POESÍA ESPAÑOLA 
                                                                                  Coordinación de  AURORA CUEVAS-CERVERÓ|
                                                                                    Universidad Complutense de Madrid
                                                                                 
                                                                                
                                                                                JUAN ANTONIO  BERMÚDEZ 
                                                                                 
                                                                                Nació  en Jerez de los Caballeros (Badajoz), en 1970. Vive en Sevilla. Se licenció en  Periodismo y se ha especializado en información cultural y en crítica  cinematográfica.
                                                                                Da  clases de historia del cine y de creación literaria en varios centros, dirige  la revista Cámara lenta (http://www.revistacamaralenta.com/) y forma parte del  colectivo de agitación cultural La Palabra Itinerante.
                                                                                Ha  publicado el poemario Compañero enemigo (Libros de la Herida, 2007), además de  otros textos literarios en revistas y volúmenes colectivos.
                                                                                Mantiene el  blog personal http://www.contrabandos.blogspot.com/ .
                                                                                Fuente de la foto y  biografía: http://lasafinidadeselectivas.blogspot.com.br  
                                                                                 
                                                                                TEXTOS EN ESPAÑOL   -    TEXTOS EM PORTUGUÊS
                                                                                 
                                                                                
                                                                                DISIDENTES – ANTOLOGÍA DE POETAS CRÍTICOS ESPAÑOLES  (1990-2014).           Selección y edición de Alberto  García-Teresa.  Madrid: La Oveja Roja,  2015.  450 p. 15x23 cm.  Presentación de Alberto García–Teresa.  ÍSBN 978-84-16227-04-4   Ex. bibl.  Antonio Miranda
                                                                                 
                                                                                El verso más exacto
                                                                                 
                                                                                «Escribir entonces /
                                                                                para no conceder más victorias póstumas a Hitler» 
                                                                                  ENRIQUE FALCON,
                                                                                a partir de una cita de Emil L. Fackenheim
                                                                                 
                                                                                El horror exhala  su aliento de canibal,
                                                                                  por las comisarías y los quirófanos, 
                                                                                  insobornable, mudo.
                                                                                 
                                                                                Hay pequenos  esqueletos,
                                                                                hay un viejo que  agoniza en cada cuna,
                                                                                hay una sombra  que sangra contra un muro.
                                                                                 
                                                                                La macabra  cirugía de los aviones 
                                                                                  trepana las ciudades, abre grietas 
                                                                                  en la piel oxidada de la historia.
                                                                                 
                                                                                Arden mandíbulas,  tose el fuego 
                                                                                  en cada garganta negra, en carreteras 
                                                                                  con heridas animales, plumas rotas, 
                                                                                  huellas de vida que el calor asfalta.
                                                                                 
                    Llueve la baba  ácida de dios
                                                                                que abreva el  câncer de los trópicos.
                                                                                 
                                                                                El horror  avanza y contamina,
                                                                                  se abrocha a cada espalda
                                                                                  con su terremoto de remotos teletipos
                    o con su sólita corteza de silencio.
                                                                                Todo símil  disimula, 
                                                                                  todo compendio es frívolo.
                                                                                La estadística  tañe en medio de un glaciar:
                                                                                  un ser humano sufre, ahora, en este instante.
                                                                                Habría que  aprenderse su nombre de memoria, 
                                                                                  convertirlo en el verso más justo y más exacto.
                                                                                 
                                                                                          De Compañero  enemigo (2007)
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                Hambre para mañana
                                                                                 
                                                                                El pan de cada  día, el pan tan nuestro, 
                                                                                  se amasa, crece y cuece, compañera, 
                                                                                  en este abrazo tibio que deroga 
                                                                                  las despóticas leyes del dolor.
                                                                                Saciémonos en  horas de oficina, 
                                                                                  en sábanas de hilo y en el piso 
                                                                                  recién desinfectado de las jaulas.
                                                                                Saciémonos al  raso, por los parques, 
                                                                                  con la brisa holgazana que el domingo 
                                                                                  comparte con los parias y los prósperos.
                                                                                Saciémonos,  que luego acecha el frío, 
                                                                                  el fango en el que lucen las libélulas 
                                                                                  como ángeles caídos, el abismo 
                                                                                  del sueño sin almohada, el hambre cruda.
                                                                                 
                                                                                         De Compañero  enemigo (2007)
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                TEXTOS  EM PORTUGUÊS
                                                                                Tradução: ANTONIO  MIRANDA
                                                                                 
                                                                                O verso mais exato
                                                                                 
                                                                                «Escrever então /
                                                                                para não conceder mais vitórias póstumas a Hitler".
                                                                                
                                                                                  ENRIQUE FALCON,
                                                                                a partir de uma citação de Emil L. Fackenheim
                                                                                 
                                                                                O horror exala  seu alento canibal,
                                                                                  pelas delegacias e salas de cirurgia,
                                                                                  insubornável, mudo.
                                                                                 
                                                                                Existem pequenos  esqueletos,
                                                                                  existe um velho que agoniza em cada berço,
                                                                                  existe uma sombra que sangra contra um muro.
                                                                                
                                                                                  A macabra cirurgia dos aviões
                                                                                  trepana as cidades, abre fendas
                                                                                  na pele oxidada da história. 
                    
                                                                                  Ardem  mandíbulas, tosse o fogo
                                                                                    em  cada garganta negra, em estradas
                                                                                    com  feridas animais, plumas rotas,
                                                                                    vestígios  de vida que o calor asfalta.
                    
                                                                                Chove a baba  ácida de deus
                                                                                  que embebeda o câncer dos trópicos. 
                                                                                 
                                                                                O horror avança e  contamina,
                                                                                  abrochado em cada ombro
                                                                                  com seu terremoto de remotos teletipos
                                                                                  ou com sua solar crosta de silêncio.
                                                                                 
                                                                                Todo símile  dissimula,
                                                                                  todo compêncio é frívolo.
                                                                                
                                                                                  A estatística tange no meio de um glacial:
                                                                                  um ser humano sofre, agora, neste instante.
                                                                                 
                                                                                Deveríamos  aprender seu nome de memória,
                                                                                  convertido no verso mais justo e mais exato.
                                                                                 
                                                                                 
                                                                                
                                                                                           
                                                                                    Fome para amanhã
                                                                                
                                                                                O pão de cada  dia, o pão tão nosso,
                                                                                  é amassado, cresce e cozinha, companheira,
                                                                                  neste abraço tíbio que derroga
                                                                                as despóticas leis da dor.
                                                                                 
                                                                                Saciemo-nos em  horas de escritorio,
                                                                                  em lençóis de fio e no piso
                                                                                  recém desinfetado das jaulas.
                                                                                Saciemo-nos ao  relento, pelos parques,
                                                                                  com a brisa folgada que o domingo
                                                                                  compartilha com os párias e os prósperos.
                                                                                Saciemo-nos,  que logo paira o frio,
                                                                                  o lodo em que luzem as libélulas
                                                                                  como anjos caídos, o abismo
                                                                                  do sonho sem almofada, a fome crua.
                                                                                
                                                                                 
                                                                                Página publicada em maio de 2017