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Sobre Antonio Miranda
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 

FERNANDO DE HERRERA

 (1534-1597)

 

Natural de Sevilla. Se le considera como el jefe de la escuela sevillana, como a Fray Luis de León, el de la salmantina. Aunque de origen humilde, llegó a obtener una educación humanista en alto grado. Nunca llegó a ordenarse sacerdote, pero vistió siempre hábito clerical, lo que le permitió gozar de algunos beneficios correspondientes a este estado.

Se enamoró platónicamente de la duquesa de Gelves, correspondiéndole ésta de algún modo, pero esta relación platónica nunca llegó a convertirse en una realidad concreta. Parece ser que él fue el testamentario de la dicha duquesa.

Como muchos poetas conocidos entre sí en ese tiempo, asistió a tertulias, en particular a la del duque de Gelves. Allí llegó a conocer varios poetas famosos y a relacionarse con ellos, como Pacheco, Baltasar de Alcázar, Argote de Molina y otros.

Su poesía, en cuanto a la temática, es una mezcla de lo humano y lo divino, sobre todo al tratar el tema patriótico. Se distingue por su musicalidad rítmica unida al colorido de sus imágenes. Y todo esto revestido de una forma impecable.

 

Fuente: www.los-poetas.com

 

 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  /  TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

 

YO VI UNOS BELLOS OJOS QUE HIRIERON

 

Yo vi unos bellos ojos que hirieron

con dulce flecha un corazón cuitado,

y que, para encender nuevo cuidado,

su fuerza toda contra mí pusieron.

 

Yo vi que muchas veces prometieron

remedio al mal que sufro, no cansado,

y que, cuando esperé vello acabado,

poco mis esperanzas me valieron.

 

Yo veo que se esconden yá mis ojos

y crece mi dolor, y llevo ausente

en el rendido pecho el golpe fiero.

 

Yo veo ya perderse los despojos

y la membranza de mi bien presente;

y en ciego engaño de esperanza muero.

 

 

A LAS RUINAS DE ITÁLICA

 

Esta rota y cantada pesadumbre,

osada muestra de soberbios pechos,

estos quebrados arcos y deshechos,

y abierto cerco de espantosa cumbre,

 

descubren a la ruda muchedumbre

su error ciego y sus términos estrechos;

y solo yo, en mis grandes males hechos,

nunca sé abrir los ojos a la lumbre.

 

Pienso que mi esperanza ha fabricado

edificio más firme; y aunque veo

que se derriba, sigo al fin mi engaño.p

 

¿De que sirve el juicio a un obstinado,

que la razón oprime en el deseo

de ver su error, y padecer más daño?

 

 

CUAL ORO ERA EL CABELLO ENSORTIJADO

 

Cual oro era el cabello ensortijado

y en mil varias lazadas dividido;

y cuanto en más figuras esparcido,

tanto de más centellas ilustrado;

 

tal, de lucientes hebras coronado,

Febo aparece en llamas encendido;

tal discurre en el cielo esclarecido

un ardiente cometa arrebatado.

 

Debajo el puro, proprio y sutil velo

amor, gracia y valor, y la belleza

templada en nieve y púrpura se vía.

 

Pensara que se abrió esta vez el cielo

y mostró su poder y su riqueza,

si no fuera la Luz de la alma mía.

 

 

“PRESA SOY DE VOS SOLO Y POR VOS MUERO”

 

"Presa soy de vos solo y por vos muero”

(mi bella Luz me dijo dulcemente),

"y en este dulce error y bien presente,

por vuestra causa sufro el dolor fiero.

 

Regalo y amor mío, a quien más quiero,

si muriéramos ambos juntamente,

poco dolor tuviera, pues ausente

no estaría de vos, como ya espero”.

 

Yo, que tan tierno engaño oí, cuitado,

abrí todas las puertas al deseo,

por no quedar ingrato al amor mío.

 

Ahora entiendo el mal, y que engañado

fui de mi Luz, y tarde el daño veo,

sujeto a voluntad de su albedrío.

 

 

COMO EN LA CUMBRE EXCELSA DE MIMANTE

 

Como en la cumbre excelsa de Mimante,

do en eterna prisión arde y procura

alzar la frente airada, y guerra oscura

mover de nuevo al cielo el gran gigante,

 

se nota de las nubes, que delante

vuelan y encima, en hórrida figura,

la calidad de tempestad futura,

qu' amenaza con áspero semblante:

 

así de mis suspiros y tristeza,

del grave llanto y grande sentimiento

se muestra el mal qu' encierra el duro pecho.

 

Por eso no os ofenda mi flaqueza,

bella Estrella d'Amor; que mi tormento

no cabe bien en vaso tan estrecho.

 

 

SERENA LUZ, EN QUIEN PRESENTE ESPIRA

 

Serena Luz, en quien presente espira

divino amor, qu' enciende y junto enfrena

el noble pecho, qu'en mortal cadena

al alto Olimpo levantars' aspira;

 

ricos cercos dorados, do se mira

tesoro celestial d'eterna vena;

armonía d'angélica Sirena,

qu'entre las perlas y coral despira:

 

¿cuál nueva maravilla, cuál exemplo

de la inmortal grandeza nos descubre

aquesa sombra del hermoso velo?

 

Que yo en esa belleza que contemplo

(aunqu'a mi flaca vista ofende y cubre),

la inmensa busco, y voy siguiendo al cielo.

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

 

EU VI UNS BELOS OLHOS QUE OFENDERAM

 

         Tradução de Anderson Braga Horta

 

Eu vi uns belos olhos que ofenderam

com doce flecha um coração coitado,

e que, para acender novo cuidado,

a força toda contra mim puseram.

 

Eu vi que muitas vezes prometeram

remédio ao mal que sofro, não cansado,

e que, quando esperei vê-lo acabado,

de pouco as esperanças me valeram.

 

Eu vejo que se escondem já meus olhos

e cresce minha dor, e levo ausente

no entregue peito o golpe sem socorro.

 

Eu vejo que se perdem já os espólios

e a remembrança de meu bem presente;

e em cego engano de esperança morro.                     

 

 

ÀS RUÍNAS DE ITÁLICA

 

         Tradução de Anderson Braga Horta

 

Este roto e cantado pesadume,

ousada mostra de soberbos peitos,

estes quebrados arcos e desfeitos,

e aberto cerco de espantoso cume,

 

à rude multidão tudo resume

seu cego error, seus términos estreitos;

e eu somente, em meus grandes males feitos,

os olhos não consigo abrir ao lume.

 

Penso ter-me a esperança fabricado

mais seguro edifício; mas, se o vejo

arruir, sigo embora em meu engano.

 

De que serve o juízo a um obstinado,

que a razão violenta no desejo

de ver seu erro, e padecer mais dano?                       

 

 

COMO DE OURO O CABELO ERA, ANELADO

 

         Tradução de Anderson Braga Horta

 

Febo aparece em chamas incendido;

tal discorre no céu esclarecido

Como de ouro o cabelo era, anelado

e em mil várias laçadas dividido;

e quanto mais em formas esparzido,

tanto mais de centelhas ilustrado;

 

tal, de luzentes fibras coroado,

 

um ardente cometa arrebatado.

 

Do puro, próprio e sutil véu coberto,

amor, mais valor, graça, e uma beleza

feita de neve e púrpura, se via.

 

Dir-se-ia o céu por sobre nós aberto,

estendendo o seu manto de riqueza,

não fora a minha Luz que assim fulgia.                       

 

 

“SOU PRESA SÓ DE VÓS, POR VÓS ESPERO

 

Tradução  de José Jeronymo Rivera

 

Sou presa só de vós, por vós espero

morrer" (disse-me Luz, bem docemente),

"e neste erro tão doce e bem presente,

por vossa causa sofro um pesar fero.

 

Amor, regalo meu, a quem mais quero,

se morrêssemos ambos juntamente,

menor dor eu tivera, pois se ausente

fosse de vós, morrera em desespero."

 

Eu, que tão terno engano ouvi, coitado,

abri todas as portas ao desejo,

por não mostrar-me ingrato a minha bela.

 

Agora entendo o mal, e que enganado

fui eu por Luz, e tarde o dano vejo,

ao arbítrio sujeito, e ao querer dela.                                      

 

 

COMO NO CIMO EXCELSO DE MIMANTE

 

Tradução ao de José Jeronymo Rivera

 

Como no cimo excelso de Mimante,

onde em prisão perpétua arde e procura

alçar a fronte irada, e guerra escura

mover de novo ao céu grande gigante,

 

já das nuvens se nota, que adiante

voam, e em cima, em hórrida figura,

da tempestade a calidez futura

a ameaçar com áspero semblante:

 

assim de meus suspiros e tristeza,

do grave pranto e grande sentimento

se mostra o mal que encerra o duro peito.

 

Não vos ofenda, pois, minha fraqueza,

bela Estrela de Amor; que meu tormento

não cabe bem em vaso tão estreito.                                 

 

 

SERENA LUZ, EM QUEM PRESENTE ESPIRA

 

Tradução ao de José Jeronymo Rivera

 

Serena Luz, em quem presente espira

divino amor, que a um tempo arde e refreia

o nobre peito, que em mortal cadeia

ao alto Olimpo levantar-se aspira;

 

ricos círculos de ouro, onde se mira

tesouro celestial de eterna veia;

harmonia de angélica Sereia,

que entre coral e pérolas suspira:

 

qual nova maravilha, qual exemplo

da grandeza imortal a nós descobre

aquessa sombra do formoso véu? 

Porque eu nessa beleza que contemplo

(se a minha fraca vista ofende e cobra)

a imensa busco, e vou seguindo ao céu.

 



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