POESÍA ESPAÑOLA 
                                                                                  Coordinación de  AURORA CUEVAS CERVERÓ
                                                                                    Universidad Complutense de Madrid
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                
                                                                                JULIA LÓPEZ DE  BRIÑAS
                                                                                 
                                                                                (Valencia,  1971).
                                                                                 
                                                                                        TEXTOS EN  ESPAÑOL   -   TEXTOS EM PORTUGUÊS
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                
                                                                                DISIDENTES – ANTOLOGÍA DE POETAS CRÍTICOS ESPAÑOLES  (1990-2014).           Selección y edición de Alberto  García-Teresa.  Madrid: La Oveja Roja,  2015.  450 p. 15x23 cm.  Presentación de Alberto García–Teresa.  ÍSBN 978-84-16227-04-4   Ex.  bibl. Antonio Miranda
                                                                                 
                                                                                A saltar charcos
                                                                                con las manos en el pecho, a soplar con fuerza 
                                                                                  para que llegue pronto la tormenta, 
                                                                                  a decir:
                                                                                «no hay más verdad que la entrega» y romper
                                                                                todos los pasos conocidos en pos de una nueva danza,
                                                                                soñar
                                                                                con tu cuerpo enajenado cercado de caricias,
                                                                                saber leer en tus ojos de amianto y
                                                                                latir
                                                                                con toda esa sangre que clama la revuelta,
                                                                                preguntarse sin descanso:
                                                                                « ¿me atrevo yo
                                                                                con mi zapato agujereado,
                                                                                con las manos huecas durmiendo en los bolsillos,
                                                                                con mi abrigo raído, con el corazón saliente,
                                                                                me atrevo yo
                                                                                aqui,
                                                                                ahora,
                                                                                en este mismo sitio que no va a ninguna parte, 
                                                                                  en este aguacero errante que no sabe sino de búsquedas, 
                                                                                  en este vértice exacto que doblega lo cuestionable, 
                                                                                  me atrevo yo
                                                                                desde los limites sombrios de este cuerpo,
                                                                                desde la amplitud de la idea,
                                                                                junto a tantas palabras que aún desconocemos,
                                                                                me atrevo yo
                                                                                a inquietar el universo?»
                                                                                 
                                                                                         De Canto  dei alba (1997)
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                Los aledaños del sueño
                                                                                 
                                                                                Que nada nos engarce, 
                                                                                  tan sólo nuestro sueño, 
                                                                                  tan sólo el grito
                                                                                por un dia ecuánime sobre las manos, 
                                                                                  oír
                                                                                tu voz a borbotones vertebrando
                                                                                las calles derrotadas que han visto cobijarte,
                                                                                las llaves del abismo rompiendo la certeza,
                                                                                el no dar sino reclamo, rompiendo
                                                                                la cálida ignorância que omite
                                                                                cualquier discurso menos reconfortante,
                                                                                la partida de la rabia que ha querido desandarte
                                                                                y ser
                                                                                también nosotros mismos
                                                                                  los hijos del mal sueño 
                                                                                  —con reciente llegada—, 
                                                                                  saber
                                                                                de quien cruza la frontera a deshora, 
                                                                                  de la noche gélida dormida entre cartones, 
                                                                                  no tener sino la vida
                                                                                  y ofrecer,
                                                                                los lábios descorridos que venzan la amargura, 
                                                                                  así esperados, los brazos
                                                                                  abiertos a lo ajeno,
                                                                                  con-fundirse con lo ajeno, (ofrecer)
                                                                                  hacerlo propio. 
                                                                                 
                                                                                     De Canto  dei alba (1997)
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                TEXTOS EM PORTUGUÊS
                                                                                  Tradução: Antonio Miranda
                                                                                 
                                                                                         Saltando poças
                                                                                  com  as mãos no peito, soprando com força
                                                                                  para que venha logo a tormenta,
                                                                                  dizendo:
                                                                                  "não  há mais verdade que a entrega" e romper
                                                                                  todos  os passos conhecidos em favor de uma nova dança,
                                                                                  sonhar
                                                                                  com  teu corpo afastado cercado de carícias,
                                                                                  saber  lera em teus olhos de amianto e
                                                                                  pulsar
                                                                                  com todo esse sangue que clama a  revolta,
                                                                                  perguntar-se  sem descanso:
                                                                                  "atrevo-me
                                                                                  com  meu sapato furado,
                                                                                  com  as mãos ocas dormindo nos bolsos,
                                                                                  com meu abrigo surrado, com o  coração saliente,
                                                                                  atrevo-me
                                                                                  aquí,
                                                                                  agora, 
                                                                                  neste mesmo lugar que não leva a lugar algum,
                                                                                  neste aguaceiro errante não sabe senão de buscas,
                                                                                  neste vértice exato que submete o questionável,
                                                                                  atrevo-me
                                                                                  desde os limites sombríos deste corpo,
                                                                                  desde a amplidão da ideia,
                                                                                  junto de tantas palabras que ainda desconhecemos,
                                                                                  atrevo-me 
                                                                                  a inquietar o universo?"
                                                                                 
                                                                                Os arredores do  sonho
                                                                                Que nada nos encadeie,
                                                                                  apenas nosso sonho,
                                                                                  apenas o grito
                                                                                  por dia equânime sobre as mãos,
                                                                                  ouvir
                                                                                  tua voz aos borbotões vetebrando
                                                                                  as ruas derrotadas que te viram abrigar-se,
                                                                                as chaves do abismo rompendo a certeza,
                                                                                  o não dar senão reclamo, rompendo
                                                                                  a cálida ignorância que omite
                                                                                  qualquer discurso menos reconfortante,
                                                                                  a partida da raiva que queria te desandar
                                                                                  e ser
                                                                                  também nós mesmos
                                                                                  os filhos do sonho mau
                                                                                  — de recente chegada —,
                                                                                  saber
                                                                                  de quem cruza a fronteira fora de hora,
                                                                                  da noite gélida dormida sobre papelão,
                                                                                  não ter senão a vida
                                                                                  e oferecer,
                                                                                  os lábios descerrados que vençam a amargura,
                                                                                  assim esperados, os braços
                                                                                  abertos ao alheio,
                                                                                
                                                                                
                                                                                 
                                                                                con-fundir-se com o alheio, (ofercer)
                                                                                  torná-lo próprio.
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                     De Canto  dei alba (1997)
                                                                                
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                Página publicada em maio de 2017