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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

POESIA ESPAÑOLA
Coordinación de AURORA CUEVAS CERVERÓ
Universidad Complutense de Madrid

 

 

 

 

ANGELA REYES

 

 

Angela Reyes Jiménez, nace en Jimena de la Frontera, Cádiz, en 1946. Es la mayor de seis hermanos. Pasó su infancia en Granada. Vive en Madrid desde los trece años. Trabajó como secretaria de dirección en la Federación Nacional de Alquiler de Vehículos, Madrid. En 1980 forma parte del grupo de la Asociación Prometeo de Poesía, institución fundada por el poeta madrileño Juan Ruiz de Torres.

 

En 1986 se casa con Ruiz de Torres y ambos emprenden una amplia labor cultural con dicha Asociación que abarca catorce años de talleres poéticos gratuitos, la organización de cinco Ferias de la Poesía, tres Bienales Internacionales de Poesía y dos Encuentros Luso-Españoles de Poesía. En el programa de acercamiento de la poesía a los más jóvenes, ambos realizaron lecturas poéticas y charlas en diversos Institutos de la Comunidad de Madrid.

 

También y a nivel universitario, en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid, llevaron a cabo la Revista Oral poética. Ambos crean y dirigen durante veintitrés años el Premio Internacional de poesía Encina de la Cañada, patrocinado por el Ayuntamiento de Villanueva de la Cañada. Angela Reyes fue cofundadora y colaboradora de las revistas literarias de la Asociación Prometeo Cuadernos de Poesía Nueva, Valor de la palabra, Carta de la Poesía y La Pájara Pinta, dedicadas a la crítica literaria y la publicación de poesía de habla española.

 

Colaboró durante varios años en la página Tercera del diario El Día de Toledo. Ha sido jurado en certámenes de poesía y de narrativa. Ha publicado catorce poemarios, cinco novelas y varias colecciones de cuentos. En la actualidad dirige y coordina en Madrid la tertulia literaria Tardes de Prometeo.

 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL – TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

 

REYES, Angela.  Poesía Protoidiomática de Angela Reyes. Análisis arquetípico, selección y prólogo  Fredo Arias de la Canal.  México:  Frente de Afirmación Hispánica, A, C. , 2019.    52 p. 
14 x 21 cm.   Ex. bibl. Antonio Miranda

 

 

 

Seguro que la viste tras las altas mareas,

mientras organizaba ante el espejo

las poses y canciones con que haría encallar

el navio de la bandera grande

y capitán ingenuo.

Ella es así y la conocen bien

aquéllos que se acercan a sus lindes,

a su vientre de plena luna,

a sus piernas que guardan, allá lejos,

un león que les huele y les devora.

Ella es así, y canta,

y aceita sus cabellos bajo el sol.

Luego, abre la cola, que es un delta

por donde se desliza

la arena colorada de aquéllos que la amaron.

 

Da igual que se parezca a la muchacha
que tocaba la viola, allá en tu juventud;
que se cubra la piel con aceite de coco
de la misma manera que lo hacía tu madre;
ella,

tan hecha a los azules,

nunca podría amarte para siempre.

Tendrías que ponerle cada noche un naufragio

en medio de la alcoba y llegar aterido,

con los huesos sonando a cascabeles

para que te quisiera.

 

 

      (No llores, Poseidón. Madrid, 2008).

 

 

 

 

Aquel viento, el solitario,
el más adolescente,
el que mira

de una manera fiera y plateada;

aquel viento llegó para robarme

la calima del cuerpo

desde entonces soy mujer

que, al caminar, mis pasos suenan

como la vieja loza.

El viento,

cuarenta veces águila salvaje, me dejó sin neblina y ahora

no puedo presentirte, ni saber

si tus manos resbalan por mi espalda

con aires de cigüeñas.

 

Pon un quinqué en el zaguán
para que pueda incorporarme,
ya que me falta

esa pizca de bruma que al final del otoño

se convierte en abéñula silvestre,

en abubilla indómita,

en beso de ángel.

¿Recuerdas nuestro beso,

tan succionado, tan cercano a Dios,

que nuestras bocas se llenaban

de estrellas fugitivas?

 

Ahora duermo mirando al noroeste
como el ave que no tiene pareja

y algunas veces canto, sólo cuando la luna pasa

bebiéndose del cielo el tuétano bendito.

 

Espera

a que se aleje el viento

y de nuevo me crezca la calima.

Mientras,

voy a teñirme el pelo de granate

y a preparar almizcle

para tu largo abrazo.

Voy a volverme muy libélula,

pues desde hoy

habremos de sobrevivir

en la agostada juncia.

 

 

         (Carméndula. Madrid, 2000).

 

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de ANTONIO MIRANDA

 

 

Certamente que a viste detrás das altas marés,

enquanto organizavas diante do espelho

       as poses e as canções com que faria encalhar

o navio de bandeira grande

       e capitão ingênuo.

Ela é assim e a conhecem bem

aqueles que se aproximam de seus limites,

de seu ventre de lua plena,

às suas pernas que guardam, lá longe,

um leão que os olfteia e devora.

Ela é assim, e canta,

e aceita seus cabelos ao sol.

Depois, inicia a fila, que é um delta

por onde desliza

a areia colorada daqueles que a amaram.

 

Da no mesmo que se pareça com a jovem
que tocava la viola, lá en tua juventude;
que se cubra a piel con azeite de coco
da mesma maneira que fazia a tua mãe;
ela,

tão ligada aos azuis,

nunca poderia amar-te para siempre.

Terías que coloca em cada noite um naufrágio

       no meio do quarto e chegar aterido,

com os ossos soando sinos

para que te querer.

 

 

      (No llores, Poseidón. Madrid, 2008).

 

 

 

 

Aquele vento, o solitário,
o mais adolescente,
o que olha

de uma maneira feraz e prateada;

aquele vento chegou para roubar-me

a bruma do corpo

desde então eu sou a mulher

que, ao caminhar, meus passos soam

como uma velha louça.

O vento,

quarenta vezes águia salvagem,
deixou-me sem neblina e agora

não consigo pressentir-te, nem saber

se tuas mãos resvalam pelas minhas costas

com ar de cegonha.

 

Ponha um lampião no saguão
para que consigas incorporar-me,
já que me falta

Um mínimo de névoa que ano final do outono

se converte em pluma silvestre,

em poupa indômita,

em beijo de ánjo.

Lembras de nosso beijo,

tão sugado, tão perto de Deus,

que nossas bocas se enxiam

de estrelas fugitivas?

 

Agora eu durmo mirando o noroeste
como a ave que não tem par

e algumas vezes canto, apenas quando a lua passa

sorvendo do céu o tutano bendito.

 

Espera

que o vento se distancie

e outra vez cresça a neblina.

Entretanto,

Vou tingir meu pelo de castanho

e preparar almíscar

para o teu longo abraço.

Vou transformar-me em libélula,

Porque desde hoje

haveremos de sobreviver

no seco caniço.

 

 

         (Carméndula. Madrid, 2000).

 

 

 

 

Página publicada em novembro de 2020


 

 

 
 
 
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