JUAN CARLOS RECHE
Juan Carlos Reche nació en Córdoba, España, en 1976. Licenciado en Filología Hispánica, actualmente vive en Montevideo (Uruguay) y realiza un doctorado sobre el poeta argentino Roberto Juarroz. Anteriormente ha vivido en Roma y Lisboa, en cuyos Institutos Cervantes ha sido profesor de español. Como poeta, ha publicado dos plaquettes (La cítara de plástico, 1996 y El maletín de la pantera rosa, 1998 – poesía experimental- ) y dos libros de poemas: El dolor y la velocidad (Sevilla, Ed. Renacimiento, 1999) y Carrera del fruto, (Valencia, Ed. Pre-Textos, 2006, Carreira do fruto / Carrera del fruto, Traducción de Pedro Santa María de Abreu, Quasi edições, Vila Nova de Famalicão, Portugal, 2007).
Es traductor de poesía en italiano y portugués (Carlos de Oliveira, Nuno Júdice, José Luís Peixoto, etc...)
De su último libro, se dijo: “Excelente libro” Diario El Mundo
“Uma nova voz” Diario ABC
“Es un libro y un poeta que merecen una lectura atenta, y que conviene seguir con atención en el campo de las transformaciones del lenguaje poético ibérico” Nuno Júdice-Letras Libres
“Excelente livro” Diario El Mundo
“Uma nova voz” Diario ABC
“É um livro e um poeta que merecem uma leitura atenta, e que importa seguir com atenção no campo das transformações da linguagem poética ibérica.”
Nuno Júdice - Letras Libres
O poeta Juan Carlos Reche durante sua apresentação na sessão magna da I BIENAL INTERNACIONAL DE POESIA DE BRASILIA ( de 3 a 7 de setembro de 2008 ). Representante oficial indicado e patrocinado pelo Instituto Cervantes/ Embaixada da Espanha no Brasil.
TEXTOS EN ESPAÑOL / TEXTOS EM PORTUGUÊS
Poemas del libro
Carrera del fruto (Carreira do fruto).
Para ti, mi conciencia, y para mí,
hay reservada una isla en el futuro,
donde toda raíz tiene su frontera.
Para entonces habrá dejado el corazón
de hablar por la boca del tiempo;
las cosas serán cosas,
mis ojos sabrán cortejarlas
y cada palabra tendrá
su verdad o su horca.
Podrá el mar entonces
asomarse a mis ojos
para peinar sus barcos.
Será como este poema
cuando acabe con la palabra nombre:
aire de una mina
que soñando se cierra
con nosotros dentro,
volcán
que al nacer se desenlaza.
Para ti, mi corazón,
para que estés siempre contigo
he elegido el rumor de las letras
cuando alargan sus cuerpos
para formar tu nombre.
Ya no salgo a buscar nada.
Ni a la palabra que pudo mover
el mundo
ni al sueño que no se cumple
porque tiene valor
para ser sólo sueño.
No tengo nada que echarles en cara,
no tengo nada que proponerles.
Sé que serán ellos
los que portarán el barco
hasta su astillero,
que por ahora no se mueve,
y si se moviera, ¿qué haríamos
al llegar? ¿Divertirnos? ¿Como ahora?
Miro a la luna. Mis dedos me tocan
como si fueran los suyos.
Aún conservo parte de un secreto,
y eso es lo que hay.
Me alegro. Me resigno.
Toda isla está a un corazón de distancia.
Puede que no esté en ellas, en las cosas,
brújulas locas
que ocultando viajan
el imán de lo bello,
ni en mí, ninguno de mí,
que a veces soy yo, y se equivoca.
Se demora la luz universal
esparciendo pedazos de quincalla
sobre el tapiz del mundo.
En su azogue, en su cola
nos convierte,
en el don de poner marco
a la línea y su materia,
unión de luz y territorio
soñado, fusión del color
y la forma,
del labio con su beso
con su labio.
Si estamos en las cosas es por probar,
por ver si entre ellas y lo que somos
salta la liebre, se orienta la bruja,
alguien de aquí nos arregla la tarde.
En el oído
he puesto un nido hueco
para el olvido.
¿De qué plenitud eres,
mi pequeña,
el átomo más bello?
¡Ah el tema del cuerpo!
¡Cómo hablé! ¡Lo que no dije...!
Tomando claras, cocinar el aire.
Una generación más de filólogos
tropezaba con los bargueños
con la bici
con la vejez pulcra de mi casa
en la ciudad de los cien poetas.
El invitado construía un flujo
ordenaba análisis:
mantener el equilibrio sobre la razón,
como un capitel ya sin volutas,
auténtico,
me produce mareo, rinde poco.
Más bien, ser como la tarde, la casa;
un lebrillo volcado.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
Traducción: Pedro Santa María de Abreu
Poemas del libro
Carrera del fruto (Carreira do fruto).
Para ti, minha consciência, e para mim,
está reservada uma ilha no futuro,
onde toda a raiz tem uma fronteira.
Nessa altura, já o coração terá deixado
de falar pela boca do tempo;
as coisas serão coisas,
os meus olhos saberão cortejá-las
e toda a palavra terá
a sua verdade ou a sua forca.
Poderá o mar, então,
espreitar os meus olhos
e pentear os seus barcos.
Será como este poema
quando acabar com a palavra nome:
ar de uma mina
que ao sonhar se encerra
connosco dentro dela,
vulcão
que ao nascer se destrinça.
Para ti, meu coração,
para estares sempre contigo
eu escolhi o rumor das letras
quando estendem os seus corpos
para formar o teu nome.
Já não vou à procura de nada.
Nem da palavra que podia mover
o mundo
nem do sonho que se não realiza
porque o seu valor
é apenas ser sonho.
Não tenho nada a atirar-lhes à cara,
não tenho coisas a propor.
Sei que irão ser eles
a levar o barco
até ao estaleiro,
que, para já, não se move,
e ainda que se movesse, o que faríamos
à chegada? Divertirmo-nos? Como agora?
Olho para a lua. Os meus dedos tocam-me
como se fossem os seus.
Conservo ainda a parte de um segredo,
mais nada.
Fico feliz. Resignado.
Todas as ilhas ficam a um coração de distância.
Talvez não esteja nelas, nas coisas,
bússolas loucas
que ocultando viajam
o íman do belo,
ou em mim, ninguém de mim,
que por vezes sou eu, e se engana.
Demora-se a luz universal
espalhando pedaços de quinquilharia
no tapete do mundo.
Converte-nos
no seu açougue, na sua cola,
no dom de emoldurar
a linha e a matéria,
união de luz e território
sonhado, fusão da cor
e da forma,
do lábio e o seu beijo
e o seu lábio.
É para ver no que dá que estamos nas coisas,
para vermos se entre elas e aquilo que somos
salta a lebre e a bruxa se orienta,
se alguém por cá nos endireita a tarde.
No meu ouvido
preparei um ninho oco
para o olvido.
De que plenitude és,
pequena,
o átomo mais belo?
Ah, o tema do corpo!
Falei tão...! E o que não disse...!
Bebendo finos, cozinhando o ar.
Mais uma geração de filólogos
tropeçava nas cómodas
no tandem
na velhice pulcra da minha casa
na cidade dos cem poetas.
O convidado construía um fluxo
ordenava análises:
manter o equilíbrio sobre a razão,
como um capitel já sem volutas,
autêntico,
deixa-me zonzo, não é produtivo.
Antes, ser como a tarde, a casa;
um alguidar virado para cima.
Página publicada em junho de 2008
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