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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fonte: http://www.bmcc.cuny.edu/ 

HILARIO BARRERO

Hilario Barrero, escritor y traductor, nació en Toledo en 1948 y vive en Nueva York desde 1978 en donde es profesor de BMCC, CUNY, una de las universidades de la ciudad. Como poeta ganó el premio Gastón Baquero con In tempore belli, (Madrid, Verbum, 1999). En prosa ha escrito los diarios Las estaciones del día y De amores y temores, Días de Brooklyn y Dirección Brooklyn. Ha publicado en la revista Clarín, de la que es colaborador, una selección de poemas de Donald Hall, Ted Kooser y Jane Kenyon. La editorial Pre-textos ha publicado una antología titulada De otra manera y el libro de Ted Kooser, Delicias y sombras. En prosa ha traducido El amante de Italia, una selección de Italian Hours de Henry James. Libro de notas ha publicado Un cierto olor a azufre, un volumen de relatos ilustrados por Barrero.

Su poesía es un doloroso canto de felicidad hecho desde la serenidad y la aspereza. La reflexión ante la vida y la muerte y el amor, y la austeridad en las formas lo acercan a una poesía clásica, muy cernudiana: «Un poema más que un arma para el futuro es una navaja del pasado, una mano abierta para el presente y una eternidad basada en el instante de un amor para el futuro.» Arte poética

Obra: Siete sonetos, 1976; In tempori belli, Verbum, 1999. Las estaciones del día, Llibros del Pexe, 2003. De amores y temores, Llibros del Pexe, 2005. Días de Brooklyn, Llibros del Pexe, 2007. Dirección Brooklyn, Universos, 2009. Un cierto olor a azufre, Libro de notas, 2009. Fonte: wikipedia

 

Extraído de:  arquitrave – Segunda época, n. 54, Enero-Abril 2014. p. 33-37. Director Harold Alvarado Tenorio (Colombia)  ISSN 1692-0066

 

TEXTOS EN ESPAÑOL   -   TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

Cuarto oscuro

 

Una caja con olor a membrillos maduros

que no cierra porque la infancia se llevó la llave,

empañó los espejos y la noche desgastó la madera.

Un joyero que protege doce piedras que fueron nuestras arras,

arena en tu mirada aquella tarde.

Un arcón con cajones secretos que guardan nombres,

fechas, cicatrices, días de réquiems y cantos funerales.

Un cofre que defiende tu nombre y la clave que te dieron

lejos de tu ciudad aquel verano del setenta y uno

cuando de prisa te midieron el cuerpo en el asfalto.

Un cajón de madera que encierra nuestra historia de amor

y cabe en el oscuro bolsillo del olvido.

 

 

Nihil

 

Dejas de reflejarte y eres oscuridad,

va tu cuerpo delante de tu sombra,

ceniza la firma de tus ojos, pavesas los deseos,

arpillera el aliento, la palabra un tizón.

Bajas lento la cuesta, maldices tanta sacudida

y al recordar la tarde que te llevó a su casa

se te llena la boca de asfalto derretido.

Darías todo por una sola noche

de aquel verano del setenta y uno.

Dos carbones mojados en tu ingle

y un cansancio de arrugas en tus manos

te recuerdan que ya no tienes nada, que ya eres viejo.

Amarrado al árbol de la noche oscura

tu cuerpo no soporta una saeta más.

 

 

Cerradura

 

Sin darfes tiempo de llegar hastael lecho,

una vez afianzada la puerta de la casa,

se amarían ruidosos, jadeantes, salvajes.

No sabían entonces lo difícil que más tarde sería

abrir la cerradura con la llave oxidada del cansancio.




TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda

 

QUARTO ESCURO

Uma caixa com cheiro de marmelos maduros
que não termina porque a infância levou a chave,
embaçou os espelhos e a noite desgastou a madeira.
Um joalheiro que protege doze pedras que foram nossos altares,
areia em teu olhar naquela tarde.
Uma arca com gavetas secretas que guardam nomes,
datas, cicatrizes, dias de réquiens e cantos fúnebres.
Um cofre que defende teu nome e a senha que te deram
longe de tua cidade aquele verão de setenta e um
quando de pressa mediram teu corpo no asfalto.
Um caixão de madeira que encerra nossa história de amor
e cabe no bolso escuro do esquecimento.
 

NIHIL

Deixas de refletir e és escuridão,
vai teu corpo adiante de tua sombra,
cinza a firma de teus olhos, faíscas, os desejos
serapilheira o alento, a palavra um tição.
Desces lento a encosta, maldizes tanta sacudida
e ao recordar a tarde que te levou à casa
enche a boca de asfalto derretido.

Daria tudo por uma única noite
daquele verão de setenta e um.
Dois carvões molhados em tua virilha
e um cansaço de rugas em tuas mãos
te lembram que já nada tens, já estás velho.

Amarrado à árvore da noite escura
teu corpo não suporta uma flechada a mais.

 

FECHADURA

Sem dar-lhes tempo de chegar até o leito,
uma vez afiançada a porta da casa,
amariam ruidosos, ofegantes, selvagens.
Não sabiam então o difícil que depois seria
abrir a fechadura com a chave oxidada do cansaço.

 

Página publicada em maio de 2014


 

 

 
 
 
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