con cuentos...
Y que el miedo del hombre
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas es verdad.
Pero me han dormido con todos los cuentos...
Y sé todos los cuentos.
AUSCHWITZ
A todos los judíos del mundo, mis amigos, mis Hermanos
Esos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud...
Que hablen más bajo...
¡Que se callen!
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante toca muy bien el violín...
¡Oh, el gran virtuoso!...
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a esse niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres...
Y solo,
¡Solo!
Aguardando su turno
en los Hornos crematórios de Auschwitz.
Dante... tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, “gran cicerone”)
y aquello vuestro de la Divina Comedia
fue un aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa... otra cosa...
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú... no tienes imaginación,
acuérdate que en tu “Infierno”
no hay un niño siquiera...
Y eso que que ves ahí...
Está solo
¡Solo! Sin cicerone...
Esperando que se abran las puertas del infierno
que tú ¡pobre fiorentino!
No pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa... ¿cómo te diré?
¡Mira! Este lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos
los violines del mundo.
¿Me hábeis entendido, poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud...
¡Hablad más bajo!...
¡Tocad má bajo!... ¡Christ!
¡ ¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista...
Y he tocado en el infierno muchas veces...
Pero ahora aquí...
Rompió mi violín... y me callo.
COLOFÓN
Luz...
Cuando mis lágrimas te alcancen
la función de mis ojos
ya no será llorar,
sino ver.
Con las piedras sagradas...
Con las piedras sagradas
de los templos caídos
grava menuda hicieron
los martillos
largos
de los picapedreros analíticos.
Después,
sobre esta grava se ha vertido
el asfalto negro y viscoso
de los pesimismos.
Y ahora... ahora, con esta mezcla extraña,
se han abierto calzadas y caminos
por donde el cascabel de la esperanza
acelera su ritmo.
Deshaced ese verso...
Deshaced ese verso.
Quitadle los caireles de la rima,
el metro, la cadencia
y hasta la idea misma.
Aventad las palabras,
y si después queda algo todavía,
eso
será la poesía.
La tangente
¿Y la tangente, señor Arcipreste?...
¿El radio de la esfera que se quiebre y se fuga?
¿La mula ciega de la noria, que un día, enlouquecida, se liberta
de estribillo rutinario?...
La correa cerrada de la honda, que se suelta de pronto para que
salga la furia del guijarro?...
¿Esa linea de fuego tangencial que se escapa del círculo y luego
se convierte en un disparo?...
Porque el cielo... Señor Arcipreste, ¿sabe usted?,
No hay arriba ni abajo...
y la estrella del hombre
es la que ese disparo va buscando,
esse cohete místico o suicida, rebelde, escapado...
De la noria del Tiempo
como el dardo,
como el rayo,
como el salmo,
Dios hizo la bola y el reloj: la noia dando vueltas y vueltas sin
cesar,
y el péndulo contándole las vueltas, monótono y exato...
El juguete del niño, señor Arcipreste,
¡el maravilloso regalo!
Pero un día el niño se cansa del juguete y se le saca las tripas y el
secreto
como a un caballito mecánico,
como a un cabalalito de serrín y de trapo.
Es cuando el niño inventa la tangente, Señor Arcipreste,
la puerta mística de los caballeros del milagro,
de los grandes aventureiros de la luz,
de los divinos cruzados de la luz, de los poetas suicidas, de los
enlouquecidos y los santos
que se escapan en el viento en busca de Dios para decirle
que ya estamos cansados todos, terriblemente cansados
de la noria y del reloj,
del hipo violáceo del tirano,
de las barbas y las arrugas eternas,
de los inmóviles pecados,
de este empalagoso juguete del mundo,
de este monstruoso, sombrío y estúpido regalo,
de esta mecánica fatal, donde lo que ha sido es lo que será
y lo que ayer hicimos, lo que mañana hagamos.
¡QUÉ PENA!
¡Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieran
los mismos rebaños, las mismas recuas!
¡Qué pena si esta vida nuestra tuviera
—esta vida nuestra—
mil años de existencia!
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protesta?
¿Quién lee diez siglos la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?
Los mismos hombres, las mismas guerras,
los mismos tiranos, las mismas cadenas,
los mismos farsantes, las mismas sectas
¿y los mismos, los mismos poetas!
¿Qué pena,
que sea así todo siempre, siempre de la misma manera!
TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda
IGUAL A TI
Assim é a minha vida,
pedra,
igual a ti; igual a ti,
pedra pequena;
igual a til,
pedra ligeira;
igual a ti,
canto que rolas
pelas calçadas
e pelas veredas;
igual a ti,
seixo humilde das estradas iguais a ti,
que en días de tormenta
afundas
no lodo da terra
e depois
centelhas
debaixo dos cascos
e sob as rodas;
igual a ti, que não servias
para ser nem pedra de um Mercado,
nem pedra de uma Audiência Pública,
nem pedra de um Palácio,
nem peedra de uma Igreja;
igual a ti,
pedra aventureira;
igual a ti,
que, talvez, estás feita
para para uma profunda,
pedra pequena
e
ligeira...
SEI TODOS OS CONTOS
Eu não sei muitas coisas, é verdade
Digo apenas o que eu vi.
E eu vi:
que o berço do homem é movido pelos contos...
Que os gritos de angústia do homem são afogados pelos contos,
Que o pranto do homem são tapados com contos...
Que os ossos do homem são enterrados com os contos...
E que o medo do homem
inventou todos os contos.
Eu não ei muitas coisas, é verdade.
Mas os cantos me adormeceram com todos os contos...
E sei todos os contos.
AUSCHWITZ
A todos os judeus do mundo, meus amigos, meus Irmãos
Esses poetas infernais,
Dante, Blake, Rimbaud...
Que falem mais baixo...
Que se calem!
Hoje em dia
qualquer habitante da terra
sabe muito mais do inferno
que esses três poetas juntos.
Já sei que Dante toca muito bem o violino...
¡Ó, o grande virtuoso!...
Mas que não venha agora
com seus tercetos maravilhosos
y seus hendecassílabos perfeitos
assustar esse menino judeu
que está aí, separado de seus pais...
E sozinho,
¡Sozinho!
Aguardando sua vez
nos Fornos crematórios de Auschwitz.
Dante... tu baixaste aos infernos
com de mãos dadas com Virgílio
(Virgílio, “grande cicerone”)
e aquele vosso da Divina Comédia
foi uma aventura divertida
de música e turismo
Isto é outra coisa... outra coisa...
Como te explicarei?
Se não tens imaginação!
Tu... não tens imaginação,
recorda que em teu “Inferno”
não há um único menino...
E isso que vês aí...
Está sozinho
¡Sozinho! Sem cicerone...
Esperando que se abram as portas do inferno
que tu, pobre florentino!
Não pudeste sequer imaginar.
Isto é outra coisa... como te direi?
Olha! Este lugar onde não se pode tocar o violino.
Aqui rompem as cordas de todos
os violinos do mundo.
Me entendeis, poetas infernais?
Virgílio, Dante, Blake, Rimbaud...
Falai mais baixo!
Tocai mais baixo!... Christ!
Mas agora aqui...
Rompo meu violino... e me calo.
COLOFÃO
Luz...
Quando minhas lágrimas te alcancem
a função de meus olhos
já não será chorar,
senão ver.
Com as pedras sagradas...
Com as pedras sagradas
dos templos caídos
cascalho miúdo fizeram
os martelos
enormes
dos pedreiros analíticos.
Depois,
sobre este cascalho foi lançado
o asfalto negro e viscoso
dos pessimismos.
E agora... agora, com esta mescla estranha,
construíram calçadas e caminhos
por onde a cascavel da esperança
acelera seu ritmo.
Desfazei esse verso...
Desfazei esse verso.
Eliminai os ornatos da rima,
do metro, a cadência
e até a ideia mesma.
Eliminai as palavras,
e se depois restar algo ainda,
será a poesia.
A tangente
E a tangente, senhor Arcipreste?...
O radio da esfera que se quebre e fuja?
A mula cega da roda gigante, que um dia, enlouquecida, se liberta
do estribilho rotineiro?...
A coleira fechada do estilingue, que se solta de repente para que
saia a fúria do seixo?...
Essa linha de fogo tangencial que escapa do círculo y depois
se converte em um disparo?...
Por que o céu... Senhor Arcipreste, ¿o senhor sabe?,
Não existe acima nem abaixo...
e a estrela do homem
é que esse disparo está buscando,
esse foguete místico ou suicida, rebelde, escapado...
Da roda gigante do Tempo
como o dardo,
como o raio,
como o salmo,
Deus fez a bola e o relógio: a roda gigante dando voltas e voltas sem
cessar,
e o pêndulo contando as voltas, monótono e exato...
O brinquedo do menino, senhor Arcipreste,
o maravilhoso presente!
Mas um dia o menino se cansa do brinquedo e se extrai as tripas e o
segredo
como a um cavalinho mecânico,
como a um cavalinho de serragem e de trapo.
É quando o menino inventa a tangente, Senhor Arcipreste,
a porta mística dos cavalheiros do milagre,
dos grandes aventureiros da luz,
dos divinos cruzados da luz, dos poetas suicidas, dos
enlouquecidos e os santos
que escapam no vento em busca de Deus para dizer-lhe
que já estamos todos cansados, terrivelmente cansados
da roda gigante e do relógio,
do hipo violáceo do tirano,
das barbas e as rugas eternas,
do pecado imobilizado,
deste enjoativo brinquedo do mundo,
deste monstruoso, sombrio e estúpido presente
desta mecânica fatal, onde o que era é o que será
e o que ontem fizemos, o que amanhã façamos.
QUE PENA!
Que pena se este caminho tivesse muitíssimas léguas e sempre
repetissem
os mesmo rebanhos, as mesmas burros de carga!
Que pena si esta nossa vida tivesse
—esta nossa vida —
mil anos de existência!
Quem a faria suportável até o fim?
Quem a suportaria inteira sem protesta?
Quem lê dez séculos n Historia e não a fecha
ao ver as mesmas coisas sempre com diferente data?
Os mesmos homens, as mesmas guerras,
os mesmos tiranos, as mesmas cadeias,
os mesmos farsantes, as mesmas seitas
e os mesmos, os mesmos poetas?!
Que pena,
que seja assim o tempo todo, sempre da mesma maneira!
Página publicada em outubro de 2018
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