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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

POESIA ESPAÑOLA
Coordinación de AURORA CUEVAS CERVERÓ

 

GERARDO DIEGO

 

Gerardo Diego, nascido em Santander em 1896 e morto em Madri en 1987, foi um escritor espanhol, membro da Geração de 27.

Estudou filosofia e letras em Madri e foi catedrático de Literatura em Soria, Xixón, Santander e Madrid. Fundou as revistas Carmen e Lola, onde tinham trânsito os novos poetas vangardistas.

Nas suas primeiras obras:Iniciales (1918), El romancero de la novia (1918) e Soria (1923), observa-se uma clara influência de autores como Gustavo Adolfo Bécquer, Juan Ramón Jiménez e Antonio Machado. Alondra de verdad (1941), formado por quarenta e dois sonetos escritos antes da guerra, pertence também à poesia tradicional.

A sua inclinação pela nova arte das vangardas faz com que se inicie no ultraísmo e no criacionismo. A falta de sinais de pontuação, a disposição dos versos, os temas intrascendentes e as extraordinárias imagens caracterizam esta poesia, e destacam obras como Manual de espumas (1924) e Fábula de Equis y Zeda (1932).   Fonte da biografia: wikipedia

 

TEXTO EN ESPAÑOL  - TEXTO EM PORTUGUÊS

 

LÁMINA

 

Las cosas han perdido
                        el relieve.

Casas, ambiente, todo
                                       sin fondo.

Veo caras de mujeres
                                   planimétricas.

Las calles son mentiras
                                     geométricas.

Líneas de puntos, sincopadas

con infantiles perspectivas.

          Perdí mi estereoscopio.

          En mí mismo todo es
                                           superficial.

He perdido el escorzo
                                  esferoidal.

Oh absurdo mapa-múndi
                                 rectangular.

El paisaje sale del rodillo,
               tuerto.

 

 

 

VENTANA

 

SECCIONO, encuadro, enmarco

en colaboración con la ventana

y ya el paisaje es doblemente mío.

Lo era de nacimiento,

yo nací en él y él para mí nació.

Y ahora lo es también, creación de mi arte,

al relevarle y ahondarle a voluntad

en el alto rectángulo

de la ventana inglesa de palacio.

 

Junto a ella le contemplo:

franjas paralelas de gradación en perspectiva,

las copas verde de los árboles,

el gris acero con lumbres de plata

de mi bahía,

la espada rubia del Puntal,

otra cinta de mar donde la costa                 

-arboledas, praderas, caserío—

imprime su difusa sombra,

y las montañas, mis montañas de niño,

mis paternales, siempre educadoras.

Todo lo debo a ellas y al mar que es su alma.

 

Y hoy soy yo quien las crea virginales.

Nacen por vez primera

de mi retina, enfoque, encuadramiento.

Arte de arquitectura,

magia de posesión doblando los sobrantes

del lienzo detrás del bastidor

para que lo pintado por el ojo

sea de este a oeste el cuadro justo,

mi vida desplegada

desde Valnera hasta el lomo solemne de Cabarga.

Sin olvidar el cielo, hoy asordado

en altísimo techo gris y valorador.

 

Goce sereno

y ¿por qué no decirlo? merecido.

Gracias, gracias al Dios aquí narrado

Por las aguas, las hojas y las piedras.

El se me hace visible, tangible, acariciable,

y en libertad me deja

para que yo lo esté siempre creando.

 

 

 

ROSA MÍSTICA

 

Y nadie lo sabîa

 

Era ella

                Pero cuando pasaba
                los ârboles se arrodillaban

                                         el ave maria

                                         se trenzaban las letanîas
                                                  Era ella

Me desmayé en sus manos
como una hoja muerta

sus manos ojivales
 que daban de corner a las estrellas

Por el aire volaban
romanzas sin sonido

Y en su almohada de pasos
me quedé dormido

               Imagen, 1922

 

        

ROMANCE DEL DUERO

 

Rio Duero, rio Duero
nadie a acompariarte baja,
nadie se detiene a oir
tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde,
la ciudad  vuetve la espalda.

No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
Tu, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.
Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso,
pero con distinta agua.
Rio Duero, rio Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.

 

                 Soria, 1923

 

 

 

NOCTURNO

 

Están todas

También las que se encienden en las noches de moda

Nace del cielo tanto humo

que ha oxidado mis ojos

Son sensibles al tacto las estrellas

No sé escribir a mâquina sin ellas

Elias lo saben todo

Graduar el mar febril

y refrescar mi sangre con su nieve infantil
  La noche ha abierto el piano
  y yo les digo adiós con la mano.

 

Manual de espumas, 1924

 

 

 

Y TU INFANCIA, DIME

 

   Y tu infancia, dime, ¿dónde está tu infancia?,

que yo la quiero.

Las aguas que bebiste,
 las flores que pisaste,
 las trenzas que anudaste,
 las risas que perdiste.
 ¿Cómo es posible que no fueran mías?
 Dímelo, que estoy triste.
 Quince años, sólo tuyos, nunca míos.
 No me escondas tu infancia.
 Pídele a Dios que nos desande el tiempo.
 Volverá tu niñez y jugaremos.

 

                 Versos humanos, 1925

 

 

REVELACIÓN

 

   Era en Numancia al tiempo que declina
  la tarde del agosto augusto y lento,
  Numancia del silencio y de la ruina,
  alma de libertad, trono del viento.

   La luz se hacía por momentos mina
  de transparencia y desvanecimiento,
  diafanidad de ausencia vespertina,
  esperanza, esperanza del portento.

   Súbito, ¿dónde?, un pájaro sin lira,
  sin rama, sin atril, canta, delira,
  flota en la cima de su fiebre aguda.

   Vivo latir de Dios nos goteaba,
  risa y charla de Dios, libre y desnuda.
  Y el pájaro, sabiéndolo, cantaba.

 

             Alondra de verdad. 194

 

 

SUCESIVA

   Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.
 

   Onda tras onda irradian de tu frente
y mansamente, apenas sin rizarte,
rompen tus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.
 

   Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.
 

   Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.

                        Alondra de verdad, 1941

 

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POESIA SEMPRE – Revista Semestral de Poesia.  ANO 4 – NÚMERO 7 – JULHO 1996.  Rio de Janeiro: Fundação Biblioteca Nacional, Ministério da Cultura, Departamento Nacional do Livro, 1996.   Ex. bibl. Antonio Miranda

           

            El sueño

 

Apoya en mí la cabeza,

        si tienes sueño.

Apoya en mí la cabeza,

        aquí, en mi pecho.
Descansa, duérmete, sueña,

        no tengas miedo;
no tengas miedo del mundo,

        que yo te velo.
Levanta hacia mí tus ojos,

        tus ojos lentos,
y ciérralos poco a poco

        conmigo dentro;
ciérralos, aunque no quieras,
        muertos de sueño.

 

Ya estás dormida. Ya sube,

        baja tu pecho,
y el mío al compás del tuyo

        mide el silencio,
almohada de tu cabeza,

        celeste peso.
Mi pecho de varón duro,

        tabla de esfuerzo,
por tí se vuelve de plumas,

        cojín de sueños.
Navega en dulce oleaje,

        ritmo sereno,
ritmo de olas perezosas
        el de tus pechos.

De cuando en cuando una grande,

        espuma al viento,
suspiro que se te escapa

        volando al cielo,
y otra vez navegas lenta

        mares de sueño,
y soy yo quien te conduce,

        yo que te velo,
que para que te abandones

        te abrí mi pecho.
¿Qué sueñas? ¿Sueñas? ¿Qué buscan

        — palabras, besos —
tus labios que se te mueven,

        dormido rezo?
Si sueñas que estás conmigo,

        no es sólo sueño;
lo que te acuna y te mece

        soy yo, es mi pecho.
Despacio, brisas, despacio,

        que tiene sueño.
Mundo sonoro que rondas,

        hazte silencio,
que está durmiendo mi niña,

        que está durmiendo
al compás que de los suyos

        copia mi pecho
Que cuando se me despieñe

        buscando el cielo,
encuentre arriba mis ojos

        limpios y abiertos.


                              

 

TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de Antonio Miranda

 

       O sonho

       Apoia em mim a cabeça,
                se estás com sono.
        Apoia em mim a cabeça
                aqui, no meu peito.
        Descansa, dorme, sonha,
                não tenhas medo,
        não tenhas medo do mundo,
                que eu te velo.
        Dirija para mim os teus olhos,
                teus olhos lentos,
        e cerre-os pouco a pouco
                comigo dentro;
        cerre-os mesmo que não queiras,
                mortos de sono.

        Já estás dormida. Já sobe,
                desde teu peito,
        e o meu no compasso do teu
                meça o silêncio,
        almofada de tua cabeça,
                peso celeste.
        Meu peito de forte varão,
                tábua de esforço,
        por ti se transforma em pluma,
                almofada de sonhos.
        Navega em doces vagas,
                ritmo sereno,
        ritmo de ondas preguiçosas
                o de teu seios.
        De vez em quando uma grande,
                espuma ao vento,
        suspiro que escapa de ti
                voando ao céu,
        e outra vez navegas lenta
                mares de sonho,
        e sou eu quem te conduz,
                eu que te velo,
        e para que te abandones
                eu te abri meu peito.
        Que sonhas? Sonhas? Que buscam
                — palavras, beijos,,
        teus lábios que se movem,
                reza dormida.
        Se sonhas que estás comigo,
                não é apenas sonho;
        o que te aninha e te embala
                sou eu, é meu peito.
        Devagar, brisas, devagar,
                que sente sono.
        Mundo sonoro que rondas,
                fique em silêncio,
        que está dormindo minha menina,
                que está dormindo
        no compasso que dos teus
                meu peito imita.
        Que quando me desperte
                buscando o céu,
        encontre acima os meus olhos
                limpos e abertos.               

 

 

LÂMINA

          As coisas perderam seu
                                       relevo.
Casas, ambiente, tudo
                                       sem fundo.
Vejo rostos de mulheres

                              planimétricas.
As ruas são mentiras
                              geométricas.
Linhas de pontos, sincopadas
com infantis perspectivas
          Perdi meu estereoscópio.
          Em mim mesmo tudo é
                                       superficial
Perdi o escorço
                                       esferoidal.
Oh absurdo mapa-múndi
                                       retangular.
A paisagem sai do rolo,
                                       torta.

 

JANELA

Seleciono, enquadro, emolduro
em colaboração com a janela
e agora a paisagem é duas vezes minha.
Já era de nascimento;
nasci nela e ela nasceu para mim.
E agora também o é, criação de minha arte,
ao relevar e aprofundar a vontade
no alto retângulo
da janela inglesa do palácio.
Junto dela te contemplo:
faixas paralelas de gradação em perspectiva,
as copas verdes das árvores,
o aço grande com lume de prata
da minha baía,
a espada domada do Pontal,
outra faixa de mar onde a costa
— bosques, prados, casario —
imprime sua difusa sombra,
e as montanhas, minhas montanhas de menino,
ações paternais, sempre educativas.
Devo tudo a eles, e ao mar que é sua alma.


E hoje sou que que as crê virginais.
Nascem por vez primeira
de minha retina, enfoque, enquadramento.
Arte de arquitetura,
magia de possessão dobando os sobrantes
do lenço detrás do bastidor
para que o pintado pelo olho
seja de leste a oeste  o quadro justo,
minha vida desgarrada
desde Valnera até o lombo solene de Cabarga.
Sem esquecer o céu, hoje ensurdecido
em altíssimo teto cinza e valorizador.

Gozo sereno
e — por que não dize-lo? — merecido.
Graças, graças a Deus aqui narrado
pelas águas, as folhas e as pedras.
Ele se torna visível, tangível, acariciável;
e em liberdade me deixa
para que eu esteja sempre te recriando.

 

ROSA MÍSTICA 

Era ela                        E ninguém sabia
Mas quando passava
as árvores se ajoelhavam

Andava em seus olhos
a ave maria
e em sua cabeleira
se enredavam as litanias
Era ela
Era ela

Desmaiei em suas mãos
como uma folha morta
suas mãos ogivais
que dava de comer às estrelas

Pelo ar voavam
romanças sem som
E em sua almofada de passo
fiquei dormindo

         (Imagem, 1922)

 

         ROMANCE DO DOURO

        Rio Douro, rio Douro
ninguém desce para acompanhar-te,
ninguém se detém para ouvir
tua eterna estrofe de água.
Indiferente ou covarde,
a cidade volteia as costas.
Não quer ver em teu espelho
sua muralha desdentada.
Tu, velho Douro, sorris
entre tuas barbas de prata,
moendo com teus romances
as colheitas mal logradas.
 

         E entre os santos de pedra
e os álamos de magia
passas levando em tuas ondas
palavras de amor, palavras.
Quem pudera como tu,
a um tempo quieto e marchando,
cantar sempre o mesmo verso,
mas com distinta água.
Rio Douro, rio Douro,
ninguém para estar contigo desce,
já ninguém quer atender
tua eterna estrofe esquecida,
apenas os apaixonados
que indagam por suas almas
e semeiam em tuas espumas
palavras de amor, palavras.

 

                   NOTURNO

 Estão todas
Até as que acendem noites de moda
Nasce do céu tanta fumaça
que meus olhos oxidados
São sensíveis ao tato das estrelas
Não sei escrever à máquina sem elas
Elas sabem tudo
Graduar o mar febril
e refrescar meu sangue com sua neve infantil
A noite abriu o piano
e eu lhes digo adeus com a mão.

                                      (Manual de espumas, 1924)

 

         E TUA INFÂNCIA, DIGA-ME

E tua infância, diga-me, onde está a tua infância?
pois eu a desejo.
As águas que bebeste,
as flores que pisaste,
as tranças que teceste,
os risos que perdeste,
Como é possível que não fossem meus?
Diga-me, pois fiquei triste.
Quinze anos, apenas teus, jamais meus,
Não me escondas tua infância.
Peça a
Deus que nos desande o tempo.
Regressará tua infância e vamos brincar.

                            (Versos humanos, 1925)

 

                REVELAÇÃO

Era em Nunância, o tempo que declina
a tarde de agosto augusto e lento,
Nunância do silêncio e da ruina,
alma de liberdade, trono do vento.
A luz se fazia por momentos mina
de transparência e desvanecimento,
diafanidade de ausência vespertina,
esperança, esperança do poder.
De repente, onde?, um pássaro sem lira,
sem ramo, sem púlpito, canta, delira,
flutua no cimo de sua febre aguda.
Vivo pulsar de Deus nos gotejava,
riso e palestra de Deus, livre e desnuda.
E o pássaro, sabendo-o, cantava.

                            (Alondra de verdad, 1941)

 

         SUCESIVA

           Deixa-me acariciar-te lentamente,
deixa-me lentamente comprovar-te,
ver que és de verdade, um continuar-te
de ti mesma a ti mesma extensamente.

            Onda após onda irradiam de tua fronte
e mansamente, apenas sem complicar-te,
rompem tuas dez espumas ao beijar-te
de teus pés na praia adolescente.

            Assim, te desejo, fluída e sucessiva,
manancial tu de ti, água furtiva,
música para o tato preguiçosa.

            Assim te quero, em limites pequenos,
aqui e acolá, fragmentos, lírio, rosa,
e tua unidade depois, luz, de seus sonhos.

                   (Alondra de verdade, 1941)     

 

 

Página publicada em dezembro de 2012. Ampliada e republicada em janeiro de 2013. Ampliada e republicada em janeiro de 2018. Ampliada e republicada em dezembro de 2018.

 


 

 

 
 
 
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